Crítica de música

Un cantante excelente, una técnica a revisar

Alexander Grassauer exhibe notables dotes interpretativas en un recital de lied en el Petit Palau de la Música

El cantante Alexander Grassauer en una imagen de archivo.
2 min
  • Pequeño Palacio de la Música. 30 de mayo de 2024

Alexander Grassauer es un bajo-barítono austríaco muy joven (28 años) con unas dotes interpretativas ciertamente notables. Los exhibió el jueves con un recital en el Petit Palau junto al excelente pianista Stephan Matthias Lademann. La velada, con poca afluencia de público, fue un perfecto muestrario de las aptitudes de Grassauer, cuyo repertorio sirvió para sintetizar gran parte de la historia del lied con tres tótems del género: Franz Schubert, Gustav Mahler y Richard Strauss .

Era un programa exigente, incluso arriesgado, pero Grassauer le superó con nota. La voz es importante, con un centro robusto, unos graves rotundos –más bajo que de barítono– y unos agudos lanzados con seguridad y buena proyección. A todo esto hay que sumarle el sentido expresivo, el masticar cada palabra, cada sílaba, con la intención emocional justa, sin histrionismos y sin complejos. Cómo debe ser.

Pero este intérprete tiene tendencia a un descontrol en los agudos, que son –en mi opinión– su talón de Aquiles. Y es que los cambios de color en la emisión están muy bien, de acuerdo con una tradición interpretativa del lied que va de Fischer-Dieskau a Goerne (por citar dos ejemplos de voces graves masculinas). Pero por eso hay que apoyarse en una técnica que Grassauer todavía está por mejorar. Y, si bien el uso de los reguladores es impecable y la voz en máscara presenta una seguridad indiscutible, es en la emisión del sonido en el registro agudo donde el cantante austríaco presenta una ambivalencia en la afinación a revisar.

Sin embargo, es una excelente noticia que figuras como ésta aseguren el relevo de los grandes maestros, porque Grassauer crecerá, seguro, en seguridad, en técnica y en triunfos si se lo propone y si trabaja bien ya fondo.

Por otra parte, es muy satisfactorio constatar la buena salud del lied en nuestro país. Si bien, como decíamos, la asistencia distaba de ser numerosa, los acólitos del género pueden (podemos) estar bien contentos. El día antes, la versión en concierto de Tolomeo de Händel demostró que la ópera barroca tiene bastante aceptación entre nosotros y que ya no es una rareza. Por suerte, el lied tampoco.

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