Suu: "Escucho las canciones con mi terapeuta para ver qué me está pasando"
Barcelona"Que bonito puede ser echar de menos", canta Susana Ventura (Barcelona, 2000), Suu para la música, en el disco Karaoke (Halley Recuerdos, 2022). La cantante se sumerge de pleno en el pop-rock con ocho canciones bailables sobre el desamor, el amor no correspondido y los corazones rotos. Después de Natural (2018) y Ventura (2020), Karaoke convierte las rupturas y la nostalgia en una fiesta con ecos de El Canto del Loco y La Oreja de Van Gogh. La gira de Suu empezará el 28 de abril en el Festival Viñarock de Villarrobledo (Albacete) y pasará por el Strenes de Girona (1 de mayo), el Palau de la Música de Barcelona (14 de mayo, dentro del Festival del Milenio) y varios festivales de verano.
¿De dónde sale la necesidad de hacer este disco?
— Compongo todo el rato. Tengo un montón de canciones y, cuando decido hacer un disco, hago una selección. Ha llegado un punto de sobreproducción en el que tenía la necesidad de sacar música nueva. Siento que he tardado en sacar música, en dos años solo he lanzado el single Barcelona tropical. Ahora abro una nueva etapa y tenía muchas ganas de que pasara.
¿Es un disco fruto del confinamiento?
— Hay un par de canciones que fueron compuestas durante el confinamiento: Puro, que habla de mis amigos, porque cuando estábamos todos encerrados los echaba mucho de menos, y Nota de voz, porque me habían roto el corazón y necesitaba escribir una canción. Pero la grabación la he hecho a posteriori.
El disco habla de amores no correspondidos, de amores infelices, de desamor. Pero la música invita a celebrar. ¿Es una contradicción?
— La idea de karaoke engloba muy bien el espíritu de las canciones. Es un lugar donde vamos a cantar canciones tristes borrachos pero felices y en tono de celebración. Si me pongo a componer canciones tristes con una guitarra acústica y un piano triste, nos vamos todos a la fosa. Prefiero celebrarlo y sacarlo con canciones alegres que hacer un gran drama. En cambio, las canciones más alegres son un drama en realidad. Lo he cambiado todo.
¿En la vida también te lo tomas así?
— Me gustaría decir que sí, pero la verdad es que no. Generalmente, las canciones que escribo cuando estoy triste son tristes. El trabajo de producción viene después para conseguir que esto cambie. La melodía de la voz siempre es lo que se mantiene, pero la vestimenta le pone color, las hace menos tétricas.
¿Por qué en el disco no hay canciones sobre el amor romántico o sano?
— Hacer una canción del amor sano es muy peligroso, porque el amor sano es muy diferente para cada persona. Lo que yo necesite en una pareja quizá no es lo que necesita mi pareja. Se trata de irse mojando y de respetar muchísimo a la otra persona, tener muchas conversaciones, la mayoría dolorosas y que dan mucha pereza. Para mí es mucho más sencillo hacer canciones sobre lo que sé que no quiero, porque me resulta más fácil de decir.
Escribes sobre lo que te pasa. ¿Hasta qué punto te expones?
— Para mí componer es una terapia extrema. Escucho las canciones con mi terapeuta para ver qué me está pasando, porque es la manera más sencilla que tengo de expresarme. Me da miedo que las personas a las que van dirigidas las canciones averigüen que son por ellas. Me refugio bastante en la lengua. Como utilizo el catalán como lengua habitual, cuando canto en castellano siento que la persona a la que va dirigida no se sentirá aludida. El catalán me hace sentir vulnerable, más desnuda. Por eso las canciones más intensas y explícitas son en castellano y, en cambio, las que son de amor, como mis amigos y mi pareja actual, son en catalán.
La cuestión de la lengua generó críticas. Mucha gente lo atribuye a una estrategia vinculada a la industria, al hecho de que en castellano llegas a más gente.
— Desde el principio he compuesto más en castellano que en catalán. Me parece una crítica absurda y una manera de atacarme. Estoy muy concienciada con la lengua, consumo muchísima cultura en catalán y entiendo la importancia. Pero soy artista y si mi cerebro me pide escribir en castellano, no me quiero limitar ni ponerme a traducir canciones. Entiendo y respeto las opiniones, pero, si tuviera que hacer lo que la gente espera, no sería igual de sincera.
¿Has escrito sobre cosas que no tengan nada que ver contigo?
— Lo he intentado mucho, sobre todo cuando hago colaboraciones con otros artistas, pero me cuesta cantar sobre cosas que no me pasan. No me las creo tanto. En este aspecto soy una artista atormentada que necesita explicar lo que me pasa. Es muy egocéntrico todo ello, pero me funciona.
Venías del indie de Ventura y ahora has hecho un disco completamente de pop-rock. ¿Por qué?
— Siempre me apetece hacer música que después tenga ganas de escuchar. He querido acercarme a mis referentes de adolescencia, que para mí son casa, como El Canto del Loco y La Oreja de Van Gogh. Empecé a componer canciones porque quería ser Amaia Montero. Es inevitable que en el disco haya melodías similares a las suyas. No son fruto del plagio, sino que son las que tengo dentro, me han enseñado a cantar y sin querer me acerco a ellas. Que la gente me diga que las canciones del nuevo disco les recuerdan a La Oreja de Van Gogh es un halago espectacular. Me caso.