Arqueología urbana

Desde escudos reales hasta orinales de terracota: salen a la luz cientos de piezas de un taller del siglo XIX

El taller del alfarero Tarrés estaba en el patio de la Facultad de Geografía e Historia, donde se excava desde hace nueve años

BarcelonaAntoni Tarrés fue un importante alfarero del siglo XIX que tenía diferentes talleres en Barcelona y en Hospitalet de Llobregat. Producía ladrillos, vasijas, adornos para fachadas u objetos de cerámica. Su gran talento fue sobre todo la decoración escultórica en terracota y su taller se convirtió en la primera fábrica en Barcelona que producía elementos ornamentales para su aplicación a la arquitectura de la ciudad. Era un período de pujanza de la industria de arcilla en Barcelona, porque la ciudad crecía demográfica y fabrilmente.

Desde hace nueve años, estudiantes y arqueólogos excavan en su taller en el corazón del Raval, en el solar de la misma Facultad de Geografía e Historia de la UB. En la última campaña han aflorado miles de restos de piezas: existen desde una alegoría de Europa hasta un orinal hospitalario de terracota, pasando por cinco escudos de las casas reales de Suecia y Noruega unificadas, de Napoleón III , del Imperio Otomano, de la casa de Saboya (Italia) y de los zares de Rusia. Muchas de las piezas se realizaron con la colaboración de escultores como Josep Anicet Santigosa, a quien Tarrés contrató en 1842.

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En ninguna excavación anterior se habían encontrado tantas piezas. "Son piezas que no se comercializaron y las rompieron para utilizarlas en vez de suelo para elevar el pavimento del taller", explica Sánchez. "Del escudo de Napoleón III encontramos a la otra parte en una excavación en el 2014", explica Jacinto Sánchez, director de las obras. Todo lo que se ha ido encontrando a lo largo de las diferentes campañas se conserva en Centro de Colecciones del Museo de Historia de Barcelona de Zona Franca. "Tanta profusión de escudos, que se elaboraron entre 1860 y 1870, debía de responder a un encargo para una visita de la reina Isabel II", explica Salvador García, profesor de la Facultad de Bellas Artes de la UB y experto en Antoni Tarrés. Tarrés no es un desconocido porque sus piezas están en las fachadas de unos sesenta edificios de Barcelona y en otras ciudades y pueblos de Catalunya.

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Sin embargo, la última excavación ha puesto al descubierto un material nédito: la producción destinada a decorar viviendas y jardines particulares. Se han recuperado, por ejemplo, varios bustos de pequeño tamaño de personajes con rasgos asiáticos o la reproducción de una casa que probablemente se utilizó como elemento de belén. Hay muchos pedestales y decoración para fuentes ornamentales, como un tritón. "Todos estos hallazgos pueden ser una gran fuente de información sobre Tarrés y nos permitirá identificar otras muchas piezas que hay por todo el territorio catalán. Se podrá demostrar su participación en más edificios de los que se le atribuyen hasta ahora", asegura Garcia .

Un yacimiento de alfareros único en Barcelona

En la calle Tallers de Barcelona ya había talleres alfareros unos años antes de 1350. Tarrés abrió su taller en 1841 y los hijos y nietos continuaron con el negocio. De hecho, el orinal lleva la firma del hijo de Tarrés, que era quien suministraba a todos los hospitales ese utensilio, que no ha cambiado demasiado de forma pero sí de peso. En 1858, la casa-fábrica de Tarrés estaba formada por un edificio con habitaciones que daba al número 45 de la calle Tallers, del que todavía se conserva la fachada y donde vivía con su familia. A través de un pasillo, se accedía al taller, dónde se producía la cerámica y donde había tres grandes hornos. Había otro edificio que servía como expositor del taller.

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Todo se derribó en 2005, el año en que se inauguró la Facultad de Historia y Geografía de la calle Montalegre. Es un caso único en Barcelona. No hay ningún otro yacimiento de alfareros del siglo XIX en este estado de conservación. Debajo del solar que hay en el patio de la Facultad, todavía está prácticamente intacta una nave, con bóveda catalana, donde quedan muy bien conservados los hornos de combustión. Este espacio, hasta los años 60, servía de almacén para una discoteca que había en la calle Tallers. "Ahora tocaría hacer una exposición. Tenemos el material suficiente para explicar bien cómo era el taller de Tarrés", asegura el profesor de arqueología de la UB, Josep Maria Gurt. La exposición podría realizarse en el 2024. Entonces hará diez años del inicio de las campañas de excavaciones y 200 años que a Tarrés se le concedió el título de maestro gerrer. "Era importante porque ese título te daba derecho a tener hornos", asegura Garcia.