El día que Diógenes meó sobre los comensales con una pierna alzada

BarcelonaErasmo de Rotterdam (1469-1536; pues, un autor muy actual) escribió un Elogio de la estupidez que debería ser lectura obligatoria en los institutos: todo tiene vigencia, educa y distrae. (Ver la traducción catalana de Jaume Medina, Ed. 62 y otras.) Entre muchas cosas, Erasmo es autor de más de cuatro mil adagios (Adagia, en latín), escritos como ejercicios de latín y griego, y de conversación, para las escuelas. Encontraríamos a muchos que podrían divulgarse hoy día con el mismo propósito didáctico del siglo XVI porque, como hemos indicado, Erasmo ya es un autor de nuestros días. Hay más de una traducción de los adagios al catalán, parcial, que encontrará en Libros del Índice y en Ediciones de la ele geminada. Son buenas. Todo saber aprovecha.

Elegimos uno al azar, el núm. 778, para que vea al lector cómo el proverbio corresponde a una sentencia catalana todavía muy viva. Lo sacamos de la magnífica edición francesa de Las Bellas Letras, ahora en formato asequible, dirigida por Jean-Christophe Saladin, París, 2019, en cinco volúmenes portátiles en caja.

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Erasmo pone el título "Us mencionamos feceris, ita te metas", que no se puede traducir de otra manera que con esta expresión catalana: "Lo que sembrarás, lo cosecharás". Quiere decir, como es cosa de sabiduría popular, que si de joven estudias y trabajas, de mayor cosecharás el fruto de tu esfuerzo. A la inversa no es exactamente verdad: hay mucha gente que no ha hecho nada bueno en los años de su magníficamente.

Parece que lo primero que acuñó este proverbio fue Cicerón, pero Erasmo también recuerda que Plauto, en la comedia Epidicus, hace recitar algo parecido. Traducido: "¡Sembrada bien hecha y cosecha penosa, cosa galdosa!" San Pablo escribió: "Aquellos que siembran con la carne, sólo cosecharán la carne de la corrupción. Quien sembrará con el espíritu, recibirá el espíritu de la vida eterna". Eurípides, en su Hécuba, dijo: "Va a sufrir las consecuencias de sus principios" —aunque hay políticos con malos principios que tienen mucho éxito. Diógenes Laerci, el autor de las Vidas de los filósofos ilustres, explica que el otro Diógenes, el cínico (que en griego viene de "perro", con todas sus virtudes), se encontraba en un almuerzo y uno le echó al filósofo, por ser de la escuela canina, un hueso como se haría con un perro; entonces Diógenes, queriendo que el ofensor "cogiera lo mismo que había sembrado", se puso a mear sobre los comensales con una pierna alzada: también "cómo lo haría un perro". No pudieron quejarse.

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¡Lecciones interminables de los clásicos, griegos, romanos o humanistas, siempre doctos y de gran moralidad! Ahora van a la baja. Ya volverán, como ocurrió en Europa tras las invasiones bárbaras.