El boxeo femenino merecía una novela heroica como esta
En 'Golpe de luz', de Rita Bullwinkel, cada combate es el escenario también del pasado y del futuro de las luchadoras
- Rita Bullwinkel
- La Segunda Periferia
- Trad. Ferran Ràfols
- 224 páginas / 20,50 euros
He aquí una novela heroica. Porque es audaz y electrizante y porque eleva a la categoría de heroínas a unas pobres chicas que, en manos de cualquier otro escritor, no serían mucho más que unas secundarias. Lo que otro habría resuelto con un retrato sórdido, sucio y oscuro sobre unas desdichadas que han encontrado en el boxeo una vía de escapada, una joven debutante llamada Rita Bullwinkel (California, 1988) ha decidido narrarlo como una leyenda épica, un relato mítico con unas protasas luchan por un espacio donde poder existir. Ya basta de panteones con atletas masculinos de cuerpos perfectos: haga sitio para las curvas musculadas de las boxeadoras de Reno, Nevada.
Las ocho chicas que se esconden debajo de estas diosas tienen menos de dieciocho años y participan en la Copa Hijas de América, un torneo anual que se celebra en un polideportivo polvoriento perdido en medio de Estados Unidos. Las boxeadoras se enfrentan en un cuadro que tiene cuatro parejas a cada lado, hasta la gran final a la que sólo pueden llegar dos. Cada capítulo narra uno de esos combates, siempre de ocho asaltos: asistimos a golpes, saltos, salpicaduras de sangre y chorros de saliva que se suceden en cualquier combate de boxeo, pero, y aquí es donde la novela empieza a subirse, cada combate es el escenario también del pasado y del futuro de las luchadoras.
Un observatorio privilegiado
Gracias a un narrador omnisciente y clarividente, descubrimos de dónde vienen y hacia dónde irán, cómo será cada una de las vidas de estas chicas: cuáles acabarán detrás de un mostrador cualquiera, cuáles tendrán familia y cuáles no, cuándo morirán y qué pensarán exactamente en el momento de su muerte, así como qué están pensando justo antes de. Penetremos dentro de la mente de cada una de ellas y saltamos atrás y adelante sobre el hilo de su vida. Y lo descubrimos, además, a trompicones, pequeños párrafos escritos con una prosa limpia y directa, como un buen golpe, pero también llena de pequeñas imágenes y metáforas que intentan convertir el boxeo en una especie de danza ritual que supere el deporte violento que no deja de ser. La luz que se filtra por las ventanas del pabellón es una cascada de oro, por ejemplo, y las vidas de cada una de las chicas se reproducen visualmente en discos que se colocan uno sobre otro.
Pero Bullwinkel no sólo lo hace hermoso. Ha querido escribir sobre los repliegues del tiempo y del destino, y sobre qué significa construirse un camino a la vida o tener un estilo propio: "No es eso que las hace diferentes. Es el mundo que cada una ha construido para enclaustrarse". Nos ha regalado un observatorio privilegiado a los lectores: el de quien contempla a una persona con mucha más información sobre ella de la que nunca podría tener. Y esto da mucho poder. Cada vez que nos explica un episodio significativo de la vida de las chicas es como si las desnudase y acabáramos ante ocho cuerpos femeninos que sólo se tienen a sí mismos para demostrar al mundo que valen la pena. Sólo pueden apretar los dientes y golpear lo más fuerte posible para salirse, porque, como ocurre dentro del pabellón de Reno, Nevada, nadie les ayudará, nadie las mirará. Son pobres y son mujeres, y luchan tanto entre ellas como contra el mundo en el que están a punto de desembarcar.