Brillante final de temporada con ópera checa
Josep Pons y Christoph Loy rubrican una espléndida 'Rusalka' en el Liceu
'Rusalka'
- Música: Antonín Dvořák
- Libreto de Jaroslav Kvapil, basado en el Undine de La Motte Fouqué, 'La sirenita' de Hans Christian Andersen y la mitología eslava
- Dirección escénica. Christof Loy
- Dirección musical: Josep Pons
- Intérpretes: Piotr Beczała, Asmik Grigorian, Okka von der Damerau, Karita Mattila, Alexandros Stavrakakis, Manel Esteve, Laura Orueta, David Oller, Julietta Aleksanyan, Laura Fleur, Alyona Abramova y la Orquesta y el Coro del Gran Teatro del Liceo
En dos célebres ensayos literarios, Bruno Bettelheim, por un lado, y Gianni Rodari, por otro, exploraron las claves psicoanalíticas de la rondallística infantil. Rusalka, Christoph Loy parece haberlo tenido presente, porque el espectáculo se aleja del imaginario fantasioso inherente a La sirenita de Andersen para adentrarse en una lectura en la que el subconsciente y muchos de sus desvelados tabúes contribuyen a hacer entender el trasfondo oculto de la ópera de Antonin Dvořák. El montaje, coproducido entre Dresde, Madrid, Valencia y Barcelona, no deja indiferente, y es de los que hacen pensar, aparte de su belleza plástica gracias a la escenografía de Johannes Leiacker ya la iluminación de Bernd Purkrabek. A todo esto hay que añadir algunas guiños, como los pies de la bailarina que no responden y que evocan en cierto modo a la protagonista de la chapliniana Limelight, mientras que los papeles de Hajny y Kuchtik se encuentran también entre Chaplin y Beckett. En su conjunto, el espectáculo cinceló bien el retrato de los personajes y es un prodigio de acción y de movimiento escénico, gracias a la coreografía de Klevis Elmazaj.
Esta Rusalka, por encima de todo, acaba siendo el resultado de una verdadera conjunción astral, gracias al engranaje teatral pero también (y diría que sobre todo) al equipo musical que lidera Josep Pons. El maestro de Puig-reig firma uno de sus mejores trabajos como director musical del Liceu, con una lectura de máximos y con una respuesta sensacional por parte del foso y del corazón. Ciertamente, Pons tiende ocasionalmente a tapar algunas voces, pero aquí se ve minimizado por la inteligencia del director, que, por otra parte, ha sabido extraer los mil colores de esta partitura de intensa belleza.
No hay Rusalka sin una buena Rusalka. Y la soprano Asmik Grigorian supera toda expectativa: voz preciosa, con cuerpo, interpretación sensible, excelente prestación actoral... y magistral bailarina. Una Rusalka que será difícilmente olvidable y que desplaza a otros insignes intérpretes que le han precedido en el papel titular de la obra.
Conocemos muy bien a Piotr Beczała, y no ha sorprendido la versión que el tenor polaco ofrece del Príncipe, pero diría que ésta puede ser igualmente la mejor prestación que le hemos oído en el escenario del Liceu. La voz presenta una madurez y una calidad sencillamente envidiables, y la implicación expresiva también ha sido uno de los motivos del triunfo del cantante eslavo.
Incisiva y expresiva la Jezibaba de Okka von der Damerau (que fue Ortrud en el controvertido montaje de Lohengrin de esa misma temporada) y eficaz la Princesa extranjera de la veterana Karita Mattila, que sabe disimular bien el paso del tiempo con inteligencia y dominio de la escena.
Alexandros Stavrakakis es Vodnik, un papel que tiene en el segundo acto el máximo lucimiento, sobradamente aprovechado por el bajo griego, que debuta en el Liceu y al que quisiéramos ver en sucesivas temporadas por la calidad tímbrica de una voz ciertamente importante.
Extraordinaria la pareja que forman el Guardabosques y el Marmitó, respectivamente Manel Esteve y Laura Orueta, bien conjuntados y con un acertado movimiento escénico. Cumplidores los intérpretes que completan el resto del reparto.
La función comentada era la segunda de las siete programadas hasta el 7 de julio. Hubo aplausos unánimes y ovaciones en el equipo musical al final de la representación. Un espectáculo a ver y que, seguramente, sea el mejor de esta temporada liceísta.