Y después de la provocación, ¿qué?

BarcelonaHace un par de semanas fui al Museu Picasso porque hacían una acción para celebrar los 100 años del manifiesto surrealista deAndré Breton. Había performers repartiendo billetes que después podías canjear por poemas que alguien te recitaba a solas y al oído (desde mi punto de vista, una pesadilla); una mesa con comida de formas ligeramente imaginativas sobre la que se abalanzaron todos; personas que se hacían vídeos llenándose la copa en una pequeña fuente de vino (¡rompador!); una cantante que después de hablarle en catalán te vacilaba preguntando a qué escuela concertada habías estudiado, y otras acciones performáticas y actuaciones de las que sólo me pareció verdaderamente oída la lectura de un poema de una chica chilena que añoraba su país natal, aunque no tenía nada surrealista y que, de hecho, me hizo pensar cómo en ningún momento de la velada se había referenciado la obra de ningún artista catalán. ¿Dalí o Miró? Por favor, eres taaaan provinciana. ¡Viva el surrealismo!

Ante aquella selección artística, que me pareció más galdosa que vanguardista, salí de ahí preguntándome qué nos resultaría surrealista hoy. Qué podríamos ver, a estas alturas, cuando parece que ya lo hemos visto todo, que pudiera hacernos dudar sobre cómo representamos las cosas. El surrealismo se expresaba a partir del inconsciente, el azar, el dibujo automático, las fronteras entre la realidad y el sueño, la idea de que era necesario desafiar la lógica del realismo imperante. Para mí, Aldo Urbano es el pintor más surrealista de los últimos tiempos en Catalunya, pero no sé si él quiere ser así identificado. Sus obras tienen formas que parecen venir de un mundo de espejismos e ilusiones, pero que a la vez nos resultan extrañamente familiares. Son obras que sólo puede concebir una mente que no hace parada y honda en su vertiente racional, sino que se expresa a través del artista y directamente sobre el lienzo. Pero, obviamente, no lo he visto en el Museu Picasso.

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Desfigurar el mundo

Si hablamos de literatura, y de novedades, ahora Flâneur publica Figuras geométricas, la antología poética de Debora Vogel. A Vogel se la puede estudiar sociolingüísticamente, porque fue una poeta, ensayista y crítica de arte nacida en Polonia en el seno de una familia judía y que, a pesar de hablar habitualmente en polaco, decidió escribir en ídico como modo de reivindicar su identidad en un momento de antisemitismo creciente. Sin embargo, esto no es lo que nos interesa en este artículo, sino que Vogel, que vivió las vanguardias, presentó su propia teoría del arte moderno e intentó demostrar que "estudiando la forma de una obra de 'arte se pueden obtener los mismos resultados que analizando su temática". Su propia poesía, que en este libro en cuestión ha sido traducida por Golda van der Meer, es un intento de representar a la ciudad moderna a partir del desmembramiento de sus partes: de los colores, los materiales, los sonidos y las formas. Lo que querían los vanguardistas era eso, desfigurar el mundo, pensarlo desde otros lugares, para ver si así podían concebirlo de una manera revolucionaria.

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Lo que tienen estos últimos artistas que me llama la atención es que se centran en el arte y no en la provocación, lo que dista de una concepción más superficialde las vanguardias (que diría que es la que vi en el Museu Picasso). las facetas más conocidas de, por ejemplo, Salvador Dalí. Pero hoy en día, la provocación puede desinflarse muy rápidamente, precisamente porque el capitalismo se le ha hecho suya, porque vende, porque da trabajo. Vacila y te ficharé, profundiza y dejarás de interesarme.

Cuando un artista se me vende como provocador, pienso que es como cuando conozco a una persona que no habla mucho: puede que el misterio sea real , y que cuando rompa las barreras me acabe pareciendo muy interesante; o puede que realmente sea alguien que no tiene nada que decir. Puede que detrás de la gestualidad haya alguien inteligente, o puede que sólo haya alguien que ha entendido que provocar es un mecanismo rápido para tener visibilidad, y más allá de eso haya poca cosa. , del manifiesto surrealista, si me quedo con un concepto, es el de la imaginación. Que es el motivo por el que siempre habrá un tipo de arte que escapará del maniqueísmo y la viralidad y nos permitirá mirar diferente el mundo