La gran espera ha terminado: hemos visto a Oasis
La historia de dos amigos que hicieron una promesa y debían cumplirla como fuese y dónde estuviera
Cardiff (País de Gales)Hay días en que se te calienta la boca y aquél fue uno de ellos. "Niño, si estos tarados vuelven, vamos como sea", dijimos mirándonos a los ojos. Luego, dimos solemnidad al momento encajando las manos. Habían pasado más de diez años de esa promesa cuando llegaron los primeros rumores de que los hermanos Gallagher se planteaban hacer las paces y que Oasis volvería a los escenarios. "Todo es humo, Canals. Ni caso. Nunca los veremos", decían. Pero las conversaciones entre ambos siempre terminaban igual: "Si estos tarados vuelven, vamos como sea".
Y llegó el momento. El 27 de agosto del 2024 (tras dieciséis años casi exactos de la ruptura) salió el sol y Oasis anunció su regreso: "Las armas se han silenciado… la gran espera ha terminado", decía el comunicado. Era el fin de 16 años de discusiones, trifulcas y visiones artísticas diferentes edulcoradas por la mala compañía de la cocaína y la lucha infinita de egos.
La llamada fue instantánea. "Cómo sea" era "como sea" porque una promesa es una promesa. Diecisiete conciertos entre el Reino Unido e Irlanda. móviles (Oriol). Zambullimos en el fangar de las colas virtuales, los registros, los códigos de validación y el atraco de los precios dinámicos para jodernos de hostias (virtuales, eh, que en este mundo ya todo es virtual) con fans. que se movía. Manchester, Edimburgo, Londres, Dublín; nos era absolutamente igual. Manchester ya veinticinco mil de Cardiff". "Tira, cien mil en Londres es mi mejor posición".
La calda de agosto apretando, la gente remojándose en la piscina y nosotros haciendo colas virtuales maldando para dejarnos unas cuantas libras en una promesa. Vía-Aribau de los años 80.
Después de tres horas de repartir tacos a diestro y siniestro, el tema empezó a avanzar. "Xavi, estoy a quinientos de Manchester", decía cruzando los dedos para que no fallara el wifi o me saliera un "sold out" acompañado de un puño cerrado y el dedo del medio firme arriba. Pero no. "Niño, entro en Manchester". Y cuando, por fin, tienes la tierra prometida delante de ti y la tarjeta de crédito a punto de quedarse temblando, te caen encima las siete plagas de Egipto y el sistema de venta de entradas sólo permite. la última?, va, hombre, ¡de ninguna manera! cola virtual. Dentro. Casi cuatro horas después de estar mirando pantallas llegó la frase mágica "Xavi, vamos a Cardiff". Hubo catorce millones de solicitudes para el millón cuatrocientas mil entradas a la venta y nosotros logramos dos.
'Wonderwall' en pleno pulmón
Diez meses después, el sábado 5 de julio aterrizamos en Bristol, tren en Cardiff, paseo por el centro, unos peines con Wonderwall a pleno pulmón (nos llevaremos a la tumba el número exacto) y hacia el Stadiwm Principality para ver la banda de este par de imbéciles. Porque no nos engañemos, son imbéciles. Pero son nuestros imbéciles preferidos y se lo perdonamos. Para nosotros dos, Oasis significa la explosión de un momento vital, la banda sonora de la transición de la adolescencia en la vida adulta; aquellos años en los que tienes un mundo para comerte, un montón de sueños por cumplir y un pomo muy grande de lirios en la mano. Con el tiempo, van cayendo y te das cuenta de que la vida no es el camino de rosas que habías imaginado, pero la música es una de esas cosas que te hace el camino agradable. Llegados al 2025 con más arrugas en la cara, más blancura en la azotea y una presbicia que ni te cuento, no nos avergüenzamos de nuestro yo de los 90. Y el sábado por la noche fue como volver. Liam Gallagher, Noel Gallagher, Paul Bonehead Arthurs, Gem Archer, Joey Waronker, Andy Bell y las 74.000 personas que nos acompañaban lo hicieron pasar pipa. Un ambientazo increíble antes, durante y después del concierto (estamos a años luz de vivirlo como esa gente).
Veinticuatro horas que recordaremos para siempre. El domingo aterrizamos en Barcelona afónicos, destrozados y con una resaca de caballo, pero inmensamente contentos de haber cumplido una promesa que ha durado más de diez años. Porque las promesas deben cumplirse. "Cómo sea" y "donde esté". La gran espera ha terminado. Hemos visto a Oasis.
[Oriol Canals es el responsable de nuevos negocios del ARA y autor de novelas como 'No dormiràs'. Xavier Linares es director financiero y corporativo del ARA]