"Siempre queríamos hacer el amor con la ventana abierta"
Jaume Pérez Montaner presenta 'Una ternura oculta', antología panorámica imprescindible de Vicent Andrés Estellés
BarcelonaJaume Pérez Montaner (l'Alfàs del Pi, 1938) reconoce que llegó tarde a la poesía de Vicent Andrés Estellés (1924-1993) y de forma curiosa: a través de una traducción al portugués publicada en São Paulo en 1969. No fue hasta la década siguiente que se dio cuenta, mientras daba clases en el Lewis & Clark College de Portland , en Estados Unidos, de la fuerza de los versos del autor de Burjassot. "Había dos poetas interesados en hacer una antología de autores en lengua española al inglés, y yo les sugerí que también incluyeran a autores que escribían en catalán, como Espriu, Riba y Estellés –recuerda ahora Pérez Montaner–. Me sorprendió que Estellés les interesara más que Espriu, decían que tenía la virtud de escribir cómo se habla, y que aunque trataba a menudo sus vivencias más íntimas, la distancia no importaba: a 5.000 kilómetros de distancia, los versos que escribía les emocionaban igual".
Décadas después de chocar por primera vez, Pérez Montaner, poeta y ensayista –esta primavera publica nuevo libro, Antes del verso, en Edicions del Buc–, volvió a leer toda la poesía del autor de Coral roto antes del centenario de su nacimiento para preparar la antología Una ternura oculta, primera panorámica de toda la obra estellesiana que incluye más de 200 poemas y que publica 3i4. "He releído y meditado sobre las más de 4.000 páginas de poemas que dejó para sacar ese volumen que no llega a las 500 –admite–. Es una antología a mi gusto que no deja de lado los poemas que la gente ha hecho tan suyos, como ahora Los amantes". Incluido en Libro de maravillas (Estrella, 1971), acaba con un dístico muy recordado: "No había en Valencia dos amantes como nosotros, / pues amantes como nosotros son paridos muy pocos".
"Libro de maravillas es el gran canto en la Valencia destrozada durante la posguerra y el franquismo", recuerda Pérez Montaner, quien considera este poemario como uno de los "más sobrecogedores" de la obra de Vicent Andrés Estellés. Antes de éste destaca Doncell amargo (Osa Menor, 1958), que incluye el Primer libro de las églogas. "Estas églogas rompieron con la poesía que se hacía en aquellos momentos, tanto en castellano como en catalán –asegura–. Estellés se atreve a parodiar un tipo de poesía anidado en la tradición con ejemplos canónicos como Virgilio y Garcilaso". Los diálogos entre personajes de nombres clasicizantes como Nemorós y Belisa derivan a menudo hacia una sensualidad explícita. "Se abren los sexos como si fueran ostras / por la perla de la virginidad. / El mundo va a la catástrofe, Belisa. / Dedos sucios de nicotina de tabaco / rubio, separan los muslos de Friné".
Una miseria exuberante
Otro libro importante en la prolífica producción del poeta fue La llave que abre todas las cerraduras (Diputación de Valencia, 1971), donde se puede leer "el majestuoso e impresionante Coral roto, un poema con pocos rivales a escala europea, y que además es plenamente representable por el ritmo y el dramatismo presente en muchos de los versos". La antología incluye dos de los tres cantos del poema. Jaume Pérez Montaner recuerda que Coral roto es un "testimonio directo de la vida de su tiempo", la Valencia de mediados de la década de los 50 en la que el texto fue escrito, "una época en la que la miseria, el hambre, el frío, los dramas y las tragedias de la vida cotidiana, siempre olvidados por las historias oficiales, alcanzan un claro protagonismo con una visión descarnada en muchos momentos, pero siempre tierna y exuberante, con un derrame verbal inconfundible y prácticamente suyo de forma casi exclusiva, ese «vómito de lengua» que –según Joan Fuster– caracteriza en buena parte la poesía de Estellés".
El antólogo destaca todavía otros dos libros que supusieron "una ruptura": Horacianas (3y4, 1974) y Hamburg (Ediciones 62, 1974). "En el primero construye un mundo literario en el que abole la cronología y las distancias geográficas, en el que la Antigua Roma convive con Valencia y Burjassot", resume. Entre los poemas incluidos de'Horacianas está el XLII, que comienza así: "Me he amado mucho la vida, / no como plenitud, cosa total, / sino, pongamos por caso, como me gusta la mesa, ahora una pizca de esta salsa, / oh, y este rabanito , ese ajo tierno, / qué decís de esta merluza, / es sorprendente el hecho de una cereza".
"Estellés se hacía suyas aquellas palabras de Terenci: «soy humano, nada humano me es ajeno» –hace memoria Jaume Pérez Montaner–. En sus poemas conviven, siempre en un tono cercano, la sensualidad, el sexo y incluso la escatología". Otro de los poemas emblemáticos del autor, en este caso incluido en Antibas (Ediciones 62, 1976), es Con la dignidad amarga de los pobres, donde se puede leer: "Cómo olía la flor del naranjo / como olía en la madrugada /siempre queríamos hacer el amor con la ventana abierta". "Aunque los lectores de poesía sean minoritarios, Estellés logró llegar a un público más amplio, tanto a través de sus libros como de los recitales –explica el antólogo deUna ternura oculta–. Sabía cómo transmitir a los demás la emoción de sus versos, que no sólo eran emotivos, sino muy buenos".