El réquiem por una pandemia de Rufus Wainwright

Hace un par de meses, el musicólogo y crítico Oriol Pérez Treviño publicó, en Dinsic, el volumen Tots els en són un de sol, serio y documentado ensayo sobre 27 misas de réquiem. En un artículo también reciente, el propio autor documenta 1.055 réquiems escritos entre 1950 y 1999 y deja constancia de que el primer cuarto de siglo XXI ya ha legado 630 partituras basadas en la misa de difuntos. Curioso: los siglos XX y XXI son los del triunfo del laicismo, pero, en cambio, la condición humana sigue preguntándose por la muerte y no deja de aludir a la forma sacromusical por excelencia a la hora de intentar darle respuesta.

Más datos: el War requiem de Britten se estrenó en homenaje a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial, incluyendo poemas de Wilfred Owen (muerto durante la Primera Guerra Mundial), y ahora Rufus Wainwright ha presentado su Dream requiem en recuerdo a la pandemia del 2020, sobre el texto latino de Celano pero con incursiones del poema Darkness de Lord Byron. Las equivalencias son más que evidentes, porque ambas obras tienen en cuenta la tradición pero hablan a partir de dos períodos convulsos.

Wainwright ha optado por una pieza de grandes dimensiones en lo que se refiere a los efectivos corales y orquestales, además de una soprano y de una narradora. Se trata de una obra importante, sin duda la más ambiciosa del autor de la ópera Prima Donna, aunque irregular y con momentos excesivamente gratuitos a la hora de buscar un efectismo que puede resultar superficial.

Cuando se estrenó en el 2024 en París, la actriz Meryl Streep ocupó el primer atril, algo que en el Palau de la Música hubiera hecho Sharon Stone. Pero los incendios de Los Ángeles han retenido a la actriz en California, por lo que fue el propio Wainwright quien asumió el papel de rapsoda.

La OBC y su titular Ludovic Morlot, además del Orfeó Català y su Cor Infantil, han sido los agentes musicales del estreno en el estado de la obra. Tan solo la soprano Anna Prohaska ha repetido después de las primeras audiciones en París. Un Palau de la Música que había agotado localidades desde hacía semanas puede apuntarse un nuevo éxito en su programación, aunque teniendo en cuenta que el encargo procedía de diferentes orquestas de Europa y Estados Unidos, además del Palau y de L'Auditori, quizás este recinto hubiera sido el más adecuado para la ejecución de una obra que hacía pequeño el escenario modernista.