Literatura

Montse Albets: "Perder a un hijo es lo más doloroso que se puede vivir"

La escritora mataronense publica su primera novela, 'Sólo tierra, sólo lluvia, sólo barro'

'Sólo tierra, sólo lluvia, sólo barro'

  • Montse Albets
  • Ediciones del Periscopio
  • 170 páginas / 18,50 euros

Después de años haciendo de librera, correctora, asesora editorial y conductora de clubes de lectura, Montse Albets (Mataró, 1977) necesitó dejar de ocuparse de los libros de los demás y contar su historia. "Una inquietud personal que he tenido siempre es cómo afrontar el duelo y la pérdida –explica dos años y medio después de que empezara a escribir la novela que ha acabado siendo Sólo tierra, sólo lluvia, sólo barro, debut avalado por el buen olfato deEdiciones del Periscopio–. Después de darle muchas vueltas definí el tema del que quería hablar y cuestionarmelo". Albets asegura que la peripecia de María está planteada como una búsqueda que le permite pasar del sufrimiento del personaje hacia una cierta luz, adquirida gracias a la amistad con dos vecinos, Manel y Cristineta

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La novela propone un viaje hasta las afueras de un pueblo indeterminado Allí se levanta una pequeña masía, Ca la Viuda, que hasta a la llegada inesperada de María estaba vacío. A la mujer le acompaña el bebé que acaba de tener. Vacaciones de verano de Quim Monzó, está muerto. Si el relato de Monzó –incluido en Lo mejor de los mundos (Quaderns Crema, 2001)– abordaba el duelo perinatal desde la perspectiva de un padre en plena canícula, Albets se enfrenta a las consecuencias psicológicas de la muerte de una criatura después del parto. Maria consigue sacar al hijo del hospital y se cierra con sus restos en la masía familiar. Éste es el punto de partida de Sólo tierra, sólo lluvia, sólo barro. "Perder a un hijo es lo más doloroso que se puede vivir –admite la autora–. Aunque mi historia no esté motivada por ninguna experiencia personal, he conocido a muchas mujeres que han tenido embarazos que no se han llevado a cabo. Es más habitual de lo que pensamos. Y es un duelo inexistente, porque enseguida te obligan a volver al trabajo, en caso de que no te cojas la baja”.

Cómo despedirse de un hijo

María busca "una forma de despedirse del hijo" que no dependa de agotar unas horas en la sala de velatorio y asistir a un funeral despersonalizado. "Escoge el ritual que a ella le conviene", añade la autora. Todo esto se da en medio de un entorno natural. "En un determinado momento, mientras se pregunta qué somos, Maria dice que sólo somos tierra, lluvia y barro –comenta Albets–. Podemos hacer dos lecturas de esta afirmación: una en negativo, el clásico no somos nada, y una en positivo, porque saber que somos seres vivos y ya está nos da una gran ligereza". Mientras la protagonista busca el camino para reanudar su vida, la persiguen pesadillas, pero también algunos recuerdos familiares traumáticos y los lenguajes burocráticos del mundo sanitario, del derecho y de la educación. "Estamos a punto de iniciar un curso lleno de nuevas experiencias motivadoras para sus hijos e hijas", recibe la madre por correo electrónico cuando el hijo ya está muerto. de mecanización de situaciones que antes era impensable, al menos en los pueblos –explica la autora–. Recuerdo un día que salíamos de un hospital después de la muerte de un familiar y en la entrada nos encontramos un panel con caras dibujadas y una indicación que ponía: «valore su experiencia»". El debut de Montse Albets coincide en las librerías con otra novela que propone redignificar los rituales de despedida, Ocaso y fascinación, deEva Baltasar.

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