50 años de 'Born to run', el disco con el que Bruce Springsteen se convirtió en Bruce Springsteen
Un libro recuerda el complicado proceso de grabación del álbum, con la carrera del músico colgando de un hilo
BarcelonaCada 25 de agosto, el día que salió a la venta el disco Born to run, Bruce Springsteen sube al coche para conducir un rato mientras escucha de principio a fin el álbum que, asegura, le "cambió la vida" tanto a él como a su banda. "El coche siempre me lleva en Long Branch [una pequeña ciudad de Nueva Jersey], en West End Court, donde está la casa donde escribí las canciones. Y me aseguro de llegar siempre antes de Jungleland. Aparco allí, me siento en la acera y dejo que suene toda la canción".
Este lunes hará 50 años del lanzamiento del álbum que grabó en su momento profesional más difícil, con el contrato discográfico colgando de un hilo y su perfeccionismo en el estudio disparado a niveles mal definidos a niveles. su voz como artista y que catapultó su carrera. No es su primer gran disco, pero sí el disco con el que nació la leyenda de Bruce Springsteen y el E Street Band. Tonight in jungleland, un libro sobre la creación de Born to run escrito por Peter Ames Carlin, que en el 2012 ya publicó la biografía del músico, Bruce. Es en Carlin, de hecho, a quien Springsteen confiesa el pequeño homenaje que hace en el disco cada 25 de agosto. La lectura del libro es absorbente y retrata con detalle lo frágil que era la situación profesional de Springsteen en 1974, cuando, tras fichar por Columbia, avalado por las comparaciones con Bob Dylan, apenas había vendido 40.000 copias de sus dos primeros discos. Además, su valedor en Columbia, Clive Davis, ya no dirigía a la compañía y su sucesor no veía nada especial en aquel greñido guitarrista de Nueva Jersey.
"Era evidente que si el siguiente disco no triunfaba sería el fin de su carrera", resumía el guitarrista Steve Van Zandt en Wings for wheels, el documental de 2005 sobre la grabación de Born to run. Pero Columbia ni siquiera se decidía a encargar un nuevo álbum, y primero pidió un sencillo que pudiera sonar en la radio. Y era una petición comprensible: los dos primeros discos eran magníficos y llenos de grandes temas, pero no conectaban con el público como sí lo hacían los directos de Springsteen y su banda, con esa energía exuberante y pegadiza.
Presionado al máximo, el músico se embarcó en la grabación más difícil de su carrera: seis meses, estuvieron él y la banda en el estudio dando forma a la canción Born to run, añadiendo capas y capas buscando un tipo muro de sonido al estilo de Phil Spector. La mayoría de ideas se quedarían fuera de la mezcla final (arreglos de cuerda, un corazón de voces femeninas, efectos sonoros), pero el resultado fue extraordinario, una explosión sonora que hacía justicia a esa canción sobre la necesidad urgente de huir de la propia vida y sin importar hacia dónde. Springsteen había trabajado meses en la letra y, de algún modo, esbozaba los grandes temas de su obra. "Las preguntas que intentaría responder a mis canciones el resto de mi vida tomaron forma por primera vez en Born to run –reflexionaba en Wings for wheels–. ¿Qué haces cuando tus sueños se hacen realidad? ¿Y cuándo no?".
Rehacer una banda a toda prisa
El primer ejecutivo de Columbia que escuchó la canción no quedó impresionado, seguramente porque la escuchó mientras atendía tres llamadas de teléfono simultáneas. Comprensiblemente cabreado, Mike Appel, el mánager y productor de Springsteen, filtró Born to run a un puñado de disc-jockeys de radios que pincharon la canción en sus programas. El entusiasmo de los oyentes por ese tema despampanante hizo que Columbia se decidiera a encargar el tercer disco a Springsteen, que ahora tenía otro problema: una de las piezas clave de su banda, el pianista David Sancious abandonaba el E Street Band para poner en marcha una carrera en solitario, y con él se marchaba también su amigo, el bate Boom Cartero. Sancious era una pérdida importante, ya que Springsteen había diseñado el sonido de la banda y algunas de las canciones para dar espacio a las improvisaciones y al genio del pianista. A toda prisa, pusieron un anuncio en The Village Voice y encontraron sustitutos –Roy Bittan y Max Weinberg– que imprimieron un sonido nuevo en la banda: de la hiperactividad y el arrebato improvisado de los primeros discos a un estilo más sobrio y fluido pero, en conjunto, más potente y definido. El sonido de Born to run.
Para registrar el resto del riesgo se incorporó también como coproductor Jon Landau, periodista de la revista Rolling Stone que escribió: "He visto el futuro del rock'n'roll y su nombre es Bruce Springsteen", en una crítica entusiasta de un concierto del de Nueva Jersey. Más intelectual que Appel, se ganó la confianza de Springsteen y le ayudó a conseguir un estudio mejor ya pulir el sonido y los arreglos, sobre todo con Thunder road, que reestructuró de pies a cabeza. Después de Born to run, Landau acabó sustituyendo a Appel como mánager y productor, pero durante la grabación la tensión creativa entre los dos productores fue positiva para el disco. Y contra lo que podría parecer, fue Appel quien evitó que la magnífica Meeting across the river, un tema de aires jazz y letra de relato noir, cayera del disco en beneficio de las más convencionales Linda let me be the one y Lonely night at the park. Éstas son, por cierto, dos de las pocas canciones de las sesiones de Born to run que se quedaron en el cajón del estudio, aunque Linda let me be the one acabaría viendo la luz en 1998 en la caja recopilatoria Tracks, y Sony acaba de publicar Lonely night at the park para conmemorar el cumpleaños de Born to run.
Van Zandt, providencial
Durante la grabación de Born to run, la escudella de ambición e inseguridades que era el Bruce Springsteen de 25 años disparó sus niveles de exigencia y la obsesión por grabar el disco de rock definitivo. Una de sus víctimas fue Clarence Clemons, a quien hizo tocar durante días y días el solo de saxo de Jungleland, indicándole nota por nota como lo quería. Pero una de las anécdotas más conocidas de la grabación del disco es la aparición providencial de Steven Van Zandt, que no toca ninguna nota en Born to run –aún no formaba parte de la banda–, pero que visitó el estudio el día en que una sección de vientos se atascó con Tenth avenue freeze-out porque estaban acostumbrados a trabajar con partituras. Van Zandt, siempre intuitivo, echó por el derecho y les cantó las partes que debían tocar, con un éxito inmediato. Ese fue el momento en que Appel y Springsteen acordaron incorporar oficialmente al guitarrista a la E Street Band.
Born to run se acabó de grabar in extremis en un maratón final de tres días sin apenas descanso porque el grupo tenía que marcharse de gira, pero aún quedaba el último giro de la historia. Cuando Springsteen recibió una copia de prueba con la masterización final y la escuchó, de repente le devoraron todas las dudas y las inseguridades. Quizás ese disco, al fin y al cabo, era una basura, y él un presuntuoso sin talento. Lanzó el disco a la piscina del hotel donde estaba y dijo que había que empezar de nuevo, que eso no valía nada. Por último, Landau y Appel hicieron que recuperara la cordura, pero, en perspectiva, en aquel arrebato inconsecuente ya se podían detectar los problemas de autoestima y ansiedad derivados de la mala relación con su padre, que en el futuro acabarían llevando a Springsteen a hacer terapia durante más de veinte años para apaciguar a sus demonios interiores.
De portada en portada
Precedido por unos conciertos legendarios en el club Bottom Line de Nueva York, Born to run fue un recibo como un clásico inmediato del rock, una obra maestra de pies a cabeza, desde las letras hasta la música y la icónica portada con Springsteen apoyado sobre Clemons. Por cierto, que aparecieran sólo ellos dos en portada fue una decisión del cantante, en parte para subrayar la idea de amistad que atravesaba las canciones, pero también porque quería enviar un mensaje de integración racial que, en el fondo, ya estaba presente en la mezcla de rock y el soul que era su música.
Menos control tuvo sobre el alboroto mediático que se formó a su alrededor, cuando las dos revistas más influyentes de Estados Unidos, Time y Newsweek, le dedicaron la portada, y justamente la misma semana. La primera le dedicaba un artículo elogioso y le consideraba "la nueva sensación del rock", mientras que la segunda tenía una visión más escéptica y analizaba el fenómeno de Born to run como una gran campaña de marketing, quizá lo peor que podía decirse sobre un músico de rock en la época en que la autenticidad y la oposición al establishment se exhibían como si fueran medallas.
No es raro que, poco después, cuando llegó a Londres a dar el primer concierto fuera de Estados Unidos y ver todo pósters con la frase "¿Estáis preparados para Bruce Springsteen?" el músico se cabreara como un mono por el exceso de publicidad y arrancara todos los carteles de la sala donde debía actuar. El concierto fue bien, pero él estaba tan tocado que durante casi tres décadas se negó a ver su grabación en vídeo. Cuando finalmente lo hizo se dio cuenta de que, mira por dónde, era un gran concierto, y se convirtió en el cuarto disco en vivo de su carrera: Hammersmith Odeon, London '75.
Cincuenta años después de publicarse, Born to run conserva una energía abrumadora, una vitalidad irresistible que quizás no era "el futuro del rock'n'roll" que vaticinaba Landau, pero sí uno de los hitos del género. Y la canción que da título al disco mantiene su puesto de honor en los conciertos: según Setlist.fm, es el tema que más veces ha tocado en vivo (1.875), seguido de otro tema del disco, Thunder road (1.584). El músico asegura que, para la banda, tocar Born to run está revestido de un cierto "carácter sacramental". Y cómo sabe todo el mundo que ha estado en un concierto de Bruce Springsteen, para sus fans también.