Sara Blanch: "En un mundo que va tan rápido, la ópera tiene un efecto medicinal"
Soprano. Debuta en la Schubertíada de Vilabertran el 19 de agosto.
GeronaSara Blanch es una de las cantantes de ópera catalanas más destacadas del momento. Nacida en Darmós, un pueblecito de la Ribera d'Ebre, con tan sólo 36 años se ha convertido en solista habitual de las temporadas del Gran Teatro del Liceo, ya ha pisado los principales escenarios internacionales y se ha consolidado por todas partes como una gran intérprete del bel canto italiano. Soprano lírico-ligera con un gran don para los agudos y la coloratura sumado a un dominio absoluto de la expresividad y los matices, debutará en la Schubertíada de Vilabertran, uno de los certámenes de lied más importantes de Europa, el próximo martes, 19 de agosto, con un recital de obras de compositores alemanes. Después de un verano lleno de compromisos de gran vuelo, en pocas semanas empieza la temporada 2025-26, de nuevo llena de citas estimulantes, con estrenos en la Royal Opera House de Londres, la Ópera de París y La Scala de Milán, además del regreso al Liceo, en junio, con Le nozze di Figaro.
¿Cómo afronta el debut en la Schubertíada?
— Es una cita que espero con muchas ganas. Tengo que dar las gracias a Víctor Medem [director artístico de la Schubertíada hasta la edición de este año] porque si no fuera por él este concierto no tendría lugar. Me hizo ver que mi voz podría encajar muy bien con ese repertorio. Ya lo había trabajado en el conservatorio, cuando estudiaba, pero en concierto, hasta ahora sólo había hecho canción francesa, catalana e italiana, pero no lied alemán. Medem me ha dado la oportunidad de adentrarme en este repertorio, realmente muy rico y precioso, y abrir una puerta que confío en que tendrá continuidad.
El programa cuenta con lieds de Schubert, Strauss, Wolff y Mahler. ¿Qué diferencias presentan estas piezas con los títulos de ópera que canta habitualmente?
— Cada compositor del programa tiene un lenguaje propio, pero, por lo general, el lied destaca siempre por la importancia de la expresividad, de comunicar con la voz y poder jugar con los colores. En un lied o en una canción la ambientación es mucho más íntima que en la ópera, donde hay elementos de gran magnitud, como el escenario,atrezo, el vestuario... y el público está a cierta distancia.
En la Canónica de Vilabertran, en cambio, las primeras filas están muy cerca.
— Exacto, el ambiente es más cercano. Quizás la voz no tenga aquella exigencia de la pirotécnica, los picados y los sobreagudos de algunas óperas, pero sí la importancia de la manera de decir y de la comunicación. Como intérprete intento buscar colores para contar la historia del texto. Cada canción individual es como una ópera entera, porque en cada canción eres un personaje diferente, debes contar una historia diferente, y de una a otra tienes que cambiar muy rápidamente de emoción y de intención.
Ahora viene de triunfar con la ópera Mitridate de Mozart en el prestigioso Festival de Salzburgo. ¿Cómo ha sido la experiencia?
— Es la primera vez que canto una ópera entera. Y justo era la única ópera de Mozart programada este verano, así que cantar a Mozart en su ciudad es un privilegio enorme. Y hacerlo con músicos habituados a ese lenguaje, todo un gusto.
El nuevo curso, además de viajar a Londres, París y Milán, volverá al Liceu. ¿Qué significa cantar un año más en el teatro de Barcelona?
— Es muy importante, porque es el teatro de casa. Poder trabajar en el lugar donde vives es fundamental, y el hecho de ver que en Barcelona tenemos un teatro como el Liceu, pero también el Palau de la Música Catalana y L'Auditori, me hace sentir que la ciudad funciona.
¿Cree necesario que los teatros de ópera de nuestro país apuesten por el talento de los cantantes locales?
— Totalmente. A veces parece que para que uno sea del país tenga menos valor y que cantar fuera te da una mayor cuota de importancia. Pero hay países como Francia que hacen cantar a sus cantantes antes que nadie, y luego vienen los de fuera. Creo que primero hay que dar trabajo a los cantantes de casa. Eso sí, siempre que se lo valgan y se lo hayan trabajado como es debido.
¿En Catalunya y España hay menos afición por la ópera que en otros países punteros de Europa?
— Sí que es verdad que tenemos en mente que países como Alemania o Austria tienen una programación muy extensa. Allí la gente de todas las edades está acostumbrada a acudir al teatro y la música está en la base de la educación. Pero aquí tampoco lo estamos haciendo tan mal: Teatro Real de Madrid y Liceo programan muchas funciones de un mismo título durante semanas, más que en estos países, y se llenan. También se está realizando proyectos para captar a la gente joven y están funcionando. No debemos dar por hecho que la ópera no gusta o que no va a gustar, sino dar al público la oportunidad de ir y, entonces, la gente responde.
¿Qué le diría a alguien que nunca ha ido a la ópera para seducirle?
— Que la ópera te aporta una profundidad y una dimensión distinta que te llegan directas al alma, tiene un efecto medicinal. En un mundo en el que todo va y se consume tan rápido, te puede hacer conectar contigo mismo de otra manera. Cada ópera tiene su interés y las hay para todos los gustos, pero hay muchos títulos ideales para empezar, como Rigoletto, La traviata, La italiana in Argeli, o, por ejemplo, la misma Le nozze di Figaro, que cantaremos en junio en el Liceu.