La traca de Jaume Plensa en los Estados Unidos
El artista inaugura una cabeza monumental en Nueva Jersey, una obra de 300 toneladas en Michigan y una exposición en Nueva York
BarcelonaEl escultor Jaume Plensa (Barcelona, 1955) hacía dieciocho meses que no viajaba por culpa de la pandemia. Un amante de los viajes como él lo echaba de menos. "Me parecía que vivía en una prisión dorada", dice. Sobre todo porque su obra se ha seguido esparciendo por el mundo (de San Petersburgo a Estocolmo) y él lo ha tenido que seguir a través de una pantalla. "Ha sido una lección, que mis obras pudieran viajar y yo no", reconoce. Cuando se relajaron las medidas, primero viajó a Londres para inaugurar, hace un mes, una escultura en la estación de London Bridge, a los pies del edificio de Renzo Piano, The Shard; dos figuras que se miran hechas de letras en diferentes alfabetos. Y ahora el artista ha conseguido un permiso especial para entrar en los Estados Unidos porque este jueves se inaugura en Nueva Jersey una cabeza monumental, la más grande que ha instalado nunca, de 22 metros.
El multimillonario y coleccionista Richard LeFrak, uno de los principales propietarios de terrenos en el área de Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut, está desarrollando el área de Newport, al lado del río Hudson, y ha comprado la obra para instalarla permanentemente en una lengua de tierra que entra en el río. La imagen es espectacular: una mujer joven con los ojos cerrados que pide silencio con el dedo en los labios y mira al agua y, de paso, a Manhattan. "Es genial porque de alguna manera se convierte en paisaje de Manhattan", admite. A pesar de la dimensión, queda pequeña junto a los rascacielos que tiene cerca: "Mi relación no es con la arquitectura, sino con la gente. Mi obra intenta hacer de cobijo a la gente que anda por la calle. Siempre lo he visto como David y Goliat".
A pesar del cemento que la rodea, la escultura conecta con la naturaleza. Su título es Water's soul (El alma del agua). "La intención de la obra es pedir silencio para escuchar la voz profunda del agua, la idea poética del agua como un agente que siempre nos pide transformación. En las antiguas mitologías se decía que nunca verás la misma agua dos veces seguidas", explica el artista en una conversación telefónica. Plensa ya había trabajado antes al lado del agua, con la cabeza de la bahía de Río de Janeiro y la estación del ferry de la isla japonesa de Ogijima –y también pretendía hacerlo con el proyecto escultórico frustrado de Barcelona–: "Aparte de ser un bien de la naturaleza, el agua es un gran bien público, que no pertenece a nadie. El agua nos une, nunca nos separa, es como venas y arterias".
Una de las piezas más "potentes"
Jaume Plensa ya tenía proyectos muy icónicos en los Estados Unidos, como la fuente Crown en Chicago, y otros más recientes como Seattle –donde LeFrak lo descubrió–, Houston y Los Angeles. Pero el que está a punto de estrenar el 29 de noviembre en Michigan, en el parque de esculturas Frederik Meijer, en Grand Rapids, es un hito. "Creo que es inolvidable, creo que será una de las piezas más potentes de mi carrera". Se han utilizado 400 toneladas de mármol blanco cristalino y se han perdido 100 esculpiéndola. La obra, creada en colaboración con los arquitectos neoyorquinos Tod Williams y Billie Tsien, cubre las cuatro paredes del centro de recepción de visitantes con el relieve de tres caras, que "se convierten en un paisaje" y "limpian el ánimo". Utopía también representa caras con los ojos cerrados buscando el silencio: "La belleza interior que escondemos y que nos falta la valentía de comunicar con los otros".
Y las dos obras coinciden con una exposición individual de su obra más nueva, que se inaugura la semana que viene en la galería neoyorquina Lelong. Las obras fueron creadas en plena pandemia e inauguran una serie, Nest. La pandemia encerró a Plensa más horas que nunca en el estudio. "Todavía no he entendido qué ha pasado, pero ha sido muy profundo y ha afectado a mi trabajo del día a día", afirma. También son retratos, pero son piezas más íntimas.
Plensa todavía se sorprende cuando, en un café cualquiera en Nueva Jersey o paseando por la Universidad de Indiana, planeando un nuevo proyecto, la gente de la calle lo reconoce y le alaban una obra. "Hace una ilusión que no te puedo explicar –dice–. También es una responsabilidad porque todas las obras que creamos para el mundo han creado paisaje, como una especie de mundo que habla de ti y de cómo ves las cosas. Y veo que con los años se ha creado una conexión con los otros a pesar de que no los conozca", afirma. "El arte tiene una gran capacidad de crear puentes entre las cosas, de unirnos".
Después de la traca en los Estados Unidos, Jaume Plensa ya no parará la agenda internacional. "Se está abriendo otra vez todo. Es un momento muy excitante", afirma. Entre los próximos proyectos, los hay en Hawái y en Céret, donde el año que viene inaugurarán la ampliación del museo de arte con una exposición de obra de los últimos años.