Sharonne: "Cuando me muera quiero que mi espíritu diga «Te ha importado todo una mierda»"
'Drag queen', cantante y actor
Ser drag queen, bueno, de hecho, ser artista por lo general, no es carrera fácil. Cristóbal Garrido (Sabadell, 1976) lo sabe de sobra: hace más de 25 años es sobre los escenarios, trabajando para conseguir la fama que tiene ahora como icono del travestismo en España. Ganó el concurso más famoso de drag queens del panorama actual, con una media de edad bastante mayor que el resto de las participantes. Pero lo deja bien claro, conseguir el trofeo de Drag Race España "no es seguridad de nada": "Si trabajas es porque tienes un par. He sido un buscavidas y he hecho de todo".
Habla con ímpetu. "Nunca he tenido miedo de que me juzguen", dice, y es inevitable preguntarse de dónde sale esta seguridad: "Más bien es no tener miedo", comenta. "También soy una persona insegura; tuve ansiedad de joven". Sharonne nació cuando Garrido tenía unos 20 años y era un personaje muy vinculado al teatro, aunque si conocemos esta drag queen hoy en día es por su voz. Un talento que él mismo desconocía: "Pedí trabajo en uno de los locales de moda de Barcelona, el dueño me pidió si cantaba en directo y le dije que sí, porque tenía que decir que sí. Y éste fue el mío campo de pruebas".
Y su voz le ha llevado a actuar en el Benidorm Fest, en la gala de los Gaudí y también a protagonizar su propio espectáculo, All diva, con el que está haciendo gira por España. Con los años, Sharonne se ha consolidado como uno de los grandes nombres de la escena drag del Estado, un colectivo muy bien posicionado dentro del movimiento LGBTIQ+. Pero Garrido se desentiende de mítines políticos: "No me gusta utilizar a mi personaje para hacer propaganda de ningún tipo; para mí los mensajes son otros". Firme defensor del entretenimiento, lo deja claro: "Quiero que cuando me muera mi espíritu mire atrás y diga «Mira, te ha importado todo una mierda»".
Sin embargo, la violencia contra el colectivo LGBTIQ+ no deja de estar a la orden del día. Después de tantos años dedicándose, salir "como le da la gana" es la mejor manera de hacer un discurso contra el odio: "No me gusta la confrontación. Aporto mi granito de arena siendo libre".
Los derechos del colectivo LGBTIQ+ han mejorado con diferencia con el paso de los años, pero para Sharonne, que vivió la Barcelona niños de los años 90, la libertad de ese momento se ha esfumado: "No caminabas con la inseguridad que hay ahora: sabías que no te pasaría nada”. Aún recuerda las épocas en las que se hacían pequeños espectáculos en locales conocidos de Barcelona: Llantiol, Ballet Blau, Sala Metro... Y cómo los actores salían de los grandes teatros para acabar la noche viendo shows y actuaciones de travestis.
Si bien el tema de la edad no le preocupa, ya tiene 47 años y mucha gira por delante, aún recuerda cuándo salió del armario a casa. El travestismo era una cosa: estaban acostumbrados a que hiciera teatro y daba igual con qué ropa lo hiciera. Pero a sus 20 años anunció que estaba con un chico y la cosa cambió: "Fue fatal". Con el tiempo, los padres lo aceptaron. Garrido confiesa que "lo pasó mal", pero nunca se enojó: "Les di el tiempo para adaptarse".
Y aunque en la vida "puedes hacer lo que quieras" para siempre, también piensa en ser una "drag queen jubilada": "Los artistas podemos retirarnos con 60 años, aunque nos quedará una pensión de mierda". Y, mirando atrás, se reafirma: "Lo que más echo de menos es la libertad".