Más de treinta artistas cancelan la actuación en el Sónar por los vínculos con un fondo proisraelí

BarcelonaTreinta y tres artistas, el 28% del cartel, han cancelado la actuación en la 32ª edición del festival Sónar que se celebrará del 12 al 14 de junio. Así expresan la disconformidad con KKR, el fondo proisraelí que en octubre del 2024 se convirtió en el principal inversor de Superstruct Entertainment, la empresa que compró el Sónar en el 2018. Entre las últimas cancelaciones se encuentra la del francés Rone, que traía a Barcelona un espectáculo con el Ballet Nacional de Marsella, y la de la venezolana Arca. La renuncia de Arca es especialmente significativa porque su relación con el Sónar ha sido muy estrecha; de hecho, a menudo ha contado con la complicidad absoluta del festival para estrenar propuestas. De momento mantienen la participación en el festival 83 grupos y artistas (39 en el Sónar de Día y 44 en el Sónar de Noche).

La crisis, que estalló a raíz de un reportaje de El Salto, es profunda y difícil de resolver a una semana del inicio del evento. Un comunicado en el que el Sónar condenaba explícitamente "el genocidio sobre el pueblo palestino" no ha servido para apaciguar el alcance de la protesta. Incluso la Generalitat ha apoyado a los artistas que han cancelado su participación. La portavoz del Gobierno catalán, Silvia Paneque, dijo el martes que el ejecutivo "comparte expresarse y limitar los ámbitos donde empresas de matriz israelí puedan actuar o sacar un provecho". La contradicción es evidente, dado que la Generalitat aporta 250.000 euros al Sónar.

Por ahora, de los ochenta festivales de Superstruct Entertainment, el más afectado por las cancelaciones es el Sónar, seguramente porque es el que se celebra antes, pero también porque siempre ha cobijado a artistas con espíritu crítico y con un fuerte compromiso político, a menudo espoleado por la propia dirección del festival. Aunque menos numerosas, también ha habido retiradas del cartel en el Arenal Sound de Burriana y el FIB de Benicàssim, además de protestas por la celebración del Brunch Electronik de Barcelona. Y una veintena de grupos y artistas también han dicho que el próximo año no actuarán en el Viña Rock (en Villarrobledo, Albacete) si KKR sigue siendo el inversor principal.

Superstruct explica que "los beneficios que obtengan los festivales que forman parte de Superstruct se destinan al desarrollo de los festivales", y que en ningún caso generan dividendos para KKR, ni para ningún otro inversor. No es una situación excepcional, porque fondos como este no rentabilizan las inversiones mediante los dividendos, sino vendiendo los activos al cabo de un tiempo. En la misma línea, festivales del conglomerado Superstruct como los británicos Mighty Hoopla y Field Day, ambos de Londres, y el Tramlines de Sheffield ya habían marcado distancias con KKR, como lo había hecho el propio Sónar. "En ningún momento hemos enviado ni enviaremos un solo euro a KKR [...]. Todos los beneficios se reinvierten íntegramente de cara a las futuras ediciones de Sónar", se dijo desde el festival barcelonés. Sin embargo, queda fuera del alcance de los festivales en qué invertirá KKR las ganancias que pueda obtener si vende su participación. Incluso podría darse el caso de que el fondo saliera muy beneficiado de la venta porque podría negociar desde una posición de fuerza: si queréis que me vaya, buscad un comprador que pague más, podría argumentar.

El problema de no ser dueño de tu destino

El Sónar ha podido mantener la línea artística y la filosofía política fundacional durante más de treinta años. Esta esencia no cambió cuando el festival fue adquirido por Superstruct en 2018, ni cuando KKR compró al fondo Providence Equity Partner su participación en Superstruct. De hecho, de los grandes festivales catalanes, el Sónar es seguramente el que más espacio ha dado a expresiones políticas críticas. El problema viene cuando ya no eres dueño de tu destino. En los últimos diez años, la competencia cada vez más feroz en el mercado de la música en directo ha hecho que muchos festivales optaran por capitalizarse mediante fondos de inversión para garantizar un futuro sin problemas financieros. Lo hizo el Sónar, manteniendo la línea artística, y lo hizo también el Primavera Sound, cuando el fondo de inversión de capital riesgo estadounidense The Yucaipa Companies adquirió una parte del festival en 2018. La crisis reputacional que sufre el Sónar podría sufrirla Primavera Sound si un fondo como KKR comprase la participación de The Yucaipa Companies, porque el margen de maniobra es prácticamente nulo.

Todo esto ocurre justo cuando la temporada de festivales empieza este jueves con un Primavera Sound que celebra una edición con todas las entradas diarias y todos los abonos vendidos gracias a un cartel encabezado por Charlie XCX (jueves), Sabrina Carpenter (viernes) y Chappell Roan (sábado). El éxito de venta esconde una paradoja: el Primavera Sound ha acertado programando tres estrellas que pueden jugar en la liga de los conciertos en estadios, pero el riesgo de la inversión es alto. El año pasado el festival programó Lana Del Rey a las 21.35 h y, cuando acabó el concierto antes de las 23 h, más de 20.000 personas se marcharon del festival, lo que comprometió los ingresos previstos por la venta de bebida en las barras, que son imprescindibles para cuadrar el presupuesto.

La inflación de los precios de los conciertos en los estadios hace que para el público sea suficientemente competitivo el precio de una entrada de día en un festival. Por ejemplo, una entrada de pista para Kendrick Lamar en el Estadi Olímpic cuesta unos 130 euros, más o menos lo mismo que costaba una entrada de día en el Primavera Sound cuando se pusieron a la venta. La cuestión es si, en la pugna por conseguir los cabezas de cartel, los festivales podrán seguir compitiendo con los promotores de las giras de los artistas.