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Maria Jaume: "No hay ninguna canción en el disco que sea sobre una relación normal"

Música. Publica el disco 'Nostalgia airlines'

7 min
La artista mallorquina Maria Jaume.

BarcelonaDel folk de Hasta mayo no revivo (2020) en el pop de Vueltas y vueltas (2022). Y ahora la mallorquina Maria Jaume (Lloret de Vistalegre, 1999) añade ritmos para bailar en la nocturnidad de un club o en una playa de madrugada. Así es Nostalgia airlines (Bankrobber, 2024), un disco cocinado con Lluís Cabot (ex Da Souza) y con colaboraciones de Julieta, Mar Grimalt, Renaldo & Clara y Pau Debon, el cantante de Antònia Font. Maria Jaume, que este viernes actúa en el Auditori de Girona, reúne canciones tocadas por el malestar emocional y social que provoca la explotación turística. Le avala la experiencia de ser una mallorquina que vive en Barcelona.

¿Cómo describirías la evolución que has tenido desde 2020 hasta ahora?

— Supernatural. Ha sido cómo crecer y evolucionar, y me he ido dando cuenta de lo que quería hacer realmente. Cuando empecé no tenía ni idea, ni de cómo hacer una canción, ni de cómo quería que se produjera. Y si lo hacía era como: "Sé que ahora me gusta esto, pero no tengo ni idea de qué me va a gustar dentro de unos años". Y me ha pasado que he ido encontrando mi camino, y ahora estoy más tranquila que nunca con el disco que he hecho, y más a gusto con el estilo y el sonido.

¿Hasta qué punto crees que te ha ayudado, la existencia de los dos últimos discos de Renaldo & Clara?

— Evidentemente, son una influencia. Creo que también les ha pasado algo lo mismo que a mí, que nos ha influido mucho el momento que vivimos ahora y la música que se escucha ahora. Ellos lo han hecho de una forma y yo de otra. Por eso me dio ganas colaborar con Clara [Viñals], porque realmente estamos muy cerca, en según qué cosas, aunque también quería llevarla a un sitio diferente, porque quizá ella no habría hecho una canción con un afrobeat como Super mala pinta.

¿Super mala pinta y Cala Rajada 1964 ¿acaso son las dos canciones a las que has ido más allá rítmicamente?

— Y Triste en Miami, que es un reggaeton, y Resaca en su playa, que es afrobeat. Es que he ido escuchando cada vez más música así, y creo que liga con las letras, esa cosa de Mallorca del mar y la playa.

¿Esta nueva forma de hacer te ha conducido a hacer versos más cortos todavía?

— Sí, he simplificado la forma de escribir, pero también era algo que buscaba porque no me gustaba del todo como escribía antes. Mirándolo con perspectiva, ahora me enzarzan un poco, aquellas letras que eran muy poéticas y muy densas. Ahora me gustan letras más frescas, más directas, que pueden ser igual de elaboradas, pero que sean más accesibles, más pulpo. Al final, he ido mucho más al pop. Es que en el primer disco hay canciones que hice con 17 años, y, evidentemente, escribía de otra forma, pensaba de otra forma, sentía de otra forma. Básicamente, he crecido y he ido aprendiendo cosas por el camino.

¿Esas canciones seguirás defendiéndolas en directo sin problema?

— No las haremos todas, porque tampoco puede durar tanto el concierto. Hay algunas que sí las haremos más fieles, pero otras las hemos reversionado para que ahora me sienta más a gusto tocándolas, porque hacerlas exactamente como las hacía antes está muy lejos de lo que soy ahora.

Además de la de Renaldo & Clara, en el nuevo disco hay tres colaboraciones muy significativas. Una es la de Julieta, que conviene mucho con el lenguaje contemporáneo que estás proponiendo tú.

— Sí. Es que Julieta cada vez me gusta más. Y cuando empecé a pensar en esta canción, Triste en Miami, de repente me vino a la cabeza ella, su universo y su manera de hacer canciones. Estuve súper a gusto trabajando con ella.

Después hay un salto generacional: la colaboración con Pau Debon, de Antònia Font, en Hoteles, sol y playa. ¿Era la colaboración pendiente que tiene todos los artistas mallorquines?

— Era algo que me hacía muchísima ilusión. He crecido con Antònia Font desde que tengo uso de razón. Siempre he cantado sus canciones, siempre me han gustado mucho. Y la voz de Pau aún más, porque cuando piensas en Antònia Font piensas en esa voz. Tenía muy claro que quería colaborar con él en este disco y ya hicimos la canción pensando en él e intentando ver cómo podían casar nuestros dos mundos. Y tiré hacia aquí, hacia el turismo, una realidad compartida por ambos. Cuando llegó al estudio fue muy mágico todo.

Y, finalmente, cierras el disco con Mar Grimalt en Balada del traste, que es la canción quizás más folk del disco.

— Es la única canción que nació en guitarra. Haciéndola con Mar, que ella también hace algo mucho más folk, fue hacia aquí, aunque ella le dio una capa que yo no imaginaba y que hace que la canción evolucione y sea mucho más épica. De todas formas, sí intentamos ligarla a las demás canciones con la percusión electrónica, por ejemplo, que también está en Qué pena.

Qué pena y Xin xin y bye bye son canciones que parecen complementarias, ¿no?

— Y Xin xin y bye bye con Triste en Miami, porque la hice como si fuera una precuela de lo que vendría. Es como hacer guiños entre canciones, y autorreferenciando, que a mí me hace gracia.

Y le da cierta consistencia conceptual en el disco.

— Sí, era la intención.

Tienes las canciones de amor y las canciones de después del amor.

— Tampoco lo he pensado como algo muy cronológico, sino como relaciones afectadas por contextos como el turismo, tener que separarse por trabajo, que tengas que irte fuera de dónde vives, o cosas así. Y he querido jugar mucho con esto: cómo afectan a todas estas cosas en tus relaciones. Por eso no hay ninguna canción que sea sobre una relación normal; siempre hay cosas que no acaban de estar en su sitio.

En tu caso, tu realidad no es la de algunas canciones, porque sí vives en pareja en una misma ciudad.

— Mi realidad, sí.

Pero sí que tienes conocimiento de causa para hablar de relaciones a distancia, como haces en Pura geografía.

— Me gusta mucho jugar y no terminar de decir lo que es realidad y lo que es ficción; la gracia es que cada uno pueda imaginarse lo que quiera. Es evidente que no todo me pasa al 100%, pero sí que me inspiro muchísimo en cosas que me han pasado, o cosas que me cuentan.

Volviendo al turismo, ¿qué es lo más raro que has visto nunca en una tienda de souvenirs?

— Las cosas más extrañas suelen ser las más marranas, quieras o no, porque el contexto de Magaluf... Aquellas estatuillas que no tienen ningún sentido con el lugar en el que están, pero que es un souvenir porque sí.

¿Determina mucho el turismo tu existencia?

— Sí. Al final forma parte de mi día a día y del día a día de todos; por ejemplo, de los que vivimos en Barcelona y Mallorca. Huí de un sitio sintiendo que me sacaban de mi casa. Sobre todo en verano, que es cuando tendría que gustarte volver a Mallorca, muchas veces es un lugar insoportable, no sabes a dónde ir, hay muy pocos lugares que conozcamos a los mallorquines que no los conozcan los guiris. Y vienes a Barcelona y no te puedes pagar una vivienda, porque mayoritariamente también es para el turismo, aparte de otras cosas... Yo misma he tenido que mudarme por el turismo, porque salía a la calle y me ponía de mala hostia porque no podía hacer vida de barrio normal, porque las calles estaban absolutamente llenas de turistas por la calle.

Digamos que haces canciones de amor, pero con un paisaje social y un tono de denuncia sin ser...

— Sin ser buscado ni demasiado denso. Me han salido estos temas porque forman parte de mi vida y son problemáticas que me afectan. No dije "Quiero hacer un disco que critique esto y eso", sino que, inevitablemente, tengo ese pensamiento, estas ideologías y, evidentemente, se cuelan a mi manera de escribir ya mis temáticas.

Elementos que salpican las canciones como aeropuertos, calas sin guiris, cruceros de quince pisos ecofriendly...

— Sí, y he intentado hacerlo de una manera superdistendida y muy accesible, como lo hago en mi día a día, con ironía, que medio que te jodes porque no puedes estar llorando por los rincones cada día.

Y sobre todo que pueda bailarse.

— Totalmente.

¿Qué música te gusta bailar cuando vas a un club?

— Cuando voy a un club, más o menos, lo que me pongan. Haciendo este disco he escuchado mucho a Caroline Polachek, SZA, Reels B, Bad Bunny. Es la música que me gusta tanto más oír cuando voy a sitios.

¿Cómo negocia las producciones con Lluís?

— No las negociamos. Lo hemos hecho todos juntos. La composición es mano a mano al 100%, y después de la producción sí se encarga más él, pero yo he formado parte de ella desde el principio hasta el final.

Ahora él puede estar implicado al 100% porque ya no tiene el grupo Da Souza.

— Sí, aunque se le juntó un poco el final de Da Souza con este disco, pero sí creo que también ha sido como un paso, dejar algo atrás y centrarse en lo que viene adelante.

En estos cuatro años, ¿cuál es la mejor experiencia relacionada con la música que has vivido, y cuál te gustaría olvidar?

— La mejor experiencia ha sido poder tocar con gente de puta madre y crear amistades muy fuertes a través de la música. He conocido a gente muy guay y sobre todo he pasado mucho gusto tocando y compartiendo esto con otra gente. Lo peor ha sido tener que encontrarme siempre con según qué tíos, que por mucho que vean que toca María Jaime, le charlan a mi compañero antes que a mí, situaciones machistas directamente, de intentar hacerme de menos. Por favor, superamos ya estas cosas, porque yo quiero ir por los lugares y que me trate cómo trataría a un hombre, básicamente.

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