¡Pasolini que estás en el cielo!
'No hay hijos inocentes', una soberbia propuesta teatral protagonizada por Oriol Genís y Pau de Nut en la Sala Atrium
- Autoría: Pier Paolo Pasolini
- Traducción: Joan Casas
- Dramaturgia y dirección: Mia Parcerisa
- Intérpretes: Oriol Genís y Pau de Nut
Pasolini que estás en el cielo. En el cielo de los maestros, de los poetas, de los pensadores, de los artistas, de los malditos, de los inconformistas, de los contestatarios, de los contradictorios, de los pobres, de los valientes que deciden vivir sin callar. El Pasolini de Carta a los jóvenes infelices dentro de las Cartas luteranas y el de Gennariello, un tratado pedagógico cuyo asesinato dejó inconcluso. El Pasolini que confronta la República italiana con su historia reciente, con el fascismo y con el posfascismo, con la historia, claro, de la burguesía, que al fin es la única que existe “porque no hay nada peor que la pobreza y en consecuencia la cultura de los pobres debe sustituirse por la cultura de las clases dominantes”. El Pasolini visionario que anuncia y denuncia el consumismo como elemento de unión de los burgueses y proletarios en un mismo sistema totalitario; que identifica a los medios de comunicación (periódicos y televisión) como fabricantes de una embaucadora realidad paralela. El Pasolini enamorado de un imaginario joven napolitano a quien le explica su mirada sobre la vida, la naturaleza, la humanidad, como si fuera aquel joven maestro que durante la Segunda Guerra Mundial impartía clases en la escuela secundaria de Casarsa.
Todo ello, filosofía política, social, en una soberbia propuesta teatral de Oriol Genís y Pau de Nut que se atreven a poner en el escenario la brillante literatura del poeta y cineasta italiano. No nos engañemos, son dos textos para ser leídos, para ser devorados, que en el pequeño escenario de la Sala Atrium despegan, nos sublevan y nos hacen vibrar gracias a un Oriol Genís poseído por el espíritu de Pasolini y acompañado en todo momento por el violonchelo y la voz de un Pau de Nut con pantalón corto como homenaje visual al artista. El violonchelo que llora, que ríe y que acompaña a las canciones napolitanas en un espectáculo que obliga a la espectadora a estar muy atenta, pero que funciona suavemente por la esmerada dirección de Mia Parcerisa, que cuida el ritmo y las atmósferas y la fluida traducción de Joan Casas. Por último, teatro de arte.