"Mientras tenga salud y el cuerpo aguante, no tengo previsto dejarlo"
Quico Pi de la Serra inaugura el Barnasants con un concierto especial en L'Auditori


Barcelona"Estoy como una cabra, ¡sólo faltaría!", exclama Quico Pi de la Serra (Barcelona, 1942). Y añade: "Lo que hacemos es un lujo". En pocas palabras ha descrito las sensaciones que gobiernan el oficio de músico y de "cantautor de combate" que ejerce desde hace más de 60 años. El Barnasants, que siempre le ha apoyado, lo ha elegido para inaugurar la treintena edición del festival este viernes, 24 de enero, en la sala Oriol Martorell de L'Auditori de Barcelona (20 h). "El concierto durará dos horas cortas, o una hora y media larga. Tocaré con el armonicista Joan Pau Cumellas, que es muy bueno y nos entendemos muy bien", dice Pi de la Serra.
Del trío que ha liderado tantos años faltará el guitarrista Amadeu Casas, fallecido en el 2020, ya quien recuerda con emoción. "Era mucho Amadeu, Amadeu, porque no sólo le interesaba el blues, sino que también le interesaba la canción. Hizo un disco estupendo a partir de poemas de Cales Fages de Climent que no tuvo el éxito que merecía, y se cabreó", explica Pi de la Serra sobre el disco El gaitero de la Muga (2013). "La situación de subnormalidad de ese país hace que si eres guitarrista de blues, ya no puedes hacer canciones", lamenta. Pi de la Serra es una excepción muy elocuente: magnífico guitarrista de blues y referente imprescindible de la canción. "Me considero un niño mimado, que también es algo peligroso porque lo cagas y te aplauden igualmente", dice con esa habilidad para aguar los elogios.
Quico Pi de la Serra charla durante una comida de prensa en el restaurante de la librería Laie de Barcelona, la ciudad que abandonó hace un par de años. "Ahora vivo en el Montseny, al pie del Turó del Home, con la mujer con la que me he casado y que quiero", informa. Habla también del repertorio del concierto, que removerá un montón de clásicos de su cancionero. "Y estrenaré alguna canción, como Lunetas, sobre una luna que ha parido cincuenta lunetas", dice. También hará un par de versiones: Blues en sol, de Guillermo de Efak, y La escuela de Ribera, de Ovidi Montllor. "Éramos muy amigos con Ovidio, y esta canción me gusta mucho como está hecha", asegura. Por cierto, tocará la guitarra que hace tiempo le hizo el lutier sabadellense Josep Melo, que es "un homenaje a la Telecaster" [una guitarra legendaria de la marca Fender]. Le piden si se siente mejor guitarrista ahora que antes, y responde: "Tengo la sensación de que cada día toco la guitarra algo mejor". Y enseguida resta importancia. "Todo es muy mecánico: si todo el día estás tocando y estudiando..." Sobre seguir trabajando en los escenarios, lo tiene claro: "Mientras tenga salud y el cuerpo me aguante, no tengo previsto dejarlo, aunque en casa ya hace tiempo que me dicen que doy pena", espeta, seguramente reprimiendo una sonrisa.
La conversación de sobremesa navega por recuerdos de todo tipo: los conciertos Tiny Desk de la emisora de radio NPR que sigue con el ordenador, los años haciendo un programa de blues de Catalunya Ràdio, los encontronazos con la industria discográfica, los interrogatorios policiales, las noches en la comisaría de la Via Laietana... "Aprovecho para recordar que en Barcelona hay un grupo de gente que se manifiesta regularmente para que la comisaría de la Via Laietana se convierta en un espacio de memoria, como se hace en Europa". Y reniega con criterio de la política, que "es absolutamente necesaria, bien entendida, pero que también hace cagar bastante".