Albert Pla, invitado a la fiesta latina de Óscar D'León en el Cruïlla
Chucho Valdés y Grupo Niche ponen ritmos afrocubanos y salsa en la segunda jornada del festival
BarcelonaAlbert Pla fue el invitado rumbero en la fiesta de salsa que propuso el Cruïlla el jueves en el Parc del Fòrum. Fiesta grande en los tres escenarios principales, que culminó con la actuación del legendario cantante venezolano Óscar D'León, justo el día que cumplía 81 años. Quien sabe cuánta gente de la que ayer estaba en el Cruïlla fue a ver a Marc Anthony en el Palau Sant Jordi el 13 de junio, la noche que antes del concierto el público cantó Llorarás como si en ese momento no hubiera nada más importante en el mundo. El caso es que ayer esta canción también tuvo un impacto abrumador entre el público del Fòrum cuando la cantó Óscar D'León. Entra directamente en la lista de los mejores momentos de la música en directo de ese año; de hecho, todo el concierto fue excepcional y fue disfrutado por el público de una manera como se ha visto rara vez en el Cruïlla.
El sonero mayor, la leyenda, un león con brilli-brilli en la camiseta y el carisma de los artistas que salen con una misión: animar al público y atraparlo en una red de felicidad y ritmo. Lo hizo sin pausa, enlazando temas hasta el delirio con la confianza que da una orquesta larga y muy versátil que respeta una voz todavía poderosa también en el registro alto. "Aceptamos peticiones", dijo... Y hace Detalles, con la gente bailando y cantando la estrofa "Sácala, llévala al cine (...) Quítale el alimento en la pierna, trátala con mucha dulzura". Una mujer grita La mano. Alguien pide el bolero Frenesí... Las hace todas, también la inmortal Qué bueno baila usted de Beny Moré. La imparable máquina del ritmo es un concepto inventado para contar noches como esta.
Chucho Valdés y Grupo Niche
Mucho antes, más de treinta grados de temperatura y un sol despampanante recibieron a Chucho Valdés a las 18 h. El pianista cubano era el encargado de abrir la segunda jornada del festival en el escenario Estrella Damm, la dedicada sobre todo a los ritmos caribeños. Valdés, habitual del Festival de Jazz de Barcelona, venía esta vez liderando la reencarnación de Irakere, el majestuoso proyecto de jazz afrocubano que fundó en 1973. Profesional por naturaleza y con una banda extraordinaria (incluido su hijo Julián en la percusión), despachó ritmo con criterio y sensibilidad bailable, más salsera y timbera cuando tomó protagonismo el cantante Ramón Álvarez, buena voz y todo carisma.
En este magnífico concierto inaugural no faltaron joyas de Irakere de la dimensión de Bacalao con pan, pura magia rítmica de jazz afrocubano. Eran las seis y media de la tarde y el público, que se refugiaba en las zonas de sombra, ya bailaba, calentando para una jornada que invocó el baile hasta el final.
Buena parte del público de Chucho Valdés acudió a continuación al escenario Occident para bailar con Grupo Niche, la formación colombiana fundada por Jairo Varela (1949-2012) a finales de los años setenta y dirigida por el trompetista José Aguirre desde 2015. “Salsa y esencia colombiana”, anunciaron antes de empezar con La negra no quiere, todo un clásico. Pero el sonido no acompañó, porque los graves resonaban demasiado. Eso sí, la orquesta llegaba con la euforia de la clasificación de Colombia para la final de la Copa América de fútbol, y ese espíritu de celebración empapó también las piezas de salsa romántica, como Una aventura, recibida con honores por el público, Algo que se quede, Gotas de lluvia y Hagamos lo que diga el corazón, que hicieron cantar a espectadoras y espectadores alternativamente. Aún no eran las ocho y bailar, incluso en pareja, era la única opción, sobre todo cuando sonaban descargas tan rotundas como la de la triste historia de Ana Milé, con los trombones funcionando a muy buen nivel. "¿Hay latinos aquí?", pidió uno de los cantantes. La respuesta: un griterío, más intenso cuando se hicieron notar los colombianos.
Justo después de Grupo Niche, a las ocho y media, Albert Pla empezó solo con la guitarra eléctrica interpretando Antònia Font, la canción del verso “jo vaig follar amb Antònia Font en un avión”, una elección muy adecuada para abrir un concierto en el escenario Vueling. Ya con la Surprise Band en escena, puso en marcha la máquina rumbera con Marcelino Arroyo del Charco, siempre con el guitarrista Diego Cortés como escudero imprescindible y Judit Farrés pasando el ritmo por la criba electrónica, como hizo en la versión anticapitalista de la experiencia religiosa de Enrique Iglesias, en el paseo por el lado más salvaje de la vida de Lou Reed y también en El legado del pastor, convertida en carne de rave, cómo La dejo o no la dejo, el tema de la novia terrorista que ahora enlaza con la versión de Soy rebelde de Jeanette. Albert Pla, el amor y el humor.
Este show de Pla, bien jugado en el contexto festivalero, es imbatible, lleno de los singulares grandes éxitos del artista de Sabadell como Carta al rey Melchor (que levantó fervor antimonárquico en el Fòrum), La sequia, Joaquín el necio, La dama de la guadaña o la impresionante road movieJuerga catalana, canciones que, estrujadas, siguen sonando únicas y refrescantes. El horario concierto de Albert se solapaba con el de la puertorriqueña Olga Tañón, que reunió a un gentío dispuesto a pasar un rato bailando sobre todo merengue. El Cruïlla acertó hace tres años abriendo la programación a la salsa y los ritmos latinos más clásicos porque han incorporado nuevo público al festival y porque en la mayoría de los casos los artistas ofrecen conciertos muy notables.