Crítica de música

Bach de baja intensidad

La soprano japonesa Maine Takeda fue la mejor de las solistas de la beca Bach de la Fundació Salvat

2 min
La soprano japonesa Maine Takeda en una imagen de archivo.
  • Palacio de la Música
  • 14 de diciembre de 2023

La Fundación Salvat ha celebrado el concierto de Navidad (o de Adviento) con la presentación de los cantantes que han obtenido la última beca Bach: la soprano japonesa Maine Takeda, el contratenor alemán Matthias Daehling, el tenor catalán Marc Garcia y el bajo inglés Charlie Baigent. El programa estaba integrado por dos cantatas de Johann Sebastian Bach (Schwingt freudig euch empor BWV 36 y Wachet! ¡Betite! BWV 70), además de la cantata In furore iustissimae irae de Vivaldi y del motete Exsultate, jubilate de Mozart, estas dos a cargo de la soprano María Hinojosa.

Ante el Bach Collegium Barcelona y el Cor Bruckner, Pau Jorquera dirigió un concierto descafeinado y de baja intensidad: discreción de las voces solistas (a excepción de Maine Takeda, impecable en el aria de la cantata BWV 36), afinación desigual, entradas en falso y mala sincronización entre solistas y dirección, especialmente en los pasajes corales de las cantatas de Bach. Una lástima, porque el programa merecía la pena. Así, mientras el conjunto instrumental presentaba lo mejor de sus integrantes en los pasajes obligados de las arias, el Coro Bruckner tuvo también sus momentos felices, sobre todo en los corales de las cantatas, aunque la calidad entre secciones resulta desigual .

María Hinojosa mostró sus dotes infalibles en el canto de agilidad de las dos obras de Vivaldi y de Mozart. Sin embargo, el estado vocal de la soprano catalana no parece pasar por su mejor momento: los graves se proyectan opacos y con escaso volumen, mientras que algunos agudos resultan levemente secos.

Una vez más, es necesario insistir en que este tipo de conciertos piden la proyección de la traducción de los textos cantados, de cara a la inteligibilidad del sentido profundo de las obras. La opción del código QR es incómoda para quienes leen desde el teléfono móvil (que, por otra parte, debe desconectarse), pero también para quienes les molesta la luz de este dispositivo. Ahora que está de moda no disponer de los programas impresos, es un error no proyectar los textos de obras en los que la palabra es parte sustancial de la partitura.

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