Cine

“Cuando más racismo he sufrido ha sido por mi trabajo de actor”

Òscar Kapoya y Roger Casamajor coprotagonizan 'El ventre del mar', contundente alegoría sobre la crisis de los refugiados

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Roger Casamajor y Òscar Kapoya en el rodaje de 'El vientre del mar'

BarcelonaÒscar Kapoya (Barcelona, 1982) y Roger Casamajor (La Seu d'Urgell, 1976) se conocieron en 2013 cuando representaron en el TNC la obra de Santiago Rusiñol Llibertat!, un alegato antirracista que denunciaba la hipocresía de la sociedad catalana de principios del siglo XX y la proyectaba en el siglo XXI. Ocho años después, los dos actores se reencuentran en la gran pantalla en El ventre del mar, que llega a los cines este viernes avalada por los seis premios ganados en el Festival de Málaga y que, a su manera, también habla de las discriminaciones estructurales de una Europa que no ha cambiado tanto como parece en los últimos dos siglos.

Más que una recreación realista del naufragio de la fragata Alliance ante las costas de Senegal en 1816, el film de Agustí Villaronga quiere ser una reflexión que adapta un texto de Alessandro Baricco –incluido en el libro Océano mar– sobre la tragedia que inspiró el famoso cuadro de Théodore Géricault La balsa de 'La Medusa'. Así, la odisea de los 147 marineros franceses amontonados en una balsa de 12 metros, navegando a la deriva durante semanas –de los cuales sobrevivieron nueve–, se convierte en una contundente alegoría sobre la crisis de los refugiados y un Mediterráneo convertido en fosa común y cementerio de sueños.

El actor no juzga

Casamajor, que acaba de debutar como director teatral con la función Cuatro mujeres y el sol, se llevó en Málaga el premio al mejor actor por su papel de Savigny, el oficial médico que toma decisiones terribles en la balsa a la deriva. “Había discusiones en el rodaje sobre mi personaje y muchos me decían que era mala persona, pero yo no lo veo así –comenta el actor–. Es un hombre a quien le cae encima una responsabilidad difícil de asumir y que lucha por sobrevivir y también para salvar al máximo de personas. Es cierto que para hacerlo sacrifica a gente y esto es éticamente discutible, pero yo no juzgo a los personajes, solo trato de entenderlos”.

No es la primera vez que el actor se adentra en el universo turbio de Villaronga, con quien ya ha colaborado cinco veces. La primera vez, en El mar, tuvo que hacer seis pruebas antes de conseguir el papel. “Ahora ya nos conocemos mucho y no me hace pruebas, porque si me la hiciera le diría que no”, ríe Casamajor, que mantiene una buena relación con el director mallorquín. “Agustí tiene una cosa muy buena y es que antes de empezar a rodar ya tiene la película en la cabeza: los planes, los movimientos de cámara... Esto hace que el trabajo con el actor sea más provechoso. Sus personajes no son fáciles, pero si el director sabe lo que quiere, para los actores es más fácil llegar adonde él quiere ir”.

Debut en el cine con dolor

Para Kapoya, El ventre del mar no es solo su primer trabajo con Villaronga, sino también su primera película. “Por suerte venía de cerrar un año y medio por España con Moby Dick, una función muy dramática en la que el mar también está muy presente, y el cambio no fue tan fuerte”, dice. Formado en el Institut del Teatre, el actor habla del director mallorquín como “un padre artístico” que lo ha ayudado a entender bien el personaje y la historia. “Es una persona exigente, pero esto a mí ya me gusta”, dice el actor. “Y tener al lado a Roger también me hacía sentir seguro”.

A pesar de estar bien acompañado, no fue una experiencia plácida: desde que empezó a preparar el papel, Kapoya sintió un dolor muy intenso en las cervicales que lo acompañó todo el rodaje y que se fue al poco de terminarlo. “Tuve una vivencia muy psicosomática del personaje –reflexiona–. Y no es porque me identificara con la historia a nivel personal o familiar. Mi padre vino aquí desde el Congo, sí, pero con estudios universitarios; no se puede comparar con un refugiado. Lo que me removió es, en general, el sufrimiento y el dolor de los personajes”.

Kapoya entiende y aplaude la decisión de Villaronga de hacer que buena parte de la figuración sean personas afrodescendientes. No es históricamente cuidadosa en cuanto al naufragio del Alliance, pero según el actor “ayuda a conectar la historia en nuestro momento actual y es necesario señalarlo”. Tampoco se le escapa que es poco habitual ver tantos intérpretes afrodescendientes en una película catalana: “Yo no he sufrido racismo en mi vida de un chico de barrio de Les Corts que hace cosas normales con los amigos de la escuela, que estudia filología clásica y en el Institut del Teatre. Desgraciadamente, cuando he sufrido más racismo ha sido en mi trabajo de actor. No importa que yo haya nacido aquí: el rasgo importante de todos los papeles que me llegan es que el personaje no es blanco. Y me incordia que mi piel sea el motivo por el cual trabajo o no en una película”.

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