Anne Carson: "Mamá nos tenía prohibido caminar hacia atrás"
El Palau de la Música acoge el 40º Festival Internacional de Poesía con la participación de Anne Carson, Adrià Targa, Ana Blandiana y Shota Iatashvili
BarcelonaDesde hace cuarenta años, cada mayo los versos se apoderan durante una noche del Palau de la Música Catalana "como un gesto de delicada insurrección". Lo recuerdan Maria Callís y Manuel Forcano, directores del festival Barcelona Poesía, en el prólogo del libro que los asistentes al recital, salpicado de los paisajes sonoros y lumínicos a cargo de Clara Aguilar, se llevaron a casa después de una hora y media intensa en la que pudieron adentrarse en la voz sutil de la rumana Ana Blandiana, en la ironía del georgiano Shota Iatashvili y también en la enigmática Anne Carson, uno de los grandes reclamos de la velada, que ha leído una decena de poemas en prosa del lejano Short talks (1992).
La autora canadiense, que ha aparecido en varias ocasiones en las quinielas del premio Nobel de literatura, ha dedicado breves reflexiones impregnadas de lirismo alHomo sapiens, en las truchas de río, en el exilio del poeta Ovidi ("cada noche hacia esa hora se viste con la tristeza como si fuera una prenda y sigue escribiendo") ya la escultora Camille Claudel, que vivió los últimos treinta años de su vida en un manicomio. Ha estado hablando de un recuerdo vinculado a su madre cuando Carson ha conseguido conectar más con los asistentes: "Mamá nos tenía prohibido caminar hacia atrás. Así es como caminan los muertos, decía. ¿De dónde había sacado esta idea? Quizás de una mala traducción. nos volviéramos. Muchos de ellos son víctimas del amor".
De Carson podemos leer en catalán varios libros, como por ejemplo La belleza del marido y Norma equivocada, todos ellos publicados por Vaso Roto y traducidos por Núria Busquet Molist, que también se ha ocupado de la antología de Short talks leída en el Palau de la Música. Durante el Festival Internacional de Poesía, sólo la mitad de las linternas del público se han encendido para iluminar el libro y poder entender lo que decía Carson. Han sido mayoritarias en el caso de Shota Yatashvili, que ha conseguido arrancar unas cuantas sonrisas con Carta de antimotivación, poema sabre un "suicidio muy extraño": "Cuando ponga la cabeza en el horno, Gazprom me cortará el gas", declamó. Las linternas también se han encendido para descifrar qué explicaba el húngaro Márton Simon, que ha dedicado al Tetris uno de sus "poemas largos y aburridos" -así los ha definido en catalán-, y la rumana Ana Blandiana, autora de libros como Mi patria A4, publicado por Café Central y traducido por Corina Oproae. Suena así de bien: "Juego con niños que se convertirán en adultos / y trato de aplazar el instante / en el que me rasgarán con fruición, / ya adultos, / cada vez más adultos, / cada vez más, / demasiado más, / mientras yo me quedo sola en la infancia".
En cuanto a las lenguas peninsulares, este año se ha podido escuchar a Berta García Faet ("¿nihilismo o pétalo?", hacia lo que acaba Cuestionario prematrimonial), la aforística Lupe Gómez (que se ha atrevido a definir la libertad con estas palabras: "Correr, / cuesta bajo, / chocando cuerpo corno / das vacas") y Adrià Targa, que el año pasado publicó dos libros impresionantes, la novela en verso Arnau (Proa) y la recopilación Acrópolis (Godall), con el que ganó los Juegos Florales. En uno de los poemas que ha recitado, ha pedido al público que imitara el oleaje del mar haciendo temblar una hoja del libro que todo el mundo tenía en su regazo. Y en Soneto a los treinta y siete años ha afirmado, antes de que el público le jaleara: "Me preocupa / que solo me hayan dado esta boca / por besar y por cantar, que sea / tanta la muerte, que ningún poema la ocupa".