Un milagro de agosto en una librería
BarcelonaComo cuando me meto en una librería siempre me llevaría muchas cosas, más de una vez me he imaginado entrando con un carro de aquellos del súper. Es un sueño relativamente modesto, que me hace sonreír: poder tomar todos los libros que me hagan ilusión, sin pensar en el precio, ni en el espacio que ocupan, ni en sí tendré el tiempo para leerlos (ya he dicho que es un sueño). Como siempre, la realidad insiste en pasarnos la mano por la cara, y desde hace algunos días estoy fascinada con lo ocurrido en la librería Hoepli de Milán. Leí el artículo de Jordi Nopca, sobre la misteriosa compra de un escaparate entero, valorado en 10.000 euros, y la curiosidad me ha llevado a repasar los medios italianos para intentar saber lo máximo de cosas.
Os sitúo: Hoepli es una librería mítica de la ciudad, tiene 154 años. El jueves 22 de agosto, a las 17.30 h, entran un hombre y una mujer (en algunos artículos la mujer no consta; sí se habla de un asistente: es admirable la capacidad que tenemos las mujeres para desaparecer del relato !). Van bien vestidos, tienen entre 30 y 50 años. Se dirigen a un librero, le piden todos los libros del escaparate dedicado a la fotografía, la moda, el ensayo, la historia y el diseño. Al principio él no les entiende: ¿todos los libros? ¿Cuáles? La mujer habla italiano, él inglés. Son discretos y no hacen aspavientos, pero se hacen entender, y los libreros comienzan a desmontar el escaparate con la ayuda de la directora de la librería, Manuela Stefanelli. Ella explicaba que, hasta entonces, nunca le había visto vacío del todo. De hecho, hasta que le volvieron a llenar al día siguiente pusieron unos carteles que decían, orgullosos: "Vendidos todos los libros expuestos. Escaparate en construcción". No tuvieron poco trabajo, porque mide cinco metros de largo por tres de altura, 15 metros cuadrados donde estaban expuestos 212 libros. Tardaron unos cuarenta minutos en prepararlos en unas 50 bolsas de ropa, porque los compradores no querían cajas. Tampoco quisieron otros libros que les ofrecieron, ni explicar por qué eran o quiénes eran ellos; a estas alturas todavía no se sabe. Pagaron con tarjeta, y el propietario, Matteo Hoepli, hizo una declaración a los medios que me hizo gracia: "No pidieron ningún descuento". Ya entiendo el comentario, eran muchos libros, pero sospecho que la sorpresa también viene porque los pobres libreros están hartos de pedirles siempre descuentos. No me extraña que, en su Instagram, donde explicaron la venta, hablaran de "Miracle d'agost".
¿Y qué se llevaron? Pues una selección muy ecléctica, en la que los libreros han destacado sobre todo un volumen de fotografías de Bruce Springsteen y la E Street Band, tomadas por Lynn Golsdmith, que era el más caro del escaparate: valía 600 euros. También había un catálogo de la artista italiana Carol Rama, que valía 350, y otro sobre la marca de joyería Bulgari, de 250 euros. Pero no todos los libros eran como estos: había temas muy variados, y también unos bolsillos, "no tan bonitos". Esto es lo que hace decir a la directora, Stefanelli, quien cree que los compradores realmente querían aquellos libros, que no eran sólo volúmenes para lucir, o para decorar. Y es que es tentador, pensarlo: ¿y si hemos construido una gran historia y en realidad los dos compradores son dos interioristas que ya han colocado los libros, y que ahora se ríen viendo el jaleo que han provocado? Confieso que lo encontraría divertido. Poco romántico, pero divertido.