Actriz. Protagoniza la película 'Chavalas'

Vicky Luengo: "No se nos enseñó a lidiar con el fracaso"

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Vicky Luengo en la calle Floridablanca de Barcelona.

BarcelonaVicky Luengo (Palma, 1990) es Marta, el personaje alrededor del cual se mueve el conflicto de la película Chavalas, dirigida por Carol Rodríguez Colás. Luengo interpreta a la fotógrafa que tiene que volver a vivir en casa de sus padres en Cornellà de Llobregat después de recoger el fracaso de unas expectativas no satisfechas en una Barcelona implacable.

¿Cómo preparaste el personaje de Marta? 

— Una de las cosas que me parecían muy importantes cuando leí el guion era ser capaz de empatizar con el sufrimiento y la sensación de fracaso de Marta; se siente una impostora. Yo misma he tenido algún momento en la vida en el que me di cuenta de que intentando encajar no encajaba nunca. Hasta que no me acepté y no amé quién era, las cosas no me empezaron a ir bien. Esto fue el núcleo de la preparación del personaje. 

¿Cómo ha influido la experiencia personal de Carol y Marina en la construcción de Marta? 

— En muchas cosas. Yo no soy una chica de barrio que haya vivido con los prejuicios y el estigma que se les pone a las personas que viven ahí cuando se quieren ir al centro de Barcelona a estudiar cine, por ejemplo. Esto es lo que he cogido de ellas. Pero al final somos mujeres de una misma generación que tenemos en común una misma manera de vivir la amistad femenina y una misma manera de generar redes afectivas que desestructuran un poco incluso el amor romántico que ha establecido que la relación romántica tiene que estar en lo alto del triángulo. Me sentía muy conectada con ellas a la hora de explicar que una historia de amistad es también una historia de amor, y que es una historia de amor tan o más importante que una historia de amor romántico.

Te criaste en el barrio de la Sagrada Familia, ¿verdad? 

— Sí. 

Y cuando eras adolescente, ¿qué relación tenías con la periferia de Barcelona? 

— Cuando tenía 18 años empecé a trabajar en Tags, un programa de Tv3, y cada día hacía el viaje que ha tenido que hacer mi personaje en la película: coger el metro de Sagrada Familia a Sant Ildefons, y ahí un autobús hasta TV3. El día que conocí a Carol y Marina, me dijeron que me harían un tour por el barrio, y yo les dije: "¡Pero si yo he pasado por aquí muchas mañanas y he comido churros en ese lugar!"

Uno de los propósitos de la película también era mostrar las cosas buenas que pasan en barrios injustamente estigmatizados, ¿no?

— Hay un prejuicio según el cual parece que la persona que tiene éxito es la que se marcha del barrio. Y no es verdad, la persona que tiene éxito es la que consigue estar en paz consigo misma, siendo feliz con su día a día. Hay dos personajes, por ejemplo, que están contentas con sus trabajos, que están a gusto con quiénes son y que no sienten que tengan que ir más allá. Hay una secuencia muy bonita en la que yo digo: "Está todo el día trabajando en el bar, sin hacer nada más". Y el personaje de Ángela Cervantes, Soraya, me mira decepcionada porque a ella aquello le está bien. Y el problema no lo tiene ella, el problema lo tengo yo o lo tiene la gente que se considera superior. Leyendo el guion también me interesó mucho que el barrio sea un personaje más y que no esté estigmatizado. En muchas ficciones se habla del barrio asociándolo a la delincuencia, la violencia, la drogadicción...

¿Qué te sorprendió del guion de Chavalas

— Me llamó mucho la atención la gestión del fracaso, sobre todo desde el punto de vista de una generación que hemos vivido eternamente en crisis, la crisis de 2008, la crisis de ahora... Hay una amenaza que nos hace estar alerta: "Quizás no sales adelante porque estamos en crisis", "Quizás no puedes pagar el alquiler porque estamos en crisis", "Quizás no puedes tener trabajo después de haber estudiado siete másteres porque estamos en crisis..." Además, vengo de una generación en la que en general se nos ha educado diciéndonos: "Tú eres especial", "Tú puedes hacer lo que tú quieras en la vida", "Tú lo conseguirás todo". Y un día te das cuenta de que no, de que no eres más especial que la otra persona, de que las cosas no siempre van bien. No se nos enseñó a lidiar con el fracaso y a entender que es una parte más de la vida.

¿El personaje que interpretabas en Antidisturbios, la policía Laia Urquijo, podría tener un origen similar al de estas chicas? 

— Son dos personajes absolutamente opuestos y muy diferentes. Pero me planteo si no todos los personajes femeninos tienen un origen similar: quizás cualquier mujer que esté luchando por ser quién quiere ser y luchando contra el estereotipo de lo que se le pide ser tiene un origen similar. Todas las mujeres intentamos abrirnos un camino siendo consecuentes y coherentes con nosotras mismas y sin pasar por el aro de lo que la sociedad heteropatriarcal nos pide a las mujeres. Te hablo también de mi experiencia como actriz, de ser la figura de deseo que te pide la sociedad que seas. Marta y Laia, siendo muy diferentes, puede ser que salieran de una misma semilla, de donde también salgo yo. Es difícil abrirte camino como mujer en el ámbito de la fotografía, en el de la interpretación o en el policial intentando que se te tome seriamente, que no se te prejuzgue, y conseguir ser quien quieres ser tú. Quizás todas salimos de esa misma semilla, sí.

¿Qué proyectos tienes? 

El 29 de octubre estrenaré en los cines El sustituto, de Óscar Aibar. Es una película sobre unos nazis que vivieron durante mucho tiempo en la Costa Blanca, y el estado español permitió que estuvieran ahí escondidos. Después tengo pendiente estrenar un capítulo de la serie Historias para no dormir, un remake de la de Chicho Ibáñez Serrador. He hecho un capítulo dirigido por Rodrigo Sorogoyen [el director de Antidisturbios]. Acabo de rodar Corcho, una película de Mikel Gurrea con Pol López de protagonista y un guion precioso. Y ahora mismo estoy de gira con una obra de Andrés Lima, Principiantes

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