Los libros que Gabriel Ferrater te habría regalado (o prohibido) por Sant Jordi
En conferencias, informes de lectura y entradas enciclopédicas el autor construyó un canon literario particular, que pasa por autores como Josep Carner, Carles Riba, Franz Kafka y Hjalmar Söderberg
Barcelona"¿Pueden, los catalanes de hoy, abandonar el catalán como lengua literaria?", se preguntaba Gabriel Ferrater en el artículo Madame se meurt..., escrito en 1953, en plena posguerra. Doce años después daba una conferencia sobre el Nabí de Josep Carner en la Universitat de Barcelona, la primera de una serie que analizaría autores como J.V. Foix, Víctor Català y Josep Pla.
Los textos se incluyeron en el Curso de literatura catalana contemporánea,que Empúries acabó publicando en 2019 y que tuvo como precedente la edición de Tres prosistes en 2010. "Ferrater es un autor con mucha obra sumergida –comenta el editor del volumen, Jordi Cornudella–. Ha ido apareciendo a través de la transcripción de conferencias, de las cartas a amigos y de la publicación de los informes de lectura".
Después de afirmar que Maria-Antònia Salvà, Josep Sebastià Pons, Marià Manent o Joan Salvat-Papasseit son "poetas apreciables, pero de segunda categoría", Ferrater se centró en cuatro autores que consideraba superiores: Carles Riba, J.V. Foix, Guerau de Liost y Josep Carner.
"En nuestra literatura ha habido una inflación de las mediocridades y una deflación de las verdaderas excelencias", decía a los estudiantes el 29 de noviembre de 1965. El caso de Carner fue ambivalente: se lo hinchó "en su mediocridad (primera época)", y se lo deshinchó, en cambio, "en su excelencia". Ferrater se centró en el análisis de Nabí (1941), poema donde el autor, a través de la historia del profeta Jonàs, reflexiona sobre el exilio. Nabí es la culminación de una trayectoria literaria prolífica en la que, según Ferrater, Carner supo llenar el vacío entre la poesía del Renacimiento y la del siglo XIX. "Hizo lo que no hicieron todos los poetas entre Aribau y Maragall, porque ninguno de ellos era tan competente ni tenía, ni de lejos, su capacidad creadora", aseguraba.
"Cuando llegó a Barcelona desde Reus a principios de los 50, Ferrater había estudiado a fondo a Josep Carner y Ausiàs March, y se sabía la poesía de Carles Riba de memoria", afirma Marina Porras, que ha publicado recientemente la antología de Ferrater Donar nous als nens (Comanegra, 2022), encuentro de entrevistas, textos sobre literatura, pintura y lengua, y correspondencia del autor.
"Riba es realmente un poeta muy revolucionario en la poesía catalana", explica Ferrater en una de las conferencias universitarias, antes de precisar por qué: en un momento en el que el realismo volvía a estar muy bien considerado, la revolución de Riba era, precisamente, que se trataba del "único poeta no realista" que había tenido Catalunya. En vez de escribir sobre hechos concretos –y partiendo de vivencias–, "reducía su experiencia humana y vital a las cosas esenciales". "La experiencia que él quería resumir era una experiencia muy real y muy personal, pero la quería desnudada de todo lo que era accesorio", precisa Ferrater. Entre los libros preferidos del escritor establas dos entregas de "Riba es realmente un poeta muy revolucionario en la poesía catalana", explica Ferrater en una de las conferencias universitarias, antes de precisar por qué: en un momento en el que el realismo volvía a estar muy bien considerado, la revolución de Riba era, precisamente, que se trataba del "único poeta no realista" que había tenido Catalunya. En vez de escribir sobre hechos concretos –y partiendo de vivencias–, "reducía su experiencia humana y vital a lo esencial". "La experiencia que él quería resumir era una experiencia muy real y muy personal, pero la quería desnuda de todo lo que era accesorio", precisa Ferrater. Entre los libros preferidos del escritor estaban las dos entregas de Estancies y Tres suites.
Joan Ferraté editó varios libros con materiales inéditos sobre su hermano Gabriel, entre los cuales estuvo Foix i el seu temps (Quaderns Crema, 1987), conferencias que se pueden leer también en Curso de literatura contemporánea. afirmaba: "La generación representada arquetípicamente por Foix y por Pla se caracterizaba por ser la primera generación de escritores catalanes que prefirió su expresión personal por encima de, digamos, la expresión de una idea de servicio al país y de organización colectiva".
De prosas como las que integran KRTU (1932) remarcaba "el efecto de fantasmagoría a base de enorme precisión" y su antirromanticismo: "Elimina esencialmente la intimidad de la participación personal del poeta". Ferrater dividía la poesía de Foix en el clasicismo de Sol, i de dol (1936) y el barroco de Les irreals omegues (1949).De este último libro escribía que se ha juzgado "meando fuera del tiesto". "El error ha sido creer que era puro surrealismo, en el sentido que se ha entendido el superrealismo: como una especie de poesía vacía, sin ningún sentido", sentenciaba.
Entre 1961 y 1972, Ferrater escribió numerosos informes de lectura para editoriales como Seix Barral –que llegó a dirigir editorialmente– y la alemana Rowohlt. Escribió sobre autores como Vladimir Nabokov, Jack Kerouac, Junichiro Tanizaki y Carmen Martín Gaite, y de estos textos Península publicó la antología Noticias de libros (2000), que recoge 255 de estos informes.
"Podía llegar a ser muy contundente", dice Jordi Cornudella. De Brazil on the move, de John Dos Pasos, Ferrater escribió: "El libro no es tan repugnante como ridículo; y, por desgracia, no sé encontrar un consuelo mejor". De Tiempo de silencio, de Luis Martín-Santos, afirmó: "Un país de ratas, poblado de personas que son como ratas. Así ve Martín-Santos a su país, España".
No todos los informes de Ferrater eran negativos. Entre los autores que salvó están Susan Sontag, Allan Sillitoe y Hjalmar Söderberg, de quien acabó traduciendo Doktor Glas al castellano en 1968 y convirtiéndose en el descubridor del autor sueco en la Península.
Los tres prosistas de los que Gabriel Ferrater se ocupó durante las conferencias de 1967 son Joaquim Ruyra, Josep Pla y Víctor Català, pseudónimo con el que se conocía a Caterina Albert. De Ruyra escogió La parada (1919); de Pla, El cuaderno gris (1966); de Català, Soledad (1905), uno de las cumbres del Modernismo.
Ferrater rechazaba nombrar a Víctor Català por el apodo. "Sería mejor que renunciáramos todos lo más deprisa posible, porque es un pseudónimo ridículo", aseguraba. De la novela hizo un análisis psicoanalítico que, periódicamente, es motivo de polémica: "Es un tipo de alucinación erótica, por un lado, de la autora, pero, por por otro lado, de su personaje". Ferrater afirmaba también que hay una novela que se asemeja mucho a Soledad, que se "produjo en iguales condiciones" y que es "mucho más grande": Cumbres borrascosas, de Emily Brontë.
Gabriel Ferrater escribió varias entradas de la Gran Enciclopèdia Catalana. Entre ellas estaba la de Charles Baudelaire, que igual que el autor de Las mujeres y los días compaginó la escritura de poesía (Las flores del mal) con la crítica de arte y numerosos papeles íntimos, recogidos en parte en Mi corazón desnudo. "La importancia histórica de la obra poética de Baudelaire es extraordinaria –opinaba–: como una plataforma giratoria que ha dado una orientación nueva a toda la poesía occidental".
Añadía que el autor "es el último gran romántico francés y el más grande junto a Victor Hugo, pero es también el iniciador de una nueva sensibilidad, centrada en la experiencia de la vida urbana y en la observación de las ambivalencias del mundo emotivo e imaginativo, que (expresándolo en forma negativa) ha expulsado desde hace un siglo hasta ahora, la poesía de la belleza en el sentido grecolatino".
Unos años antes de la publicación de los informes de lectura de Ferrater, Antártida y Empúries editaron el volumen Escritores en tres lenguas (1994), en el que había 56 artículos inéditos de Ferrater sobre autores de tres tradiciones literarias: la anglosajona (Henry James, Joseph Conrad, W.H. Auden), la francesa (La Fontaine, Diderot, Proust) y la alemana (Trakl, Kafka).
Ferrater tradujo en catalán para la editorial Proa El proceso, que se encontraba entre los numerosos inéditos que Franz Kafka pidió a Max Brod que quemara. En Escritores en tres lenguas alababa la decisión de publicar "les tres novelas incompletas", pero en cambio lamentaba que se valoraran los relatos que aparecieron a título póstumo "de la misma manera" que los que Kafka publicó en vida. "Son muy inferiores –escribía–. La confusión estética mezclando los dos grupos –continuaba– ha favorecido una deplorable tendencia, haciendo que se vea más a Kafka como un profeta que como un artista, y también a buscar interpretaciones edificantes, más o menos esotéricas".