Sólo La Ludwig Band puede ir a misa y repicar

Barcelona"Trabajar de camarero es una putada", dicen los músicos de La Ludwig Band. Ya se quejaban hace unos meses en la canción Manela, no quiero currar por usted, y ahora vuelven con un nuevo espectáculo del Colectivo Pedante en Misa y Repicante, la compañía teatral que Quim Carandell, Lluc Valverde, Roger Cassola y Gabriel Bosch comparten con Laura Roig, Helena Barba, Louise Good, Désirée Gómez, Paloma Lambert y Marian Vélez. Artemis, el camarero abstemio, que se podrá ver del 7 al 24 de marzo en el Teatro La Biblioteca, en la Biblioteca de Catalunya, es una comedia musical sobre un hombre que trabaja en un bar sirviendo bebidas. "Es el trabajo de mierda preferida de nuestra generación –dice Lluc Valverde–. Vendes tu felicidad por un sueldo mísero, y trabajas mientras la gente se lo está pasando bien".

Después del recibimiento abrumador de San Pedro el Farsante, el colectivo ha sido "apadrinado" por La Perla 29, que les ha cedido las instalaciones durante dos meses para ensayar y presentar el espectáculo. "La única condición que nos pusieron es que dejáramos el teatro boca abajo, y creo que lo hemos conseguido", dice Quim Carandell. "Si no, quizás nunca habríamos hecho este espectáculo, porque no hay locales de ensayos y las compañías como nosotros no sabemos dónde caer muertas", añade Laura Roig, que se ha encargado de la dirección de la obra.

Harán dieciocho funciones, dos de las cuales coinciden con la iniciativa Cabo Butaca Vacía, que pretende atraer a 60.457 espectadores durante el sábado 16 de marzo. Mientras, los miembros de La Ludwig Band siguen atareados con la gira del disco Gracias por venir, que pasará por festivales como el Strenes de Girona, el Ítaca del Estartit, el Vida de Vilanova y la Geltrú y el Porta Ferrada de Sant Feliu de Guíxols. ¿Quién decía que no se puede ir a misa y repicar?

"Hagamos teatro del aprovechamiento"

Como ya demostraron con San Pedro el Farsante, los integrantes del Colectivo Pedante en Misa y Repicante son "unos enamorados del imaginario bíblico". "Cuando vivíamos juntos, Lluc y yo teníamos una Biblia en la cocina", explica Carandell. En esta ocasión, han querido centrarse en el universo de los Pastorets, sobre todo con el vestuario y la escenografía. "El vestuario es algo de broma, como una trampa vista", dice Marian Vélez, la responsable del vestuario. "Es como cuando Lluquet y Rovelló caminan por el bosque y de repente aparece un encapuchado al que le sale una coleta por debajo de las piernas, pero los pastores se preguntan si es el demonio o una anciana... Lo sabemos, pero hacemos ver que no lo sabemos", añade Carandell. Hay dos personajes fijos, y el resto de actores encarnan varios roles a la vez. "Hagamos teatro del aprovechamiento", dice Carandell riendo.

Aunque cataloguen la obra como una comedia, en realidad podríamos considerarla "una tragedia o un drama". "Detrás del humor siempre se esconde una triste realidad", según Valverde, que etiqueta el espectáculo como "vodevilesco". "No hemos venido a protestar, pero sí tiene una moraleja, como el cuento de la lechera", dice Carandell. La música está muy presente en todas las escenas y el texto está escrito en verso, porque "es más fácil de memorizar y aporta un valor añadido", según Carandell. "Somos fans de Calderón de la Barca, queríamos hacer teatro del siglo de oro", añade.