Crónica musical

Recuerde este nombre: L'Arannà

Exitosa presentación del proyecto 'Turmarí' en una Feria Mediterránea en la que también han destacado las actuaciones de Magalí Sare, Cocanha y Alosa

ManresaExitosa y estimulante, la 28ª edición de la Feria Mediterránea de Manresa que termina este domingo después de tres jornadas previas. Mucho público en la mayoría de espectáculos, sobre todo en el eje entre la plaza de Neus Català y la plaza de Sant Domènec, con una participación activa del público en las actuaciones que promueven el baile, como la de La Coixinera. Y un nivel artístico muy alto. Era previsible en los casos de artistas consolidados como Sol Picó y Juan Carlos Lérida, La Venidera y Cocanha. Y ha sido sorprendente en casos emergentes como L'Arannà y Alosa, y en la presentación de proyectos recién salidos del Obrador de Raíz como Descasada de Magalí Sare y Pan de Anna Ferrer.

"Hemos encontrado un tesoro", decía la ibicenca Lara Magrinyà, compañera de la ampurdanesa Anna Sala en el dúo L'Arannà. El tesoro es el patrimonio popular de las Pitiusas, que ambas transmiten combinando sonoridades contemporáneas (básicamente electrónicas) con otras tradicionales, como el canto redoblado y el toque de tamboril, castañuelas gigantes y espasino (una barra de hierro que puede sonar como un theremin). Todo ello confluye en el proyecto Turmarino, creado a partir del patrimonio musical de Ibiza y Formentera, dos islas donde frecuentan los apellidos Tur i Marí. En el disco La salamandra (2024), inspirado en narraciones de Mercè Rodoreda, El Arannà ya se habían alineado en unas coordenadas estéticas similares a las de Cocanha y Tarta Relena. Ahora perfilan una personalidad propia reivindicando y celebrando tonadas y cantos redoblados para explicar con intención y sentido del humor el presente de las Pitiusas. "Mientras Formentera competía por tener la higuera más grande, Ibiza lo hacía por tener la mayor discoteca", dicen, y lo ilustran con ritmos de tech-house (y vanos de Locomía) que podrían sonar en un club ibicenco.

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El espectáculo, muy bien trabajado con la luz y la sincronía de los gestos, respeta el pasado y al mismo tiempo crea con imaginación, como cuando especulan sobre qué hubiera pasado si Pink Floyd o Mike Oldfield, ilustres visitantes de Ibiza, hubieran hecho un tema inspirado en la melodía larga del baile payés. Además, la voz de Magrinyà tiene una gran capacidad para emocionar, como ocurrió en una canción dedicada a la Podarcios pityusensis, la lagartija endémica de las Pitiusas ahora amenazada por la introducción de unas serpientes: la cantó desde el blues, dimensionando el sentimiento como lo hace Adele en las baladas. La ovación de la pequeña sala del Kursaal fue unánime. Recordemos este nombre: L'Arannà.

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Atención también a la nueva aventura de Magalí Sare: Descasada, que estira el hilo de una canción eslovaca sobre el lamento con el que una familia despide a la hija a casar. "En el pasado, y todavía hoy en algunos países, el matrimonio ha sido una experiencia traumática para las mujeres", dijo la cantante barcelonesa. Lo ilustra recuperando canciones de diferentes tradiciones y dominios lingüísticos (catalán, francés, occitano, eslovaco, portugués, gallego...), siempre con una afinación exquisita y expresiva. Efectivamente, está el trauma, la trámila voz El rebozuelo, una de las canciones populares que mejor explica qué oían las mujeres "malmaridades": "Encomiéndame a mamá, ruiseñor, [...] y en papá no mucho, porque me ha malmaritada; / a un pastor me ha dado / que me hace guardar la manada". El Teatro del Conservatorio enmudeció mientras la cantaba.

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Pero Sare, muy inteligentemente, también llena Descasada de celebración, como cuando recuerda la reivindicación de la soltería que hizo Rosalía de Castro y cuando revive el consejo que unas abuelas portuguesas hacen a las jóvenes para que no se casen todavía. Musicalmente, lo cuenta con la riqueza armónica habitual y con todo un despliegue de timbres y colores, los que aportan la violonchelista Irene Romo (del grupo Alondra), el contrabajista Manel Fortià, el guitarrista Sebastià Gris, la violinista Laura Urteaga y una cuarentena. Uno de los espectáculos de la temporada. El cajón del olvido está lleno de buenos propósitos conceptuales, afortunadamente; Magalí Sare logra que las ideas y las emociones se transmitan a través de las canciones, sin que el aparato conceptual se imponga a la música. Es lo mismo que consigue L'Arannà con Turmarino.

Irene Romo, una de las instrumentistas del concierto de Magalí Sare, había actuado dos días antes en la misma Feria Mediterránea con Alosa, el grupo que comparte con Giulietta Vidal. En la sala Els Carlins presentaron las canciones del disco El primer canto de la mañana, publicado por Cerámicas Guzmán, el sello de los Manel. Remueven el cancionero popular catalán, lo revuelven sin solemnidad, y con una estética musical coherente interpretan material tradicional como Mariquita cestera y La dama de Aragón y composiciones propias como Niñas de ciudad, y cuando recuperan Debajo del olmo, la hacen dialogar con una canción nueva, El panadero, para contar esta historia de aventuras extraconyugales desde el punto de vista de la mujer.

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Cocanha, unos referentes

El tema de las malcasadas también aparece en una de las canciones que interpretaron las occitanas Cocanha en el Teatre Kursaal el sábado. Nuevamente, un concierto pletórico de Lila Fraysse y Caroline Dufau, que adelantaron canciones del disco Flame folclóre, que publicarán el próximo año. Folclore extravagante, sí, de maravillas polifónicas, la electrónica justa, un uso muy creativo del tambor de cuerdas y una magia rítmica generada con pies y manos. Cocahna, referentes para un grupo de formaciones muy jóvenes a la hora de crear con la tradición, cantaron a las mujeres que, según la leyenda, domaron a un caballo mitológico para poder montarlo y salir a pasear sin miedo ni hombre protector; también a la lucha ecologista y por la preservación del paisaje y la reivindicación de las clases subalternas. Y, claro, en un repertorio cantando en occitano, no faltó el clamor por la lengua. Son unas artistas admirables, que hacen una música admirable y estimulante.

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La Pasión según san Niño de Elche

La sala grande del Kursaal también acogió, el viernes, la presentación del disco Crudas, del Niño de Elche y Raül Refree, con una dirección escénica de Marta Pazos que incluía un gran telón azul, los vestidos de obreros especializados de los dos músicos y una especie de huevo, pastilla o berenjena gigante que colgaba del techo y que daba el efecto de monolito sagrado. Crudas es un paso más en la colaboración que han tejido el músico barcelonés y el cantado de Elx; uno instalado en un ambiente electrónico más o menos crispado y con una destacada presencia de la sonoridad de órgano, y el otro explorando las posibilidades de ser a la vez crooner y cantaor, y aprovechando los recursos que ofrecen las dinámicas del micrófono. El resultado, de menos a más, es suficientemente exitoso, aunque deja poco espacio para la reacción del público, que hasta los veinte minutos de concierto no pudo expresarse aplaudiendo.

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Uno de los momentos más interesantes llegó cuando Refree cambió la electrónica por la guitarra acústica (que toca con el ímpetu industrial de Blixa Bargeld) y el Niño de Elche cantó los versos de Ernesto Cardenal "Dios mío, ¿por qué me has abandonado? / Soy una caricatura de hombre / Se burlan de mí en todos los periódicosMás allá de la posible identificación personal que el cantante mantiene con estas palabras, se hizo más explícito el grito espiritual de todo ello, como si el espectáculo escenificara la Pasión según san Niño de Elche (con Refree como maestro de capilla), y caminara hacia un final mezcla de sacrificio y éxtasis que cuando llegó provocó una buena parte.