La magnífica habilidad del teatro argentino para el naturalismo

Como si pasara un tren recala en la Sala Versus después de un curioso periplo: se estrenó en una pequeña sala deloff Madrid en el 2014, donde permaneció bastante tiempo hasta convertirse en uno de los logros de la temporada. Y de Madrid en El Camarín de las Musas de Buenos Aires, donde refrendó un éxito de crítica y público que seguro alcanzará en su presentación en Barcelona. Y es que lo vale.

Lorena Romanin no inventa nada ni temática ni formalmente, pero ciñiéndose a la tradición del teatro naturalista argentino de las últimas décadas nos propone una emotiva lámina de vie que no deja indiferente a unos personajes muy humanos y unos diálogos ágiles y directos. Un teatro naturalista que mira al ámbito familiar como el que el también argentino Nelson Valente ha desarrollado desde hace unos años entre nosotros desde que lo descubrimos en 2013 con esa fantástica El loco y la camisa en la Villarroel y que ahora debuta como autor y director en el Teatre Nacional de Catalunya con Amnesia, traducida al catalán por Joan Negrié.

A Como si pasara un tren tenemos una madre sobreprotectora a la que el marido abandonó cuando nació el hijo con una leve discapacidad intelectual, sobre el que proyecta todos sus temores de presente y de futuro. Una familia humilde que recibe la visita de la sobrina desterrada por la tía después de que le encontrara un puerro. Una adolescente con un pie en la universidad que pondrá luz sobre las ilusiones del chico y mermará la rigidez de la madre. Como es habitual, un sofá, una mesa y dos sillas son suficientes. Esto y tres buenos intérpretes. Nos gustó especialmente la verdad de la sobrina de Luciana Grasso, la credibilidad de Guido Botto Flora y las tablas de Silvia Villazur. Vayan a verla y pasenlo bien.