Literatura

El asesinato como propuesta política: Filipinas de Rodrigo Duterte

En 'Alguien debe matarlos', Patricia Evangelista explica con detalle y desde todos los ángulos cómo fue la guerra de Duterte “contra las drogas” entre 2016 y 2022, sus seis años de mandato

'Alguien debe matarlos'

  • Patricia Evangelista
  • Comanegra / Reservoir Books
  • Traducción de Anna Llisterri
  • 408 páginas / 22,90 euros

Durante las campañas electorales todos los políticos hacen promesas. Algunas parecen factibles y resultan creíbles para los electores, pero los propios políticos ya saben que no podrán o no querrán cumplirlas. colosales denota, al menos, determinación, coraje y compromiso por parte de quien las realiza. Rodrigo Duterte hizo campaña para convertirse en el nuevo presidente de Filipinas, nadie se creía que pudiera o que quisiera cumplir las promesas bárbaras que repetía en cada mitin y en cada entrevista de restablecer el orden y la seguridad ejecutando sumariamente y en demasiados tantos traficantes de droga y tantos yonquis como pudiera. Una vez llegado al poder en el 2016, Duterte sí cumplió lo prometido. Y empezó la matanza.

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En el libro Alguien debe matarlos. Crónica de la violencia en mi país, Patricia Evangelista (Manila, 1985) explica con detalle y desde todos los ángulos cómo fue la guerra de Duterte "contra las drogas" durante sus seis años de mandato (2016-2022). Lo hace en primera persona, poniéndose a ella dentro del relato pero siempre de una manera inteligente y discreta, no para acaparar protagonismo sino para complementar la dura frialdad cruel de los hechos con viveza anímica y temperatura ética, con una visión personal de la complicadísima historia filipina (colonia española, colonia norteamericana, dictaduras, interferencias sobre el extranjero) periodístico en un país en el que el poder se sabe impune y, por tanto, con la misma facilidad implacable es capaz tanto de manipular las palabras y los discursos públicos como de aplastar a los disidentes y los críticos. Así, el párrafo final del prólogo es una declaración de principios cívico-morales y al mismo tiempo una reivindicación programática del rigor profesional: "Este es un libro sobre los muertos, y sobre las personas que dejan atrás. También es una historia personal, escrita con mi propia voz, como ciudadana de una nación que no puedo reconocer como mía de las personas de mi mate de las personas de mi mate de las personas de mi mate de las personas de mi mato. libro porque me niego a dar el mío".

Años persiguiendo la violencia

Al igual que los mejores libros de este tipo, Evangelista le ha estado escribiendo durante años y sin siquiera ser consciente de que lo estaba escribiendo. Periodista del medio de comunicación Rappler, antes de la llegada de Duterte a la presidencia del país Evangelista ya se había especializado en el periodismo del trauma y la catástrofe. Iba a donde moría la gente, ya fuera a causa de un tifón o por un asesinato, y hacía la noticia. Cuando Duterte, con su populismo incendiario y sus mentiras manipuladoras, llegó al poder haciendo creer a la gente que Filipinas estaban a punto de convertirse en un narcoestado y que para evitarlo hacía falta mano dura (medidas draconianas extremas, ejecuciones extrajudiciales por parte de escuadrones de la muerte, abusos de poder de toda de las abuelas choque, pero ya sabía cómo hacer su trabajo. Y acumuló un material literalmente increíble. En el libro, incluye conversaciones, historias y situaciones con víctimas y sus familiares, con periodistas aún más bregados que ella, con políticos y responsables policiales, y también con sicarios. El resultado es un mosaico escabroso y trágico de vidas atravesadas por la pobreza, por el miedo y por una violencia que se enciende, se extiende y avanza como un incendio.

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Consciente de que para explicarles bien necesita poner contexto a los seis años de Duterte presidente, Patricia Evangelista dedica muchas páginas también a la larga historia de Filipinas, desde el doble dominio colonial español e yanqui hasta la dictadura de Ferdinand Marcos y las luchas de la oposición cuando pasó por todos los años que Dutrete aplicó la pequeña ciudad de masa de la ciudad Davao. Los muertos que llenan las páginas de este libro son tantos, y las formas de muerte son tan distintas y tan iguales, que la lectura es incómoda y agotadora. La prosa robusta y valiente de Evangelista hace que también sea hipnótica, instructiva, apasionante.