Un estimulante crisol contra la guerra a propósito de Purcell

A pesar de estar convencido de que tenía entradas para el TNC donde estrenaban una ópera contemporánea en coproducción con el KVS de Bruselas y otros teatros europeos, la repetitiva música electrónica que a través de las puertas abiertas de la Sala Gran se volcaba sobre el foyer quince minutos antes de que en teoría empezara la función, me hacía dudar. Pero no. Se trataba del primer tema de esta elemental y anecdótica aproximación histórica al general cartaginés convertido en epónimo de los conquistadores que llevaban la guerra, y la muerte, por todo el mundo, mezclado con una presunta revisión del argumento de la ópera Dido y Eneas de Henry Purcell. Al fin, el objetivo de la propuesta es denunciar la guerra y quienes la practican (no hay nada actual) en una puesta en escena rabiosamente contemporánea donde encontramos texto, canto, danza, proyecciones e incluso pintura en directo.

Con un libreto que en la estela del teatro postdramático renuncia a un argumento ya una trama, lo que hace más que buena la propuesta es la dinámica y francamente acertada ensalada musical con idas y vueltas de la música electrónica a las canciones étnicas africanas pasando por el hip hop y el lirismo de las Ah, Belinda. Todo ello un buen concierto. Un compendio musical muy bien equilibrado entre el clasicismo musical (arpa, kora, violín), las tres magníficas voces líricas, la autenticidad de las canciones africanas (que lamentablemente no se traducen) y las atmósferas de ambos DJ. Todo al servicio de una puesta en escena multirracial con unas danzas con gran componente físico y unas adecuadas proyecciones. Éste Aníbal, que el público joven haría bien en conocer, se estrenó en una nave del KVS con el público derecho (podían bailar) en torno a las pantallas y el podio para los músicos. ¡Buena marcha!