El 'totum revolutum' de Josep Pla

Escribo "Plan" y el corrector automático del ordenador me propone Planificación. No. Me cabreo absurdamente contra la máquina: ¡he dicho Pla! Josep Pla. Un gran prosista, periodista y ensayista del siglo XX europeo que Europa nunca reconocerá. En Cataluña mismo todavía hay mucha gente que se resiste a otorgarle el mérito y la genialidad inmensos. Es muy sencillo: para disfrutarlo no es necesario enamorarse ni estar de acuerdo, sólo hace falta leerlo.

Pero sí, Pla también arraiga en el concepto de planificación. Cuando a los 28 años, en 1925, hace un siglo, publicó su primer libro, Cosas vistas(ahora reeditado por Destino a cargo de Maria-Arboç Terrades y Jordi Cornudella), ya tenía toda la ambición perfectamente afinada. Leyendo esta obra, hoy vemos que prefiguraba un grandioso programa: la voluntad de construir un retrato a la vez minucioso y holístico de la sociedad catalana y del alma humana. Escéptico, apasionado, grafómano, hedonista y diabólico, quería escribirse y escribirnos. El joven Pla se hacía el descomido –se lo hizo toda su vida– para ocultar un ansia de éxito literario sin límites. Un deseo perfectamente justificado.

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El periodista tastaolletes y veleta ya demostraba un talento y una determinación sin paliativos. Lo repito: tenía sólo 28 años. Léalo. Lea Cosas vistas. Encontrará perlas pulidas como esta. Se titula Otoño en Calella de Palafrugell. Cojo algunos fragmentos dispersos: "El mar es ahora una canción diversa y cambiante de una incoherencia sutil y delicada. El sol molesta poco. Los africanismos que tiene nuestro paisaje y nuestro mar, la monotonía del cielo, la blancura de las paredes, la sequedad de los campos, el dogmatismo de nuestros corazones, se. Yo aprovecho el rato para hablar con los curas y con las mujeres [...] Con mi bote y mi vela navego por estas calas y pueblecitos encotonados en la grandiosidad geológica de la Costa Brava. reñir [...] La política y el periodismo, la gramática y la retórica, el manual y la academia, ¿no son la hojarasca inútil de la vida? vida... Que todo el mundo se arme de su zurrón y de su escopeta de caña y salga a la caza de las melodías de este mundo que siempre quieren altas..."

Genuino e imprevisible, desinhibido y valiente, sarcástico y poético, con Cosas vistas se metió al público y la crítica en el bolsillo. Era una voz poderosa, que hacía bandera de una sencillez muy trabajada, que miraba de cara a la realidad prosaica y la hacía volar. Pese al descalabro de la guerra y la losa del franquismo, a pesar de sus giros ideológicos, el público ya no la abandonaría nunca en su vida. Hoy es un clásico en un país que no cuida suficientemente a los clásicos: El cuaderno gris debería ser lectura obligatoria para todos. Suerte de la excelente y monumental biografía que le ha dedicado Xavier Pla, Un corazón furtivo. ¿No lo ha leído? ¿De verdad? Qué suerte tener aún ese triunfo que le espera: el placer de descubrirlo o redescubrirlo.

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El Plan que de mayor se hacía el campesino lo que nos decía es que siempre había trabajado la escritura como quien trabaja la tierra, muy a raíz del polvo y de los brotes, labrándolo obsesivamente, cuidando de cada palabra como si fuera una semilla, maravillandose de los frutos y maldiciendo las granizadas. Como un pequeño propietario esforzado que quiere legar a los descendientes la masía pulcramente ordenada, que nos transmite el disfrute de sentirse libre en sus campos, contemplando de lejos las cimas y el mar. El país entero. Y el mundo, también. Todas las Cosas vistas. También las habría podido titular Cosas vividas. Porque en Pla, vida y obra siempre formaron un inseparable totum revolutum. Él era su obra, él era el país, él quiso serlo todo.