El primer 'true crime' de la era del Me Too
Rebecca Makkai sobresale en 'Quiero hacerte algunas preguntas' resaltando las enormes diferencias que se han producido en nuestra manera de mirar la relación entre hombres y mujeres entre los años 90 y el presente
'Quiero hacerte algunas preguntas'
- Rebecca Makkai
- Traducción de Marc Rubió
- Ediciones del Periscopio / Sexto Piso
- 580 páginas / 23,90 euros
La estadounidense Rebecca Makkai, de quien ya habíamos leído con placer Los grandes optimistas, sobre los inicios del sida en el Chicago de los años ochenta, parece encontrar inspiración en los temas que llenan más páginas y minutos de información o que incendian las redes sociales: seguro que algunos de los motores que pusieron en marcha esta novela son el Me Too, la inmensa popularidad del género del true crime, la supuesta política de la cancelación o los asesinatos en los campus universitarios. Pero la gracia es que lo hace con enorme habilidad narrativa, desplegando todas las capacidades de la literatura para iluminar las zonas de sombra. Mediante una doble línea temporal, la de los años noventa y la de la actualidad, el libro sobresale a la hora de resaltar las enormes diferencias que se han producido en nuestra forma de mirar tantas cosas, pero sobre todo la relación entre hombres y mujeres.
Los personajes de Quiero hacerte algunas preguntas dudan, se equivocan, son tergiversados cuando intentan explicarse en Twitter, hacen ejercicios de memoria que no los dejan en el mejor de los sitios y tienen obsesiones que se revelan del todo falsas, que es otra forma de decir que son como cualquiera de los lectores potenciales del libro. Que deberían ser muchos, porque tiene todas las ventajas de ser uno thriller apasionando más la capacidad de convertir en ficción uno de los debates estrella del momento: ¿cómo se han modificado las relaciones de poder entre hombres y mujeres? ¿Hay un antes y un después del movimiento Me Too? Makkai, que es tenaz y optimista, y que también cuenta con un gran sentido del humor, plantea que thriller de asesinato de campus ya no se puede escribir sin darle la vuelta a todo como un calcetín: no se trata de poner la lupa sobre los detalles escabrosos del crimen, ni de activar ningún mecanismo que facilite la empatía con el asesino. Todo lo contrario: hay que poner en el centro a la víctima y su sufrimiento y averiguar qué estructuras políticas, sociales y familiares provocaron que se convirtiera en víctima. Hay que hacer muchas preguntas, ya mucha más gente de la que pensamos. Y esto es lo que hace la protagonista de la novela, una podcaster de éxito que es profesora invitada en la escuela donde había cursado la secundaria, veinte años después de que muriera una compañera suya de habitación: una especie de examen de conciencia que quiere poner las cosas en su sitio, incluida la propia actitud de los compañeros y compañeras de la chica: ¿seguro que hicieron todo lo que podían hacer para ayudarle? ¿No tendrían muchas más herramientas ahora para defenderla de profesores con la mano larga o de novios posesivos?
Un 'thriller' con ética
El mecanismo sobre el que se sustenta la trama es, en apariencia, el de siempre: ¿quién fue el asesino de la joven que aparece ahogada en la piscina del campus? ¿Seguro que fue el entrenador negro que cumple condena desde hace más de veinte años en prisión? ¿Y si la escuela estaba encubriendo a alguno de los profesores o tratando de mantener su prestigio entre la clase alta y blanca del estado de Massachusetts? Pero la gracia es la superposición de capas que amplifican su discurso: entre capítulos de fiestas en las residencias y encuentros de exalumnos, leemos listas de casos y más casos de mujeres maltratadas, ignoradas o abusadas en muchos otros lugares del país, que funcionan como una caja de resonancia poderosa. Pronto de la novela aparece una segunda persona que habla a alguien que al principio no sabemos exactamente quién es, pero es difícil no sentirse apelado como lector: tú, mirón, ¿aún no has entendido que allí ¿hay algo que chirría en esa obsesión que tienes por la cabeza reventada de aquella chica? El libro está lleno de reflexiones habilísimas sobre la culpa y la memoria y es a la vez una investigación y una demostración fehaciente de que se pueden escribir thrillers escabrosos y emocionantes de un modo algo más ético.