Obituario

Muere Berta Sureda, excomisionada de Cultura en Barcelona y gran defensora de los creadores de base

Gestora cultural atípica, focalizó su trabajo en el apoyo a la cultura ciudadana y el sector creativo más emergente

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Berta Sureda en 2015 durante su etapa como comisionada de Cultura en el Ayuntamiento de Barcelona.

BarcelonaHay personas que pese a estar un poco en la sombra marcan la cultura de un país. Sin duda, una de ellas era Berta Sureda, que falleció este domingo a los 65 años en Palma de un cáncer fulminante, según confirmaron al ARA fuentes de la familia. Entusiasta y apasionada por la cultura y los creadores, casi en todas partes donde trabajó, desde el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) hasta el Museo Reina Sofía o el museo Es Baluard de Palma, dejó huella por su profesionalidad y generosidad. Pero también por su clara visión de apoyo a la cultura de base, a la creación, al trabajo de los artistas en todos los ámbitos y, también, al esfuerzo por incluir a la ciudadanía en general en todas las actividades, tanto como espectadores como también como partícipes directos.

Nacida en 1959 en Barcelona en una familia de raíces mallorquinas, Berta Sureda estudió historia del arte en la Universidad de Barcelona y se dedicó desde el primer momento a la gestión cultural. Primero realizando trabajos de colaboraciones en el Festival de Teatro de Sitges o en Patrimonio de la Generalitat, después en el Ayuntamiento de Barcelona y finalmente como coordinadora de exposiciones en la Olimpiada Cultural de 1989 a 1992, donde hizo tareas de investigación y coordinación de exposiciones como El cuadrado de oro y El Modernismo.

En 1992 se incorporó al CCCB, primero como coordinadora y responsable de la unidad de exposiciones que entonces dirigía Albert Garcia Espuche y después, desde 1998, como jefe de servicios culturales, tarea que le hizo impulsar algunos de los proyectos que durante los primeros años marcaron la personalidad del centro con la creación o impulso de proyectos realizados casi siempre en colaboración con los grupos asociados y entidades culturales de la ciudad, como el Sónar, Elèctric Cafè, L'Alternativa, la Muestra de Vídeo Independiente (OVNI), The Influencers, Docúpolis, la Orquesta del Caos, Barcelona 216, Drapart y el Festival de Arte Sonoro Zeppelin, entre otros muchos.

"Fue una persona muy generosa, siempre dispuesta a ayudar y facilitar las cosas ya favor de los proyectos culturales", comenta Mònica Muñoz, responsable actual de comunicación del CCCB y que trabajó muchos años con Berta Sureda. Muñoz la recuerda como principal interlocutora con los grupos asociados del centro, lo que le permitió conocer muy a fondo la cultura emergente y alternativa de la ciudad. Y también las necesidades reales de los creadores. "Fue una persona muy querida dentro y fuera del centro, e importante en la percepción de porosidad y apertura del CCCB en la ciudad y los creadores. Hizo una gran contribución al ADN del centro", comenta Judit Carrera, directora del CCCB. Por eso, en 2004 no se lo pensó y aceptó el reto de ir al departamento de Cultura de la Generalitat, en ese momento liderado por Caterina Mieras, para crear lo que se llamaba la Entidad Autónoma de Difusión Cultural, donde impulsó la puesta en marcha de espacios de creación en diversas partes del territorio y planteó un cambio en las subvenciones y ayudas pensadas más en convenios a largo plazo para facilitar el trabajo de los creadores.

"Siempre estaba pendiente de la gente más vulnerable del mundo de la cultura, y estaba abierta y curiosa por todo lo que ocurría", recuerda Gemma Sendra, entonces secretaria general de Cultura. "Consideraba que era la administración la que debía ponerse al servicio de los creadores, y no al revés, por lo que luchó por los convenios trienales, para adaptar las subvenciones a las necesidades de los artistas y por la agilización de los procesos. Era una gran gestora, empática y brillante, pero también tenía una visión política de lo que había que hacer para ayudar al sector, e intentó aplicarlo en todos los lugares a los que fue", dice Sendra.

Del Reina Sofía al Ayuntamiento de Barcelona

Terminada esta etapa, en 2008 se incorporó al equipo de Manuel Borja-Villel en el Museo Reina Sofía, en Madrid, donde fue directora de actividades públicas, y continuó el impulso y el apoyo a creadores, la creación de redes entre colectivos y entidades culturales con el museo y diversos programas de documentación, archivo y pensamiento del centro. "Fue una de las primeras personas que incorporé al equipo porque era excepcional como persona, como mediadora cultural y también como gestora", explica Borja-Villel.

Berta Sureda regresó a Barcelona en 2015 como comisionada de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona en el primer mandato de Ada Colau. Sin embargo, su etapa, en la que también intentó impulsar su modelo de cultura participativa y ciudadana en la institución, quedó truncada cuando, a causa de los pactos municipales, el área de Cultura quedó en manos del PSC, entonces socio de gobierno de los comunes. Posteriormente, coordinó el nuevo proyecto de la Fàbrica de Creació i Centre d'Art Fabra i Coats.

Sus últimas etapas pasaron sobre todo en Mallorca. En 2017 coordinó primero el Plan de Cultura de las Islas Baleares y, posteriormente, colideró con Imma Prieto, directora entonces del Museo Es Baluard de Palma, un proyecto de seminarios de pensamiento enmarcados dentro del proyecto Laboratorio de Arte. "Ha sido una de las mejores gestoras que he conocido nunca –dice Prieto–. Una persona excelente, generosa, con una gran capacidad de liderar proyectos que llevaba a cabo de manera eficiente pero dando tiempo a todo el mundo y haciendo que todo pareciera siempre fácil".

Sureda no tuvo suerte a la hora de implantar con tiempo su concepción de la cultura, pero no se desanimó y luchó hasta el último momento para apoyar e impulso a los creadores y ayudarlos a mejorar ya crecer sin exigir nunca un protagonismo que no iba con su talante. "No se le ha reconocido suficientemente todo lo que hizo, y también lo que intentó hacer. Aún hoy sería necesaria –comenta Sendra–. Era visionaria, generosa y humilde, y con una capacidad maravillosa para reconocer la belleza y el talento". Su corazón abierto y apasionado no encontró el acompañamiento necesario para impulsar su sueño, pero su espíritu se ha quedado en todos los que la conocieron.

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