BarcelonaBarcelona contará, a partir de este fin de semana, con un nuevo festival literario anual dedicado al young adult, una tendencia literaria que hace furor entre los adolescentes porque los convierte en protagonistas de novelas románticas, fantásticas y de misterio y expone sus miedos, retos y miserias. El Crush Fest apuesta por una etiqueta con una rentabilidad comercial creciente: actualmente, según datos de la Federación de Gremios de Editores de España, el young adult mueve 2.700 millones de euros, lo que representa un 17% de las ventas totales del sector.
El festival se celebra en el edificio histórico de la Universidad de Barcelona, está previsto que asistan más de 4.000 personas y participarán una cincuentena de autores. En catalán son pocos los autores que se dedican a ello, con excepciones como la de Judith Espígol. En español hay pioneros como Blue Jeans y fenómenos como Joana Marcús y Mercedes Ron. Todos ellos formarán parte de la primera edición del Crush Fest, que cuenta con cabezas de cartel como la australiana CS Pacat y la estadounidense Karen M. McManus, que ha vendido más de 7 millones de ejemplares de la trilogía que empezó con Alguien está mintiendo (Alfaguara).
Debutó en 2017 con Alguien está mintiendo. Se acercaba a los 50 años. ¿Por qué tardó tanto?
— De pequeña me gustaba mucho escribir y, de hecho, terminé mi primera novela con 8 años, pero cuando fui al instituto me pareció que debía dedicarme a otra cosa para ganarme la vida. Después de realizar un máster en periodismo me dediqué durante mucho tiempo a trabajos relacionados con la comunicación. Si volví a escribir fue por dos motivos: el primero fue la muerte de mi marido, en el 2009, cuando tenía solo 40 años. Empecé a pensar en todas las cosas que él no había podido hacer y me marcé hacer alguna que creyera importante.
¿Era escribir?
— Sí, pero hubo que pasar un tiempo para dedicarme, porque mi hijo tenía entonces 3 años y tenía que trabajar para pagar las facturas. Quedé tocada psicológicamente también. No fue hasta 2014, cuando ya estaba mejor, que durante un viaje de negocios compré Los juegos del hambre en la librería del aeropuerto. Ese fue el segundo motivo, aquello me decidió a probar suerte con una novela.
¿Fue Alguien está mintiendo?
— No. Primero escribí una novela distópica que se quedó en un cajón porque era una imitación barata deLos juegos del hambre. Entonces hice otra que era mejor, pero todavía no era suficientemente buena para ser publicada. Durante ese tiempo iba viendo cómo funcionaba la industria, y sabía que necesitaba una agente literaria. Cuando tuve la idea deAlguien está mintiendo me puse en contacto con el agente de Suzanne Collins y, para mi sorpresa, aceptó representarme.
La premisa del libro es que un grupo de cuatro amigos pasa a ser sospechoso del asesinato de un quinto porque se había inventado una app que divulgaba todos los paños sucios de los estudiantes del Institut Bayview. ¿Cómo se le ocurrió?
— Fue por azar. Un día que conducía hacia el trabajo sonó en la radio la canción de los Simple Minds de la película The breakfast club [John Hughes, 1985]. Me hizo pensar que quizá podía escribir una versión actualizada, añadiendo algo de intriga y oscuridad.
¿La historia nació así de fácil?
— Fue bastante automática, sí... Más que otras novelas que he escrito después.
¿Ha sido mucha lectora de novelas de misterio?
— Cuando era adolescente me encantaba Stephen King. Y Mary Higgins Clark. Los padres tenían muchos thrillers y novelas de misterio. Cogía todo lo que podía.
Creció en Massachusetts, un estado lleno de bosques y pueblos pequeños y aislados. ¿Le influyó esa atmósfera?
— Seguramente. De vez en cuando iba a Salem, que es un lugar todavía muy connotado por los vínculos con la brujería. De niña era una niña muy nerviosa. Me gustaba pasar miedo por ir controlando las situaciones a las que me ponía a prueba.
Seguro que el día de Halloween se lo pasaba bien...
— Mucho. Halloween es una gran fiesta, en Massachusetts.
¿Cómo lo hizo para escribir sobre jóvenes de 15 años cuando les triplicaba la edad?
— Vivo en un barrio en el que los vecinos estamos muy unidos. Antes de escribir la novela estuve bastante en contacto con un grupo de adolescentes que me echaban una mano siempre que era necesario. Entonces, para hacer la historia más verosímil, empecé a hacerles preguntas. Fueron ellos los que me recomendaron que, en vez de utilizar una página web para esparcir los rumores, Simon utilizara una app.
Es una novela que toca bastantes problemáticas actuales. Por ejemplo, la presión de las redes sociales.
— Cuando yo estudiaba, si alguien te hacía bullying en el instituto, cuando volvías a casa podías olvidarte. Ahora el acoso te acompaña a casa a través de las redes sociales y el teléfono. Puede ser incluso peor cuando estás en casa.
Habla también de las trampas del consumo y de la venta de drogas, y de cómo a veces los padres pueden ser una mala influencia.
— Nate es un chico que hace lo que hace porque cree que no tiene otra opción, pero sobre todo porque está solo. No puede confiar en sus padres. Está en una edad que todavía necesita a alguien que le ayude a batallar con sus demonios.
El caso del Cooper es distinto: él debe enfrentarse a la homofobia.
— El personaje del Cooper está ligeramente basado en un amigo mío que escondió su homosexualidad hasta los 30 años. Cuando yo estudiaba, la homofobia era peor que ahora. Y, desde el 2017, en el que publiqué Alguien está mintiendo, las cosas han cambiado hacia mejor, aunque la polarización de la sociedad ha hecho que también haya crecido la intransigencia. Hay jóvenes que han salido del armario gracias a mis novelas. ¿Puedo pedir algo más? Me hace muy feliz poder ayudar a los lectores.