Sector editorial

¿Qué ha pasado con el Sant Jordi de verano?

La fiesta del Llibrestiu se encalla mientras las librerías batallan para alargar el impulso lector de la pandemia

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Un puesto  del Llibrestiu del 15 de julio del 2021

BarcelonaDespués de un Sant Jordi extraordinario, que superó en facturación las cifras de 2019 (22,5 millones), la siguiente remontada del calendario editorial lo tenía que impulsar la celebración del Llibrestiu, una fiesta nacida de la pandemia y que buscaba recuperar el Sant Jordi que no se pudo celebrar por culpa del coronavirus, en 2020. La voluntad del sector era mantener en el calendario de julio un día para promover la lectura con paradas y actos en la calle. El año pasado se celebró, pero este año no será así. No ha habido basta empujón para sacarlo adelante, explica el presidente del Gremi de Llibreters, Èric del Arco: "No es culpa de nadie".

Entre los factores que explican que no se haga están las "buenas cifras" de venta que, según Del Arco, ya tienen los últimos meses y el agotamiento después de la fiesta, que fue "complicada a nivel logístico". Pero también que hay libreros que no creen: "Ya nos inventamos demasiadas cosas. No tiene muy sentido, porque en verano ya vienen los clientes a preparar las vacaciones. Nos tenemos que centrar en ofrecer libros en consonancia con lo que quieren los clientes, este es nuestro trabajo y de los editores", dice Àurea Perelló, de la librería Finestres de Barcelona. "Toda campaña alrededor del libro es bienvenida, pero alargar o hacer actividades en la librería cuando ya las hacemos cada día no es nada extraordinario", señala Glòria Rius, de la Laie de Barcelona. De hecho, los libreros ya están notando el efecto de las vacaciones y tienen la tienda más llena este mes. "No teníamos ningún tipo de esperanza con el Llibrestiu, se han hecho tres intentos y se ha visto que no es un modelo de éxito", opina Carlota Freixenet, de La Carbonera, también de Barcelona. Si el impacto no es muy importante, es demasiado ajetreo.  

Sin embargo, fuentes de la Cámara del Libro señalan que la intención es que el Llibrestiu vuelva el próximo año. “Seguiremos trabajando juntos, el sector buscará maneras porque se haga”, dicen. Tanto la Generalitat como el Ayuntamiento de Barcelona estaban dispuestos a hacerlo y tienen la mano extendida para que se haga en 2023. Para este año, editores y libreros han decidido sacar adelante una campaña con el lema Un llibre fa estiu, centrada en promocionar la lectura durante las vacaciones. Algunas librerías han organizado actos el 14 de julio, pero de forma independiente. En Girona, por ejemplo, se hará el Estiu Negre, una serie de actividades alrededor de la novela negra con paradas de libreros en la plaza de la Independència.

Vuelve el ocio, cae la venta

Mientras que 2021 fue un año de grandes resultados generalizados, en 2022 no está siendo así para todo el mundo. "El primer semestre está siendo durísimo –asegura Fe Fernández, de la librería L'Espolsada de les Franqueses del Vallès–. Nuestro Sant Jordi fue bueno, pero esto no nos salva el año. Tengo la sensación de que los picos son más altos, pero después las bajadas son más bestias y se hace difícil aguantar todo el año". Esta semana el Grup 62 presentaba sus resultados y aseguraba que el libro se ha estancado en las buenas cifras de 2021 y esto se ha notado en las librerías. “La mayoría de los libreros se han estremecido. No es así. Estamos con números similares a 2018”, dice Jordi Gispert, de la Llibreria 22 de Girona.

Los dos años de pandemia fueron un paréntesis y ahora que vuelve la normalidad parece que el libro vuelve a su rincón de siempre. "En general no es un buen año, ni mucho menos. Se ha notado mucho con las materias primas, la guerra, que la gente ha recuperado el ocio en el exterior y aquel miniboom de 2021 se ha acabado. Está costando arrancar", asegura Glòria Rius, de la Laie de Barcelona. Está de acuerdo Ramon Caselles, de la Librería Caselles de Lleida. Y Jordi Gispert, de La 22 de Girona: "El 2021 arrastró la afición lectora del confinamiento, se mantuvo la inercia del redescubrimiento de la lectura por parte de mucha gente. Ahora, cuando hay más alternativas, más vida social, la gente no lee tanto. Se entiende". "La cultura ha vuelto a quedar relegada porque está desprestigiada", lamenta Fe Fernández.

Tampoco se ha consolidado un grueso significativo de ventas online. Si bien muchas librerías aprovecharon la pandemia y algunas ayudas para digitalizar su catálogo, el e-commerce es muy residual. El atractivo de la prescripción y la ética social y ecológica prevalecen. 

¿Ha cambiado el perfil lector?

Es difícil certificar si el lector pandémico se ha sumado definitivamente al club de los lectores. Casillas cree que “la gente que leía, lee más; el lector es más lector”. “Seguro que quien no leía nada leyó algo, pero que se hayan acostumbrado a leer y continúen leyendo, desgraciadamente no. Las campañas de promoción de la lectura todavía son necesarias en este país nuestro”, apunta Glòria Rius. También por eso el sector está a la expectativa del desarrollo del Plan Nacional del Libro y la Lectura, que, entre otras cosas, tendría que mejorar el índice lector.

Desde la Finestras señalan que si bien la pandemia no ha dado nuevos lectores, “sí que ha consolidado la idea de la importancia de la librería y se ha reforzado la imagen de que no solo es un lugar que acumula libros, sino un espacio de vivencia, de barrio, de cultura”, afirma Perelló. Las librerías están potenciando su singularidad y el papel de agente cultural para generar su público. Es lo que se propone Iolanda Batallé en la librería Ona Pau Claris, que quiere ser un centro de cultura incluso más allá de la prescripción de libros: tendrá un fondo único en el mundo de 30.000 títulos en catalán, programará festivales de poesía (como el combate de mujeres poetas de Maregassa, esta semana que viene) y tiene previsto montar congresos de traducción y comunicación, además de las tradicionales presentaciones, debates o clubes de lectura que hacen muchos establecimientos. “Tenemos que hacer que Sant Jordi sea cada día”, dice Batallé.

Como el lector es tan heterogéneo y las librerías tan singulares, los libros más vendidos pueden ser muy diferentes en cada casa. Además, en verano la gente se aboca a las novedades, pero también a leer libros imprescindibles que no han tenido tiempos de leer. “Estos días nos escuchan mucho nuestras recomendaciones. Los Premis Llibreters están funcionando muy bien, pero en general sale una selección de fondo muy diversa”, dicen de Laie. “¡Los libros que se escribieron durante el confinamiento son dramas y nos piden energía y buen rollo!”, observa Freixenet. La autoficción, el ensayo y la no ficción son claramente la tendencia de moda.

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