Todos los problemas de Barcelona se concentran en esta cocina
Laura Aubert reescribe en clave barcelonesa la obra de Arnold Wesker para hablar de precariedad y supervivencia
BarcelonaUna manifestación por la vivienda digna. Uno juicio para mejorar las condiciones de los repartidores de Glovo. La gala de las Estrellas Michelin. Dark kitchens y supermercados ilegales.
La realidad suministra titulares constantemente, cuando pretendes hablar de precariedad y falsas ilusiones en Barcelona. Esto es lo que inspiró a Los Piratas Teatro a reescribir el clásico contemporáneo La cocina de Arnold Wesker (1932-2016) en clave barcelonesa: el restaurante Cuina Minvant del Raval es un negocio familiar de cocina tradicional que está en peligro de cierre (quien quiera, que se imagine a la difunta Casa Leopolo). La actriz Laura Aubert debuta como autora convirtiendo ese espectáculo para treinta actores en una obra para cinco intérpretes que se multiplican fregolísticamente en una quincena de personajes. "Cada semana cierran restaurantes, librerías, espacios emblemáticos de la ciudad que no hacen sino despersonalizarla. Parece que nos ponen la alfombra roja para irse de Barcelona", lamenta Toni Casares, director de la Sala Beckett, donde la obra pasará la Navidad (del 19 de diciembre al 12 de enero) después del estreno del 5 de diciembre en el Canal de Sant dentro del festival Temporada Alta.
"Todo el mundo cabe dentro de una cocina", es la máxima que explica este espectáculo, que muestra un restaurante por dentro durante un día, dos servicios. Laura Aubert escribió el texto a partir de entrevistas a gente del gremio de la restauración con la idea de mostrar "la transformación de la ciudad y la dificultad para vivir en ella de la clase trabajadora", explica. La obra habla de cocineros y camareros, pero bien podría hablar de periodistas, músicos, pescaderos o funcionarios. "Es un mundo con vida propia, con sus rutinas, complicidades, con una manera de hacer... es un gran retrato del mundo encerrado en una cocina", dice Adrià Aubert, que dirige Ricard Farré, Bernat Cot, Laura Pau, Núria Cuyàs y la propia Laura Aubert.
Los intérpretes bailan "una gran coreografía", dice Farré, porque simulan que cocinan en directo y con total precisión (pero sin la comida). Como es marca de la casa de Els Pirates, también cantan varias canciones, con música original de Ariadna Cabiró, pero, en cambio, salen de su "zona de confort, que es la comedia y el musical, porque es una obra profundamente dramática", dice el director.
Todos los personajes arrastran su situación personal (la ambición profesional, los enredos de pareja, la crisis del inmigrante, los sueldos bajos, la crisis de la vivienda, el problema de la turistificación, etcétera) y se encuentran en un micromundo en el que no sólo deben intentar entenderse con el equipo sino que también deben trabajar bajo presión, con estrés y resultados inmediatos. "Son situaciones que ocurren en todos los trabajos y en todas las relaciones humanas, eso es lo que le hace un espectáculo crudo y bonito", añade Cot. "Al fin y al cabo, show must go on es una metáfora del mundo y del engranaje del capitalismo. Son personajes atrapados que no pueden escapar de esta rueda de hámster, de superar el día a día", explica Laura Pau. "Me ha cambiado la forma de ver a los trabajadores de los restaurantes", confiesa Adrià Aubert.