¿Cuántos árboles necesita una ciudad?

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Fitópolis, la ciudad viva.

Estamos a las puertas de un nuevo verano, que en las ciudades volverá a ser irrespirable. ¿Tienes tu refugio climático identificado? ¿Podrás huir al mar o la montaña? Una vez más, constatamos que la modernidad urbana se ha vuelto en contra nuestra. Sí: a pesar de la creencia ilustrada, hace tiempo que sabemos que el progreso no es lineal.

El 55% de la población humana vive en las ciudades. Más de 4.000 millones de personas. Se calcula que en 2070 serán el 70%. La realidad de las ciudades empezó hace unos 12.000 años. Los 290.000 años precedentes habíamos sido nómadas, cazadores recolectores. A principios del siglo XX aún sólo el 16% vivíamos en ciudades. Entonces ya había empezado el movimiento higienista para devolverlas más saludables y naturales. El Eixample de Barcelona de Ildefons Cerdà es un ejemplo: calles anchas, árboles, manzanas interiores ajardinadas (pronto se tergiversó este objetivo). Un siglo más tarde, las megalópolis, caóticas y de gran densidad urbana y humana, han olvidado de nuevo la naturaleza.

En el ensayo Fitópolis (Galaxia Gutenberg), el neurobiólogo Stefano Mancuso defiende la urgencia de volver a llenarlas de árboles. La falta de vegetación, las altas temperaturas, la impermeabilidad del suelo, la contaminación del aire (provoca una de cada seis muertes en el planeta), la propagación de epidemias (no sólo el covid, también, por ejemplo, la tuberculosis) ... Todos son factores de mala vida. ¿Cuántos de estos 4.000 millones de personas querrían volver al campo, si tuvieran un modus vivendi? ¿Cuántos humanos sentimos nostalgia de la naturaleza?

Mancuso mira las ciudades como si fueran seres vivos, metabolismos con entrada y salida de flujos de energía y de materiales. Se asemejan más a un animal que a una planta. Y son muy ineficientes. Como un parásito, una ciudad consume cantidades ilimitadas de recursos y acumula montes de residuos. Genera una gran impronta ecológica, sobre todo para alimentarse. El mundo natural tiene un metabolismo circular –los residuos de un organismo son el sostenimiento de otro–, mientras que en el mundo urbano el metabolismo es lineal: los recursos entran y se desperdician. Solo 25 megaciudades son hoy las responsables de producir el 52% de las emisiones de gases de efecto invernadero. 350 ciudades de la Tierra ya experimentan condiciones de calor extremo.

¿Hay solución? Sí. Renaturalizar a las ciudades a través de la innovación tecnológica y social. En Seúl han plantado 16 millones de árboles para reducir al mínimo las islas de calor y la contaminación en polvo fino. Reverdecer las cubiertas de edificios y volver a pavimentos porosos –sí, de tierra, como se ha hecho en un cruce de la barcelonesa calle Consell de Cent– son otras medidas a tomar. O actuamos o deberemos migrar hacia zonas más vivibles, como siempre ha hecho la humanidad y cómo, por cierto, tal y como nos recuerda Mancuso, también hacen los árboles: en la península Ibérica, las poblaciones de haya y encina cada vez están en cotas más elevadas. Y lo mismo ocurre con el cultivo de la viña.

Pero la propuesta de Mancuso no consiste sólo en plantar árboles, sino también en hacer que las ciudades se comporten como los árboles, como estos olivos milenarios de troncos retorcidos: "El secreto está en construirse de manera modular, sin órganos especializados simples o dobles [corazón, pulmones]. El secreto es difundir, más que especializarse. Es una planta y no un animal". Una ciudad, como un árbol, no puede moverse. El modelo animal es jerárquico, especializado y en movimiento. El de las plantas es descentralizado y arraigado. Mancuso es también autor del ensayo Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal (Galaxia Gutenberg). La apuesta debe ser por la biodiversidad ciudadana, en sentido literal (con mucho verdor) y en sentido figurado (algo de todo en cada barrio: jardines, negocios, viviendas, puestos de trabajo y ocio...).

Una imagen para terminar: la idea de que las calles son para los coches se remonta sólo a hace 100 años. "Dentro de unos años, miraremos con asco las imágenes de nuestras calles con coches aparcados y en movimiento". Las calles deben tender a ser bosques o "ríos de árboles". Cuanto antes lo hagamos, mejor.

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