Literatura

Gaudí, el único hombre del mundo que pudo levantar la catedral de Nueva York

Labutxaca reúne en 'Gaudí, Maillol, Dalí' a tres 'hombretes' fundamentales de Josep Pla con prólogo de Enric Casasses

Barcelona"Sobre Gaudí, os diré que habría sido el hombre –el único hombre del mundo– capaz de hacer la catedral de Nueva York si esta ciudad hubiera considerado indispensable tener la catedral proporcionada a su volumen y espíritu. Gaudí es el último arquitecto espiritualista, de sensibilidad religiosa, de la historia de la arquitectura". Estas palabras de Josep Pijoan –arquitecto, crítico e historiador del arte– sobre Antoni Gaudí pueden leerse en elhomenot que Josep Pla dedicó al artífice de la Pedrera y la Sagrada Família.

Publicado por primera vez en 1960 en el vigésimo volumen de las obras completas de Selecta y modificado "muy sustancialmente", según recuerda el editor Jordi Cornudella, casi una década más tarde, en la versión que se puede leer en la obra completa de Destino (1969, volumen 11), el retrato de Gaudí acaba de volver a librerías acompañado de otros dos textos fundamentales del palafrugellense, Aristides Maillol, escultor y Salvador Dalí, una noticia, ambos escritos a finales de la década de los 50. Gaudí, Maillol, Dalí (Labutxaca, 2024) incluye un prólogo deEnric Casasses que comienza así: "En la obra o en las obras de Josep Pla su persona y su personalidad siempre son bien visibles, podríamos decir, ya se ha dicho, que todo lo que ha escrito son unas memorias muy completas, muy pobladas, y también que siempre escribe en primera persona, tanto si describe como inventa". Para describir el estilo del autor, Casasses acude a una cita del propio Pla en Girona, un libro de recuerdos (1952), presentado como el relato autobiográfico de un compañero de colegio e instituto: "La frase es clara y tiene relieve, la adjetivación es precisa, arriesgada y divertida. En cada párrafo el autor hace acto de presencia de espíritu".

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Pobre, pero con convicciones profundas

De Pla, Casasses comenta que "sabía hacer charlar a casi todo el mundo", y un buen ejemplo de su método lo encontramos en el retrato de Gaudí. A partir de las vicisitudes de la larga, y todavía abierta, construcción de la Sagrada Familia, apela a numerosas fuentes que le ayudan a ofrecer una imagen poliédrica del arquitecto: además de Josep Pijoan, aparecen el pintor y crítico Feliu Elies, tal señor Vilaplana, con quien Gaudí coincidió en Vic durante una estancia de reposo, e incluso el propietario de una confitería de Astorga, ciudad donde el arquitecto proyectó el Palacio Episcopal, levantado entre 1899 y 1915. El 'homenot dedicado a Antoni Gaudí explica su trayecto desde el anticlericalismo hasta la devoción cristiana, detalla los azares que hicieron posible que se acabara ocupando de la Sagrada Família –sus ojos azules tuvieron un papel decisivo– y no olvida que durante la Guerra Civil "la tumba de Gaudí fue violada" y se perdieron las maquetas y todo el material en relación al templo. "Debería haberse salvado la herencia creadora, arquitectónica y genial del gran arquitecto", lamenta Pla.

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El autor de'El cuaderno gris dedica las últimas páginas delhomenot a recordar la dedicación "total, absoluta" de Gaudí al proyecto, lo que le colocó "dentro de un sistema económico caracterizado por un languidecimiento abrumador". Enric Casasses recuerda que en Barcelona, ​​una discusión entrañable (1966), durante los últimos años de su vida "Gaudí llevaba un mendrugo de pan seco en el bolsillo, iba vestido como un pobre miserable, y sólo le faltaría tender la mano para que te diera ganas de darle una monedita". Pero entonces cita unas palabras que le dijo el escultor Josep Llimona en relación al arquitecto en el que remarcaba que cuando se ponía a hablar se transformaba y se revelaba como un hombre de "convicciones profundas", que decía "cosas tan nuevas y tan enormes" que hacía que "sobre todo la gente saturada de lugares comunes y de tonterías" se indignara "desaforadamente" con él.