¿Es todavía un judío oriental menos que un judío occidental?
'Jueus errants' es un magnífico reportaje de Joseph Roth que apunta proféticamente algunos rasgos antisemitas de las sociedades que los acogen
Judíos errantes
- Joseph Roth
- Adesiara
- Traducción de Pilar Estelrich y Arce
- 136 páginas / 16 euros
Josep Roth (1894-1939) es conocido, sobre todo, por sus novelas (La marcha Radetzky y La leyenda del santo bebedor), pero nos ha legado una obra periodística y ensayística de gran valor. Este reportaje, aparecido en 1927 pero que el autor había concebido dos años antes y que Adesiara presenta traducido por Pilar Estelrich (1952-2024), es una muestra palmaria: no más de un centenar de páginas –que, con el "Prólogo a la nueva edición proyectada", llega a las 130– que describen, con pasajes de una viveza admirable, la desafortunada historia de los judíos del este. La de la búsqueda, en definitiva, de un hogar donde vivir dignamente y el de la vigilia de las raíces: "Los judíos orientales no poseen en ninguna parte una tierra natal propia, pero sí tumbas en cada cementerio".
La relación del judío y Palestina ("ningún otro país lo quiere"), su capacidad para los negocios o su relación con Dios ("¡Es un pueblo viejo, y ya lo conoce desde hace mucho tiempo!" ) son algunos de los temas que desarrolla Roth, que, con cuatro pinceladas, nos describe de este modo un rabino: "La barba roja como el cobre brostaba de la barbilla en forma de manojos espesos que se enfrentaban con la gente". En otro pasaje, entendemos que los judíos van a lo suyo, sin prestar atención a los demás: "En una cafetería judía auténtica se puede llevar la cabeza cogida bajo la axila. Nadie se fija". También constituyen un gozo narrativo las páginas dedicadas al Yom Kippur: "Cada pequeño comerciante es un superhombre porque hoy quiere llegar a Dios", o los párrafos en los que el autor nos presenta los chasen (cantantes) o los batlan (lindos). Uno de los aspectos sobre los que llama a menudo la atención es la dificultad que tienen los judíos (en especial, los del este) para obtener papeles: "La mitad de una vida judía se cuela en la inútil lucha contra los papeles ". Se entiende que se ven obligados a reunirlos cuando han puesto rumbo a otras tierras en busca de prosperidad.
Un libro casi profético
Pero en mi opinión lo más sustancial del libro es la carga política (y moral) que contiene: es una visión de la cuestión judía que, en algunos aspectos, se revela casi profética. Roth analiza los diversos guetos judíos europeos, y va apuntando algunos rasgos antisemitas de las sociedades que los acogen. Considera que Francia ha sido una nación bastante acogedora: eso sí, asimilando a los recién llegados a la lengua única del país. En Alemania, en cambio, el escritor detecta un "antisemitismo latente". No, en cambio, en Austria. ¿Y esto? La conclusión puede parecer sorprendente: "En Berlín, la gente no se lo pasa bien. En cambio, en París reina la alegría". Y también en el Prater vienés, donde la gente sabe charlar. En cuanto a España, país que expulsó a los judíos en fecha infausta, justo cuando, según el autor, se levantaba el anatema, estalla la infame guerra civil... (este último apunte español se recoge en el breve epílogo de la obra, escrito en junio de 1937).
Mención aparte merecen Estados Unidos y la Rusia soviética. El autor indica algunas grietas en el sueño americano. En cuanto a la URSS, Roth parece confiar en los ojos cerrados. También en este asunto de la acogida de los judíos. Ahora bien, en el prólogo mencionado apunta: "Quizás las circunstancias de los judíos en la Rusia soviética pueden haber variado respecto a lo que he intentado describir en el apartado último". Lúcido Roth, que entendió muy bien los principales hitos del terror del siglo llamado de la megamuerte!