Cómic

"El artista debe ser contracultural. Siempre se debe ir a la contra"

Javier Pérez Andújar y Raquel Gu celebran la amistad y la aventura en el cómic 'La señora Marga y los vampiros'

BarcelonaUna abuela del Clot, un camarero de origen chino, un ex legionario tuerto y un perro que no habla, pero que se hace entender. Marga, Quico, Miguel y Macuto son el núcleo a partir del cual Javier Pérez Andújari Raquel Gu orquestan un viaje delirante y lleno de sorpresas en el cómic La señora Marga y los vampiros, que publica Ventanas en catalán y Liana en castellano. Ésta troupe galáctica liderada por Marga y dibujada con un trazo de gran viveza que recuerda al del maestro Raf atraviesa una Europa imaginaria para salvar a Julia, el fantasma que se esconde en el carro de la compra de Marga y que, al mismo tiempo, el vampiro Virgilio tiene secuestrada en su castillo. Por el camino encuentran un catálogo bien heterogéneo de personajes, desde el Home Llot –que recuerda más a la Cosa del Pantano que al Home Llop– hasta una niña reversible y vampiros a raudales, incluso uno que se parece a RuPaul y otro clavado a Robert Smith de The Cure.

De algún modo, la aventura improvisada de estos amigos se refleja en la de los autores, que se conocieron cuando el escritor presentó el cómic de Raquel Gu La edad estupenda en la librería La Llama. "Después quedamos alguna vez y Javier me propuso hacer unas tiras, y así empezó la historia –recuerda la dibujante–. Pero nos dimos cuenta de que nadie nos publicaría unas tiras con la frecuencia que necesitábamos y pensamos que podíamos hacer directamente una recopilación de tiras o, puestos a hacer, un álbum", . Según Andújar, es "un álbum realizado por WhatsApp", ya que sólo han quedado en persona "cuatro o cinco veces". "Ha sido muy orgánico –subraya Gu–, cómo sacar unos juguetes y ponernos a montar una historia", confiesa. El escritor siempre le enviaba los guiones de cuatro en cuatro páginas. "Es el ritmo de la BD, porque era el número de páginas que se publicaban de Mortadelo o Astérix cuando se serializaban en una revista", dice Pérez Andújar.

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El escritor ya debutó como guionista de cómic el año pasado con El designio (Autsaider Comics), una exuberante y polimórfica odisea underground dibujada por Laura Pérez Vernetti. Para él no hay ningún "salto" de la literatura en el cómic y defiende una "continuidad" en su "escritura permanente". "Son técnicas distintas, pero no dejas de escribir –dice–. Es como consumir para los adictos, la cuestión es escribir", confiesa el escritor. Si no importa en qué disciplina escribes, tampoco importa en qué lees, claro. "Me da igual leer Corto Maltés que La montaña mágica –afirma Pérez Andújar–. El resultado y las emociones son diferentes, pero el acto físico de la lectura está ahí", añade. En el cómic, reconoce, hay un "intermediario entre él y el lector", que es el dibujante, pero se encuentra "muy cómodo", en esta situación. "Escribir para dibujantes es como ser guitarrista de flamenco, tú tocas para que un toque. El dibujante es sagrado", dice. Gu lo comprobó al ver cómo, una vez que ella enviaba los dibujos, él cambiaba los diálogos para ajustarlos a las expresiones. "Y a mí los primeros diálogos ya me gustaban, pero los siguientes eran aún mejores", asegura.

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De Lang Lang a Maruja Torres

El resultado de este diálogo creativo es una aventura que transmite una sensación de espontaneidad muy orgánica, un viaje en el que, al pasar la página, puedes encontrarte cualquier cosa: un príncipe del blues cantando su pena, un baile de vampiros o Maruja Torres con un saco a prueba de endemoniados. Como dice Quico, "los puentes son imprevisibles, nunca se sabe lo que hay al otro lado". "Este flow, ese rock'n'roll que tienen las viñetas es así porque los personajes están muy vivos, muy trabajados", asegura Gu. Cada personaje tiene su referente: Marga se inspira en la señora inglesa de una famosa foto de Català-Roca; el modelo de Quico es el pianista Lang Lang, y el de Miguel, el actor del Holnawood clásico Wal. hablar castellano lleno de expresiones pintorescas y de difícil adaptación. Fue una decisión –consensuada con la editorial– del traductor al catalán del cómic, el también escritor Martí Sales.

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La señora Marga y los vampiros también destaca por la pureza con la que entiende el cómic como un espacio en el que pasan unas cosas y se llaman otras que nunca funcionarían en el cine ni en la literatura. "Cada medio te permite contar unas cosas –explica Pérez Andújar–. Que bajen un coche con cuerdas de un acantilado solo puede funcionar en un cómic, solo así puede ser verosímil. Cuando escribes teatro no puedes escribir novela, y viceversa. Y la prueba es que pocos novelistas han triunfado cómico amigo y un cómico hablando escribiendo teatro. novela, la ha cagado. Y eso no quiere decir que los personajes hablen como en los cómics de Bruguera todo el rato, también pueden hablar como Corto Maltés o como a los cómics de Muñoz y de Sampayo", concluye.

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La reivindicación del escritor contrasta con un panorama del cómic que, a raíz de la eclosión de la novela gráfica, ha incorporado registros cada vez más literarios y de género social. La misma Gu reconoce que, mientras ultimaban La señora Marga y los vampiros, ella y el guionista se dieron cuenta de que habían hecho "un cómic como los que ya no se hacen". Pero Pérez Andújar asegura que su objetivo no era recuperar un estilo en extinción. "No es que lo eche de menos y quiera que exista –subraya–. Mi actitud es contracultural. El artista debe ser contracultural: si algo no se lleva, debemos hacerlo. Siempre hay que ir a la contra. ¿Ahora qué se lleva, contar la vida? Pues a la mierda, contar la vida".