Reaparece la pintura legendaria del pintor maldecido del Modernismo

'El peó' de Aleix Clapés, reencontrado un siglo después, se incorpora a la exposición del pintor en Palau Güell

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'El peón', de Aleix Clapés

BarcelonaLa exposición que Palau Güell dedica a Aleix Clapés, el pintor y ebanista que colaboró con Antoni Gaudí, continúa dando sorpresas: después de sacar a la luz una decena de pinturas inéditas, hace una semana se sumó una de las obras más emblemáticas de Clapés, El peó, que no se había expuesto en público desde 1886 en Sala Parara. La historia no se acaba con el descubrimiento: se ha podido comprobar que este no es el cuadro que supuestamente compró Lev Trotski en París en 1920 por dos millones de francos. La versión rusa de El peó sería más pequeña y podría ser la que apareció publicada en El Día Gráfico con motivo de la muerte del pintor.

"El peó tuvo muy buena crítica", dice Carlos Lupercio, arquitecto, autor de una tesis sobre Clapés y comisario de la muestra junto con el historiador y crítico Josep Casamartina. "En la exposición de Sala Parara había cuadros de Ramon Casas, Santiago Rusiñol y Joan Brull, pero el cuadro del que más se hablaba era El peó", añade. Algunas de las influencias que se pueden observar en las pinturas de Clapés son el Greco y pintores barrocos españoles como Ribera. Sin embargo, a diferencia de sus santos en éxtasis, el paroxismo de las emociones de El peó se debe a los estragos del trabajo y a la denuncia de la explotación que hay implícita. "El peó es un hombre mayor que está casi exhausto que estira el carro que ha estirado toda la vida. Clapés hizo hincapié en el abatimiento", dice Casamartina. "El peó fue una obra mítica del pintor desde el mismo momento en el que se expuso", explica.

El peó fue localizado por el historiador y conservador del Museo del Diseño Josep Capsir mientras estudiaba las colecciones de arte del industrial Joan Artigas-Alart (Barcelona, 1885-1934), conocido porque dio una importante colección de mantones de Manila a la Junta de Museos. Así que El peó no salió nunca de Barcelona. "El cuadro estaba en el entorno de los conocimientos de Antoni Gaudí", dice Casamartina, puesto que Alart pertenece a la familia que da nombre a unos jardines en la Pobla de Lillet el diseño de los cuales se atribuye a Gaudí. Antes de exponerlo, Palau Güell se hizo cargo de la limpieza y consolidación mínimas que necesitaba la pintura.

Unas cartas demasiado comprometedoras en tiempos de Franco

Pero El peó también tiene detrás una historia rusa, reforzada por los herederos de Aleix Clapés. Aseguran que su abuela, Teresa Clapés, la hija del pintor, recibió dos comunicados, uno de Trotski, que confirmaba que tenía el cuadro y otro de Ióssif Stalin en señal de agradecimiento. "Mi abuela nos explicaba en los años 40 y 50 que los había recibido y que los quemó porque era un peligro importante tenerlos", dice el periodista y escritor Antoni Real, bisnieto del pintor y autor de una novela en que el artista aparece como protagonista, Pentimento (Meteora). "Otra cosa que siempre se ha dicho, porque está documentada, es que por este cuadro se pagaron dos millones de francos, y nadie de la familia sabe nada —explica Real—. Lo dudamos muchísimo, porque nos extrañaría mucho que en plena Revolució Russa Trotski diera dos millones de francos a mi bisabuelo". Así mismo, Real recuerda que su abuela murió "sin un ral" y que su bisabuelo murió en un piso de Gràcia "absolutamente desahuciado y sin dinero".

La versión del cuadro de Aleix Clapés que sigue en paradero desconocido
Autorretrato de Aleix Clapés

La búsqueda de El peó perdido, el ruso, continúa: en diciembre el historiador de arte Joan Francesc Ainaud se puso en contacto con la directora del Museo del Kremlin para confirmar si el cuadro había estado en Rusia y la respuesta fue que no tenían constancia ni del cuadro ni del autor. Y todavía hay otra vía de búsqueda: Lev Trotski no estuvo en París en 1920, pero sí que fue en 1916 y, en lugar de comprar el cuadro, lo habría podido recibir como un regalo o donación dentro de un ambiente cooperativista del cual Aleix Clapés formaba parte. Precisamente una de las reseñas más entusiastas de El peó apareció en un obituario publicado en el Órgano de la Federación Regional de Cooperativas Catalanas, un reflejo de la filiación marxista leninista, en el que calificaban el cuadro como "el símbolo de la explotación".

La ruptura de Aleix Clapés con Eusebi Güell

Coincidiendo con el hallazgo de El peó, Antoni Real recuerda otro de los aspectos más misteriosos de la biografía de Clapés: la ruptura con Eusebi Güell, para quien había trabajado en la decoración de su palacio, entre otros encargos, quizás con las buenas críticas de El peó como carta de presentación. Para Real, se habrían podido pelear, porque Clapés pintó una pintura de la Guerra de Cuba —el paradero de la cual se desconoce— en que los barcos españoles eran "barcos de papel", mientras que Güell se oponía rotundamente a la independencia de Cuba.

Sobre la muerte de su bisabuelo, Real dice que no se creen que sufriera demencia en el momento de morir, porque estuvo trabajando y escribiendo hasta el final. "En aquella época corrían tantas historias que no lo podemos corroborar", concluye Real. La exposición Aleix Clapés, l'enigmàtic pintor de Güell y Gaudí estará abierta hasta el 30 de mayo.

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