La tía y el sobrino que han dirigido el filme de terror del año
Veronika Franz y Severin Fiala estrenan 'El baño del diablo', la gran triunfadora del Festival de Sitges
BarcelonaEn los primeros compases de La cabaña siniestra (The lodge), la película del 2018 de Severin Fiala y Veronika Franz, una madre de dos hijos deprimida y abandonada se dispara un disparo en la boca. en el festival con las escenas de violencia brutal; pero ante la estupefacción del resto del público, horrorizado, los aplausos murieron de seguida en un silencio incómodo y confuso. La anécdota resume la particular manera de entender el terror de esta pareja de cineastas austríacos, alérgica a las convenciones del género de terror. filmes de terror, esto son etiquetas de las distribuidoras y los agentes de ventas –dice Fiala–. Nosotros simplemente encontramos una historia o un personaje y la seguimos”.
Veronika Franz y Severin Fiala que antes de La cabaña siniestra habían dirigido Kern y la aclamada Buenas noches, mamá, forman una pareja curiosa de directores: son tía y sobrino político, y se llevan veinte años de diferencia. Su vínculo es el conocido director Ulrich Seidl, tío de Fiala y pareja artística y sentimental de Franz. “Conocí a Severin cuando él tenía 12 o 13 años y estaba muy interesado en el cine –explica Franz–. Yo necesitaba un canguro los fines de semana para cuidar a mi hijo, y se lo ofrecí. Pero en lugar de pagarle con dinero alquilábamos películas en el videoclub, quizás una docena cada vez, y él las veía en vez de hacer de canguro”. Fiala no lo niega, pero subraya que "el niño todavía vive y no sufrió ningún mal". Cuando tía y sobrino empezaron a ver películas juntos, se dieron cuenta de que les gustaban las mismas. “Pero veíamos de todo, no sólo de terror: nos gustaba tanto Viernes 13 como John Cassavetes”, dice Franz.
La diferencia de edad no tiene importancia para Fiala (“Tengo amigos veinte años más jóvenes y veinte años mayores”) y sí, en cambio, el talante colaborativo que comparten él y Franz. “Yo he querido hacer películas toda la vida, pero nunca quise hacerlas solo, así que siempre las hacía con amigos –explica Fiala–. La primera vez que dirigí una película yo solo fue en la escuela de cine y fue horrible, porque se suponía que debía ser una figura dictatorial que llama a todo el mundo”. Cuando Franz le pidió que le ayudara a dirigir el documental Kern, Fiala se dio cuenta de que así era como él quería hacer cine, y Franz también.
“Suicidios indirectos” en la Austria del siglo XVIII
La última historia que atrapó a Franz y Fiala fue la de la epidemia de “suicidios indirectos” que se produjeron en Europa central durante los siglos XVII y XVIII, cuando mujeres deprimidas y con instinto suicida cometían un crimen horrible por ser ejecutadas –así evitaban la condena segura en el infierno de los suicidas–. La magnífica El baño del diablo, que se estrena el viernes y que tanto el público como el jurado de la última edición de Sitges consideraron la mejor película del festival, se inspira concretamente en los casos de dos mujeres austríacas que conmovieron a los directores. “Leímos la transcripción de los interrogatorios y nos parecieron increíblemente modernas, sobre todo lo que decían de la depresión”, dice Franz, y Fiala añade: “Es arrogante y estúpido pensar que la gente de hace siglos era muy diferente de nosotros. Agnes era una persona normal, muy parecida a nosotros, y explicar la su historia nos permitía hablar de un fenómeno histórico oculto y al mismo tiempo del mundo actual, que todavía pone mucha presión sobre todos nosotros, una presión que puede conducir a la depresión”.
El terror deEl baño del diablo emana de la desesperación que se instala en una joven campesina cuando la vida de casada revela las exigencias de una sociedad ultrarreligiosa, la de la Austria del siglo XVIII, que reserva a las mujeres un único rol: la maternidad. “Antes, el suicidio era un fenómeno masculino, pero durante esa época se feminizó y, al final, dos tercios de los suicidios eran de mujeres –explica Fiala–. Cada vez había más presión sobre ellas, sobre todo por quedarse embarazadas”. Franz matiza que "todo el mundo sentía la presión, incluso el marido de Agnes", y que "por eso la película no señala culpables: todos son víctimas". El vía crucis de Agnes lo recrea de forma extraordinaria Anja Plaschg, conocida por su proyecto musical Soap&Skin, con quien los directores contactaron inicialmente para hacer la banda sonora. “Le enviamos el guión para ver si estaba interesada, y reaccionó tan intensamente al personaje de Agnes, que nos dimos cuenta de que tenía una comprensión del personaje y su vida interior mejor que la nuestra, así que le dimos ofrecer interpretarlo. Era un riesgo porque no era una actriz profesional, pero algo nos decía que lo haría bien”, dice Franz.