Literatura

La revancha como motor del misterio

La Aguja Dorada publica una de las novelas más destacadas y perturbadoras de Maryse Condé, escritora que nos dejó hace unos meses

David Vidal Castell
y David Vidal Castell

'Célanire recortado'

  • Maryse Condé
  • La Aguja Dorada
  • Traducción de Oriol Valls
  • 272 páginas / 21,50 euros

Célanire posee “la belleza del diablo”; oblata negra, cuando reza parece incitar a pecar. Nada más llegar de París a Costa de Marfil para trabajar en el hogar de mestizos de Bingerville, los hechos luctuosos y lúbricos se suceden: muere el propio director del hogar (y ella se hace cargo); muere la mujer del gobernador (y ella se le hace suyo); muere el padre templario (que odia), muere el rey tribal (que le asediaba)... Bajo la exquisitez, una sospecha y un enigma: en el cuello, siempre, una cinta bien anudada, que dicen que esconde una cicatriz “ monstruosa”, la señal de un aawabo, un espíritu maligno.

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Esta cicatriz en el cuello es el misterio de Célanire y el leit-motiv de la novela; cuando ella le entienda estará en condiciones de resolver su propio enigma. La mimesis literaria en Occidente, escribió Eric Auerbach, nace en la cicatriz de Ulises en la pierna, gracias a la cual es reconocido en Ítaca pese a llegar como un vagabundo. Maryse Condé explora en Célanire recortado (La Aguja Dorada) este motivo del relato: ¿cómo podemos revelar la condición humana? Condé nos propone (y es una sorpresa) hacerlo en una novela de venganzas y truculencia llena de muertes, adulterios, condenas y, cómo no, las magias diversas que subyacen a lo visible ya las que ya nos tiene acostumbrados.

La historia nos arrastra como un remolino desde Costa de Marfil a Guadalupe, a Perú, de nuevo a Guadalupe... Como en El conde de Montecristo de Alexandre Dumas –un mulado francés, también– Célanire vuelve ennoblecida por el dinero y por la boda con el gobernador, en Guadalupe, donde todo el mundo recuerda el escándalo que siente una niña protagonizó. Condé tal vez entierra una pista porque encontramos este parecido entre el libro de Dumas y Célanire en el apellido de los protagonistas: Picaud/Pinceau. Pasaba de forma más explícita a la anteriorLa migración de los corazones, cita y homenaje a Cumbres Borrascosas de Emily Brontë. Además de Dumas, Célanire latean resonancias de los trepadores sociales o de las virtuosas prostitutas de Maupassant, de los vengativos antihéroes de Balzac, de la enigmática Emma Bovary. El dispositivo de la venganza facilita a Condé un escenario ideal para desarrollar la exploración del mal, que se despliega insidioso, encarnado en la belleza, disfrazado en la belleza, disimulado en la belleza. También en este sentido hace referencia al Frankenstein de Mary Shelley, de la que es devoto lector el médico responsable de la cicatriz.

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Deplorar el colonialismo pero impedir la ablación

Con esta edición L'Agulla Daurada completa el descubrimiento, en catalán, de Maryse Condé, una de las voces más representativas de la literatura post-colonial, y muy oportunamente, ya que ha traspasado este mismo año. Tanto en Yo, Tituba, la bruja negra de Salem (Tigre de papel, 2021), Travesía del manglar (La Aguja Dorada, 2022) y La Migración de los corazones (La Aguja Dorada, 2023) como en esta Célanire recortado, vemos cómo Condé añade el eje del género al de la opresión colonial: Célanire deplora el colonialismo, pero impide las ablaciones de las niñas.

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Condé nos hace volar por las páginas de la novela con un impoluto punto de vista omnisciente y una obsesión por abrir grietas en la piel de los personajes –enfocar los detalles y hábitos que los conforman– por donde se agrietan . Al motivo central de la monstruosa cicatriz le dedica, llegado el momento de la revelación, un párrafo entero de absecta descripción: “Un torniquete de caucho violáceo, terciopelo como una sacudida, repujado, zurcido, manchado (…), abonado de cualquier manera , las carnes acercadas a la fuerza y ​​brotando en todos los sentidos.” Esta intensidad nos recuerda a Flaubert empleando un párrafo idéntico a describir el gorro ridículo de Charles Bovary en su primer día de escuela para representarlo. Las aventuras de Maryse Condé siempre están llenas de tesoros.