Arquitectura

La escala humana de Carme Pinós

El Museo Ico repasa la trayectoria de la arquitecta con una exposición de más de 80 obras y proyectos

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ANTONI RIBAS TUR
4 min
Dos obras de Carme Pinós: el Caixaforum de Zaragoza (izquierda) y la ampliación del hotel Son Brull

BarcelonaLa arquitecta Carme Pinós, la autora de la Escola Massana y del CaixaForum de Zaragoza, vive un gran momento de reconocimientos: ayer abrió las puertas en el Museo Ico de Madrid la exposición más ambiciosa de su obra, titulada Escenarios para la vida, y en noviembre otra muestra diferente de sus trabajos será el acto central de la III Bienal Mugak, la Bienal Internacional de arquitectura del País Vasco.

El montaje de Escenarios para la vida también es de Pinós y refleja la filosofía de su estudio: han convertido en virtud el obstáculo de encontrarse una sala llena de columnas y han conseguido crear “unos espacios dinámicos que no te dirigen, sino que tú vas eligiendo por dónde vas”, explica la arquitecta. El recorrido está dividido en tres partes, aprovechando las tres plantas del museo: primero hay ocho grandes fotografías en blanco y negro de ocho edificios que hizo en su primera etapa junto a Enric Miralles, como el cementerio nuevo de Igualada, considerado una de las obras más importantes en el Estado en los últimos cuarenta años; el instituto de secundaria La Llauna en Badalona, el Centre Cívic dels Hostalets de Balenyà y los malogrados edificios olímpicos para el tiro con arco. “Nos complementábamos muchísimo. Había una confianza total entre nosotros. Nos atrevimos muchísimo a explorar. Es más, creamos como un mundo cerrado, un mundo que era nuestra manera de hacer arquitectura, nuestra manera de relacionarlo todo”, recuerda Pinós en una entrevista con la arquitecta Izaskun Chinchilla recogida en el catálogo. El grueso de la muestra está arriba: hay planos, maquetas y fotografías de 80 obras y proyectos de sus tres décadas de trayectoria en solitario, y en el último nivel se puede ver una selección de 400 libros de su biblioteca para reflejar sus inquietudes intelectuales. 

Trabajar en México y en Francia sin poder salir de Barcelona

Queda pendiente que alguna de estas exposiciones se pueda ver también en Barcelona. La sede del Col·legi d’Arquitectes de Catalunya y los espacios gigantescos de exposiciones temporales del Museu del Disseny podrían ser buenos escenarios para acogerlas. Carme Pinós no ha parado de trabajar durante la pandemia, a pesar de las dificultades que le pone el covid a la hora de dirigir las obras de una vivienda en México y de seguir trabajando en un hotel en Tulum y en unas viviendas sociales públicas también en México. Así mismo, está a la espera de poder avanzar en el proyecto de la sede de una empresa de implantes de alta tecnología en la ciudad francesa de Limoges. En cuanto al impacto del covid en las ciudades, cree que se ha puesto de manifiesto “la necesidad del espacio público” y que hay que reivindicarlo como “un lugar de encuentro”. En relación con el urbanismo táctico que ha levantado tanta polvareda en Barcelona, cree que tiene que ser “provisional”. “Ahora es el momento de las superislas y las plazas. Barcelona se está planteando un pequeño cambio que creo que está bien, el Eixample es muy duro, es muy difícil pasear”, dice la arquitecta. “La pandemia nos ha hecho coger miedo de los transportes públicos –subraya–, pero esto se acabará, tenemos que confiar en los transportes públicos, el mundo individualista de cada cual en su coche no tiene sentido, tenemos que tener más confianza en la comunidad”.

1. La Torre Cube I de Guadalajara es el proyecto que dio a conocer internacionalmente el trabajo de Carme Pinós y, aunque es del 2002-2005, ha sido elegida de nuevo como ejemplo de nueva tipología de rascacielos para la actual exposición central de la Bienal de Arquitectura de Venecia

El objetivo del comisario de la muestra, el también arquitecto Luis Fernández Galiano, es reivindicar con contundencia la figura de Carme Pinós. “A Carme se la considera una arquitecta que deriva exclusivamente de Enric Miralles, con muy poca obra y una arquitecta fundamentalmente de la intuición, y yo he querido mostrar que tiene una voz propia”, advierte Galiano. “Es evidente que surgió de la etapa con Miralles, que dio ocho obras extraordinarias –explica–, pero Carme tiene treinta años de trabajo independiente y su obra también procede de la reflexión y del conocimiento, por eso también exponemos su biblioteca en diálogo con unas maquetas”.

El edificio de competición del tiro con arco de Enric Miralles y Carme Pinós en su estado original

Intervenir en el corazón de Barcelona y en el de Mallorca

La primera de las dos Torre Cube en México, considerada uno de los edificios más importantes del siglo XXI, ocupa un lugar muy importante en la trayectoria de Carme Pinós, porque supuso su estallido internacional en solitario, pero para Fernández Galiano también son muy relevantes dos trabajos más próximos: la Plaça de la Gardunya, porque Pinós tuvo la oportunidad “enorme” de construir la propia plaza, la parte posterior de la Boqueria, la Escola Massana y un bloque de viviendas en una zona “relativamente degradada” del corazón de Barcelona. “Hizo un esfuerzo para dignificar una zona abandonada”. Y dando un salto de la ciudad al mundo rural, Fernández Galiano destaca la ampliación del hotel Son Brull en la localidad mallorquina de Pollença, porque Pinós integró cuatro nuevos niveles usando unos muros de contención como los que se usan para cultivar en bancales. “Es un ejercicio de paisajismo formidable”, subraya el comisario. “No entiendo la arquitectura sin el concepto de contexto. La arquitectura construye paisaje o construye ciudad: no es una escultura”, dice Pinós en la misma entrevista. 

Carme Pinós ha dicho a menudo que los miembros de su estudio, ahora formado por una decena de personas, son su “familia”. Aún así, el proceso de proyectar un edificio lo empieza “en soledad” con unos “croquis muy sencillos”. Después, ya acompañada de algunos de sus arquitectos, hacen “unas maquetas conceptuales muy elementales”, de las cuales salen los planos y las maquetas finales. “Siempre pienso en cómo la gente experimentará, vivirá, mis edificios. Siempre pienso en su feeling, en la escala humana, y esto sin renunciar al hecho de que la arquitectura tenga un poderoso valor abstracto”, concluye Pinós.

La fachada posterior del mercado de la Boqueria de Barcelona, donde está la Plaça de la Gardunya, llena de turistas, vecinos y estudiantes.
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