Festivales

El pop global de MIA estalla en el Vida Festival

La décima edición del festival ha atraído a 32.000 personas durante sus tres jornadas

Vilanova y la GeltrúCrear momentos. Ésta parecía ser la consigna de los artistas que actuaron durante la tarde de la tercera y última jornada del Vida Festival. Así lo manifestó Ángeles Toledano, que cerró su concierto flamenco en El Barco, asegurando que había pasado “una ratita muy buena de cante”. Por su parte, la cantautora sudafricana Alice Phoebe Lou, aún relajada por el remojón en la playa de Vilanova y la Geltrú, expresó su deseo de pasar un buen rato con el público mientras subía el atardecer. Sin embargo, algunos no necesitan verbalizar la excepcionalidad, porque la generan espontáneamente con su sola presencia. Es el caso de Xarim Aresté, la prueba viviente de que es posible hacer rock mercurial tratando cuestiones tan alejadas del imaginario del género como, por ejemplo, las madres. "Hemos venido aquí a oír, no a saber", dijo el de Flix entre canción y canción de un concierto que fluyó generoso, humanista y sabio.

También podríamos decir que, con el cuidado que pone al estilizar el entorno de la Masia d'en Cabanyes para crear un espacio fotogénico, el propio Vida Festival busca fabricar instantes memorables para las 32.000 personas que, según el balance de la organización, han visitado la décima edición del evento. A veces, sin embargo, forzarlo puede conducir a situaciones algo incómodas: programar Los Planetas en el escenario El Barco era un llamamiento a la masificación. Efectivamente, costó encontrar un ángulo desde el que apreciar un concierto que el grupo llama “esencial”, y en el que los miembros fundadores J y Florent se presentan sin sección rítmica y acompañados por el pianista David Montañés. El formato permite escuchar con una claridad excepcional la voz de J, a menudo enterrada en la mezcla de las grabaciones, pero también hace preguntarse si la esencia del grupo está aquí o si con la ausencia de la batería de Eric Jiménez se les escabulle un poco el alma.

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Quien no parece estar por experimentos es Paolo Nutini, escudado por un lado que defiende con firmeza unas composiciones con tantas ganas de agradar que a ratos corren el riesgo de hacernos olvidar que también incorporan guiños ingeniosos a los ritmos Motorik y en el libro de estilo de los soulmen. En cambio, Guillem Gisbert no hace sonar sus influencias, sino que las convierte en actitud y gestos: la alineación de los músicos en diferentes espacios y alturas, y los bailes letraheridos para presentar el desmontaje pop de ¡Baila la mazurca! (2024) nos dicen que el subconsciente del músico tiene bien aprendida la lección de puesta en escena de David Byrne.

Supergrass, primer nombre del Vida 2025

Justo después del concierto del ex-Manel, la dirección del Vida salió al escenario principal para celebrar la primera década del festival con un milhojas de cumpleaños elaborado por el panadero Jordi Morera, y descubrir el primer nombre de la próxima edición , que se celebrará del 3 al 5 de julio de 2025: Supergrass interpretando Y should Coco (1995), álbum paradigmático del britpop. Con el anuncio, la organización hizo mutis y el escenario siguió vacío un rato, puesto que MIA activó el taxímetro de su actuación con quince minutos de música enlatada y proyecciones en bucle. La británica de origen tamil tiene un lugar asegurado en la historia del pop por el hecho de haber agitado la turbina de sonidos más allá de las coordenadas occidentales, pero a pesar de sus relámpagos de carisma contestatario, queda la duda de si himnos como Bucky done gun o Papel planas (interpretada con la ayuda de un corazón de voces femeninas) vibran más a pie de pista que sobre el escenario, incluso bajo la lluvia que empujó la segunda parte del concierto.

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El inicio de la recta final de la noche quedó en manos del garaje oleoso de los estadounidenses Black Lips, que no lograron retener en La Masia a unos espectadores que prefirieron dirigirse al concierto sorpresa de Cupido en La Cabana, quizás porque el su neoromanticismo urbano resultaba un preámbulo más indicado para el concierto deAlizzz, que estrenaba en Catalunya las canciones de su segundo álbum, Conducción temeraria (2024). Con una banda que no teme llevar el sonido hasta los límites del efectismo rockero, Christian Quirante pisa el escenario con seguridad (pese a una caída accidental en el foso que, por suerte, quedó en anécdota) y la confianza de quien sabe que, cuando tira temas como Amanecer y El encuentro, el público les cantará para que no se note la ausencia de Rigoberta Bandini y Amaia. El artista de Castelldefels justificó su presencia en una franja reservada a los cabezas de cartel incluso en los lapsus, cuando se refirió a Vilanova y la Geltrú como "Barcelona", tal y como hicieron la mayoría de los nombres internacionales que este fin de semana han pasado por la Masia d'en Cabanyes.