Exposición

Las imágenes gigantes y adictivas de Jeff Wall llenan La Virreina

El centro de la Rambla abre una exposición gratuita con 35 sus míticos 'tableaux' fotográficos

BarcelonaAnte los enormes cuadros del fotógrafo Jeff Wall (Vancouver, 1946), una de las superestrellas más cotizadas de la fotografía contemporánea, el visitante tiene la sensación de que podría quedarse media vida. Sus imágenes, que tienen la composición de una pintura pero el estilo llamativo de un fotograma de cine, capturan un momento preciso y al mismo tiempo sugieren universos posibles. El recorrido que se puede ver desde este viernes y hasta el 13 de octubre en La Virreina Centro de la Imagen es un paseo esencial por la obra de Wall: 35 cuadros fotográficos de gran formato (de ahí que lo llamen) tableaux) que hacen quedar casi pequeña la planta noble del palacio de la Rambla, que tiene entrada gratuita.

El propio artista ha presentado la exposición titulada Cuentos posibles. Sus obras, en efecto, dan la sensación de ser el inicio perfecto de una buena historia. "También se podría decir Cuentos no escritos, porque se trata de una obra literaria, lo que ocurre es que no la he escrito", explicaba el artista ante una fotografía de aire kitsch de un joven que mira en un espejo, pero de quien no vemos el reflejo. En sus manos, un momento anodino cómo la limpieza de los cristales del pabellón Mies van der Rohe se convierte en todo un evento. "Tenía el tema, pero había que encontrar el momento. Eran las siete de la mañana y tuve unos siete minutos para tomar la fotografía", recordaba. La iluminación del sol debía quedarse en paralelo a la línea del mármol.

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Un enigma inexplicable

La exposición no está ordenada ni cronológicamente (las obras abarcan toda su trayectoria, desde los años 80 hasta la actualidad) ni temáticamente (porque las concibe como mundos aislados), pero el comisario y experto en la obra de Wall , Jean-François Chevrier, ha trazado unos lazos singulares entre las piezas que el espectador puede llegar a intuir, pero tampoco es imprescindible. Por ejemplo, en una sala el peso de la gravedad puede ser el tema que se repite en tres imágenes: la de un niño que cae de una casita de madera, una chica triste que hace el péndulo con un collar y las grietas unas rocas. También atan dos imágenes en las que se ven los estragos de la crisis del 2008, con un señor que extrae gasolina de un coche abandonado y otros que reaprovechan un motor. El enigma, la masculinidad, la alegoría o la forma irregular de los objetos pueden ser otros cuentos posibles para esos "pinturas vivientes de la vida moderna", dice.

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Exponer 35 obras puede parecer poco, pero –aparte de que sus dimensiones dificultan la logística y el coste de cualquier muestra– resulta que Wall sólo ha producido 200 fotografías en 45 años, es decir, entre 4 y 5 imágenes al año. A veces necesita sólo unos minutos para tomar una foto y otras veces le requieren seis meses. Es el caso de la reproducción minuciosa que hizo del prólogo deUn hombre invisible de Ralph Ellison: la habitación de un inmigrante negro del sur que vive en un sótano de Nueva York de principios del XX donde coloca todos los detalles de la novela, incluidas 369 bombillas.

Si bien la puesta en escena es crucial en algunas imágenes, en otras sí que se acerca a un sitio como si fuera un fotoperiodista, en fotos que suelen exponer en blanco y negro. Wall asegura, por mucha preparación que haya, que el momento preciso en el que disparará la imagen buena siempre es inesperado. "Tengo un punto de inicio, pero la composición es cómo escribir un poema: ir haciendo un verso tras otro. La fotografía sale cuando cristaliza una composición, sale de la observación", explica. "Como artista, de joven quería retar el juicio de lo que piensa la gente sobre el arte, y ahora esto está ahí pero también me gusta que sencillamente lo disfruten", sentencia, en un centro expositivo ante el que pasan 200.000 personas cada día (300.000 el fin de semana).

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