Crítica de cine

El vampiro original del cine vuelve a la pantalla en Navidad

En 'Nosferatu', el director Robert Eggers reivindica el derecho del vampiro de ser una mala bestia

Lily Rose-Depp en la película 'Nosferatu', de Robert Eggers.
23/12/2024
2 min
  • Dirección y guión: Robert Eggers
  • 132 minutos. Estados Unidos (2024)
  • Con Lily-Rose Depp, Bill Skarsgard, Nicholas Hoult y Willem Dafoe

"¿Por qué hablas de amor cuando en realidad quieres decir sexo?", parece que quiera preguntar la maléfica Cuenta Orlok que habita el Nosferatu de Robert Eggers a su primo hermano Drácula. De hecho, más que en la versión no autorizada de la novela de Bram Stoker que FW Murnau convirtió en clásico del cine silente en 1922, la película parece tomar como referente (o, mejor dicho, como rival en batir) el Drácula que Francis Ford Coppola estrenó en 1992, disputándole la corona de refinamiento estético y planteando una enmienda a la concepción romántico-melancólica de la figura del vampiro, que en realidad fue definida por otro Nosferatu, lo que realizó Werner Herzog con Klaus Kinski en la década de los setenta. Eggers reivindica el derecho del vampiro a ser una mala bestia, pero añadiendo, como matiz clave, la posibilidad de que el desprecio no sea simplemente una fuerza externa, sino una manifestación de deseos inconfesables.

La idea se apunta ya al inicio de Nosferatu, que comienza en el punto exacto donde terminaba elopera prima de Eggers, La bruja: con una heroína rodeada de sombras, aceptando (suplicando, de hecho) el abrazo de la oscuridad. A partir de ese momento, cada nuevo ataque que sufre la protagonista, Ellen, cuando Orlok viola su mente, entrelaza la turbación con convulsiones y gemidos orgásmicos; una voluptuosidad que Lily Rose-Depp lleva hasta la incomodidad con gesto convenientemente animalizado. Esta dualidad entre el susto y la excitación es un reflejo de la mirada de Eggers, que nunca había disfrutado de forma tan evidente poniendo en escena los códigos del cine de género, de los detalles más morbosos (la plaga de ratas, motivo heredado de Herzog) al fuego que lo purifica casi todo y, sobre todo, filmando la noche como un baño de plata lunar que todo lo revela, las fantasías y también los pesadillas.

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