Todo lo que explican los restos óseos de los condes de Urgell
Dos de los hombres tenían la tisis, y los restos del más joven fueron descarnados
BarcelonaLos resultados de la primera fase del estudio de los restos óseos de los condes de Urgell superan todas las expectativas. Hace una semana los técnicos abrieron las dos oseras que hay en la iglesia del monasterio de Santa Maria de Bellpuig de les Avellanes, situado en Os de Balaguer (Noguera), con el objetivo de realizar un estudio antropológico para profundizar los conocimientos sobre Ermengol X, sus padres, Álvaro I y Cecilia de Foix, y su hermano Álvaro II.
A pesar de que la historia de estas oseras es bastante tortuosa, los restos tienen un alto grado de conservación y el perfil biológico es compatible con lo que se conoce documentalmente sobre los condes. Por el momento, se ha podido corroborar que entre los restos óseos se encuentran los de cuatro individuos adultos: tres de sexo masculino y uno de sexo femenino. Habría dos hombres y una mujer entre 30 y 40 años, y otro hombre que tendría entre 55 y 65 años. Éste último sería seguramente Ermengol X, que murió a los 63 años. Los hombres eran bastante altos: superaban los 1,80 metros.
El esqueleto de Ermengol X tiene alteraciones óseas en los extremos de los huesos largos, con porosidad y engrosamiento de la capa externa. Son dos peculiaridades que normalmente se asocian a patologías pulmonares crónicas. De hecho, las fuentes documentales indican que tanto Ermengol X como su padre pudieron sufrir la tisis.
El más joven, descarnado
El esqueleto de uno de los hombres jóvenes tenía muchas marcas incisivas en varios puntos, compatibles con maniobras de descarnamiento y desarticulación practicadas poco después del momento de la muerte. Este esqueleto sería el de Álvaro II, que murió en la Guerra de las Vísperas Sicilianas, el conflicto por el dominio del Reino de Sicilia y el control naval del Mediterráneo que tuvo lugar entre 1282 y 1303. En la Edad Media no era fácil transportar un cuerpo entero desde el extranjero. Era bastante antihigiénico y las clases más acomodadas y aristócratas optaban por separar el tejido de los huesos.
En las oseras también se han encontrado fragmentos de madera y de láminas de zinc. La explicación se encontraría en todo lo que ocurrió en el siglo XX. En 1906 todo el monasterio de Bellpuig fue puesto a la venta y lo adquirió el banquero leridano Agustí Santesmases por 27.000 pesetas. Santesmases vendió sus sepulcros a la Fundación Rockefeller, que los dio en el museo The Cloisters de Nueva York. Los restos óseos no interesaron a todos estos negocios y terminaron en un agujero de la sacristía de Bellpuig. Más tarde fueron recogidas y depositadas en una caja de madera forrada de zinc en la iglesia de Vilanova de la Sal. En 1967 una comisión del Ayuntamiento de Os de Balaguer y representantes de la nobleza catalana cogieron la arqueta y bajo sello notarial la volvieron a enterrar en la iglesia de Santa María de Bellpuig de les Avellanes.
En las oseras se han encontrado también restos óseos de otros individuos. Con la desamortización del ministro liberal Mendizábal, en 1835, la comunidad eclesiástica abandonó el monasterio y los bienes históricos y religiosos fueron puestos a la venta. A partir de ese momento, hubo diferentes alteraciones, traslados y manipulaciones que podrían haber afectado a la disposición y estado original de los cuerpos.
Con todos estos resultados, los técnicos han decidido continuar la investigación. Se realizará un análisis detallado de las lesiones incisas y paleopatológicas; la datación radiocarbónica de los cuatro esqueletos; el estudio genético para determinar el grado de parentesco entre los individuos; el estudio radiológico para identificar patologías específicas; y el análisis genético para detectar la presencia de las bacterias de la tuberculosis.