La librería Sant Jordi inicia una nueva etapa sin abandonar el centro de Barcelona
El establecimiento se transformará en un espacio polivalente con propuestas culturales, literarias y gastronómicas
BarcelonaLa librería Sant Jordi se queda en la calle Ferran de Barcelona. El establecimiento, amenazado desde hace tiempo porque la propiedad del edificio quería subirle el precio desorbitadamente, puso en venta todo su stock el pasado diciembre, después de la muerte del encargado de la librería, el librero Josep Morales. Entonces Cristina Riera —viuda de Josep Morales y directora del Festival de Cine l'Alternativa—, explicó que necesitaban vaciar la librería antes de febrero, cuando terminaba el contrato de alquiler. Riera no podía continuar con el negocio de la calle Ferran, y para apoyarles decenas de barceloneses —vecinos, amigos y lectores— hicieron largas colas para adquirir lotes de libros.
Cinco meses después, y cuando parecía que la librería Sant Jordi se convertiría en el enésimo local dirigido al turismo en el centro de Barcelona, el establecimiento ha renacido. La agencia de viajes Tiempo de Ocio se hará cargo y la transformará en un espacio polivalente que combinará los libros, la gastronomía y las actividades culturales. "La voluntad es ofrecer un lugar vivo, abierto y acogedor, pensado tanto para los lectores como para los vecinos, visitantes y cualquier persona que quiera conectar con un pedazo de historia y de identidad barcelonesa", explica la agencia en un comunicado. La librería incorporará una pequeña cafetería con productos de proximidad.
La intención de los nuevos responsables es abrir sus puertas a finales de verano. El proyecto de transformación tiene un precedente de la mano de la agencia de viajes: en 2019 la misma empresa se encargó de convertir la librería Quera de la calle Petritxol —la más antigua de Barcelona— en el Espai Quera, que combina libros, restauración y propuestas culturales.
Fundada en 1983 gracias al empuje del padre de Josep Morales, la librería Sant Jordi ofrecía libros de gran formato y volúmenes difíciles de encontrar o descatalogados de temáticas como el arte, la fotografía, el diseño y la historia, pero también novelas y ensayos. Paradójicamente, cuando nació la librería lo hizo en un local que era una tienda de souvenirs. Cinco décadas después, la librería Sant Jordi se ha convertido en el único establecimiento no destinado al turismo de la calle Ferran, el único desde la Rambla hasta la plaza Sant Jaume que no es un bar, un restaurante, una tienda de carcasas de móvil o una franquicia.